Cuando se levantan por la noche, las personas sonámbulas tienen parte de su cerebro dormido, pero son capaces de hacer muchísimas cosas, tanto simples como complejas, sin darse cuenta. La persona que se encuentra en un episodio de sonambulismo puede correr, vestirse, mover cosas, abrir ventanas o puertas o encender luces, entre otras muchas acciones. Y correr peligro al hacerlo.

“Incluso hay algunos que salen de casa y, aunque esto es menos frecuente, son capaces de conducir el coche un rato y luego no recordar nada”, advierte la experta Irene Rubio Bollinger, neurofisióloga coordinadora de la Unidad del Sueño del Hospital Quirónsalud Sur. Rubio explica que durante los episodios de sonambulismo pueden producirse accidentes, así que es deseable prevenirlos en la medida de lo posible. 

Entre el sueño y la vigilia

El sonambulismo es un estado intermedio entre el sueño y la vigilia, durante el cual la persona que lo padece no es consciente de ello. Esta alteración del comportamiento suelen ocurrir durante el primer tercio o en mitad de la noche, que es cuando el sueño es más profundo, y consiste en caminar o realizar otros actos complejos durante el sueño. Pueden durar desde unos segundos hasta varios minutos. “Después de ello, el sonámbulo puede volver a su cama y no recordar nada al día siguiente. Por eso, normalmente, estas personas solo saben de estos episodios por lo que les cuentan otras personas”, apunta la doctora Rubio.

Suele ser más frecuente en los niños que en los adultos. “La prevalencia del sonambulismo es de un 30% en niños entre 2 y 13 años, y de un 4% en adultos”, precisa la experta, recalcando que lo habitual es que estos episodios vayan desapareciendo con la edad. También se da en las personas que tienen algún familiar cercano con sonambulismo y entre quienes padecen privación de sueño o tienen alguna condición que provoca despertares repetidos por la noche.

A juicio de Rubio, siempre deben tomarse todas las precauciones posibles, dado que el sonambulismo puede provocar que alguien se caiga o lesione durante sus paseos, o bien sufra daños por la manipulación de objetos peligrosos. “Igualmente, pueden sentirse agobiados o preocupados si molestan o despiertan a la persona que duerma en la misma habitación”, afirma la doctora. Algunas personas pueden sentirse cansadas durante el día o tener síntomas de insomnio. Además, aspectos como el estrés, la ansiedad, u otros problemas que afectan el sueño (apneas o ronquidos) pueden aumentar y desencadenar este tipo de episodios nocturnos.

Siete consideraciones

Por ello, la doctora Rubio hace siete consideraciones a tener en cuenta si se padecen episodios de sonambulismo:

  1. Es importante mantener unos horarios regulares y unas horas de sueño suficientes para evitar una privación de sueño que luego aumente la frecuencia de los episodios en las noches siguientes.
  2. Evitar el alcohol: aumenta la alteración de las fases del sueño y por tanto los episodios.
  3. Evitar algunas medicaciones hipnóticas que alteran la estructura del sueño.
  4. Algunas afecciones del sistema nervioso central pueden aumentar la frecuencia de los episodios.
  5. Las apneas pueden aumentar los alertamientos del sueño y, en consecuencia, elevar la posibilidad de padecer sonambulismo.
  6. El síndrome de piernas inquietas también puede aumentar su frecuencia.
  7. Debemos evitar el estrés para evitar la alteración del sueño.

La neurofisióloga del Hospital Quirónsalud Sur de Madrid remarca que ante casos de sonambulismo siempre hay que estar alerta e intentar evitar los episodios mediante los consejos y consideraciones antes citados.

“Durante estos episodios, la persona puede tener los ojos abiertos o la mirada perdida, además de un lenguaje poco coherente o inconexo”, concluye la doctora Rubio, quien aconseja pedir ayuda a un experto en sueño en caso de detectarse este tipo de alteraciones.