No es enero, ni lunes ni azul, así que no estamos en Blue Monday. Pero hay días que se sienten un poco así: la barra de pan parece más dura de lo normal, la segunda mandarina más amarga que la primera y la distancia desde casa al trabajo más larga que de costumbre. Para esos momentos, la centenaria doctora Gladys McGarey tiene una solución: encontrar nuestra vitalidad.
Conocida como la madre de la medicina holística, ha publicado recientemente en España su libro Los seis secretos de la longevidad, donde desvela las claves para tener una vida larga y feliz. "Mucho y bien", como diría cualquier amante del refranero. Cofundadora de la American Holistic Medical Association, en sus 103 años ha vivido un encuentro con Gandhi, momentos de salud, enfermedad, alegría y de "mejor no preguntes". Y desde esa experiencia ha escrito su libro. En él no solo desarrolla los seis secretos para encontrar esa ansiada felicidad duradera, sino que también propone ejercicios para, en esencia, sentir que la vida es más ligera de lo que a uno le parece a veces.
¿Cómo encontrar esa vitalidad? De acuerdo con McGarey, estamos a siete pasos de conseguirla.
Primer paso: mano al corazón
Siempre está ahí, pero de vez en cuando lo damos por hecho. El primer paso que propone la doctora es colocarnos la mano en el corazón "con cuidado", recrearnos en esa calidez y sincronizarnos a nosotros mismos con ese ritmo. "Esta es la parte más profunda de tu ser", afirma la doctora. "Aquí vive tu alma. Siempre que pierdas la alineación con la vida, llévate la mano al corazón. Este simple movimiento tiene un poder inmenso".
Segundo paso: "¿Qué es lo que amas?"
Con la mano aún en el corazón, preguntarnos a nosotros mismos lo que amamos. Tal y como indica McGarey, no es una respuesta única ni implica centrarnos solo en personas. Las respuestas pueden ser muy variadas: un día en la playa, el nombre de un familiar o amigo, un plato de paella o los domingos por la mañana.
Tercer paso: "¿Cuándo sentiste que tenías un propósito?"
¿A qué se refiere esta madre de la holística cuando hablamos de "propósito"? A ese sentimiento de pertenecer, de vivir algo y pensar: "Para esto he venido yo al mundo". No hace falta haber descubierto la cura de ninguna enfermedad ni haber salvado el mundo muchas veces de muchas maneras distintas. Vale con algo pequeño como darte cuenta de que la planta que compraste hace un mes sigue viva, recordar el día en el que tu hijo y tú divagasteis sobre la vida sin llegar a ninguna conclusión o la satisfacción del trabajo bien hecho al salir de la oficina el viernes por la tarde.
Este propósito tampoco tiene por qué tratarse de un recuerdo reciente. Como ella misma asegura, "la cuestión es que recuerdes cómo encajas en el todo".
Cuarto paso: echa la vista atrás
Concretamente a la infancia. Este cuarto paso pide hacer memoria hasta llegar a nuestros primeros recuerdos felices, los que vienen con momentos vistos desde abajo porque los brazos todavía no alcanzaban al estante de arriba de la cocina.
Recordar qué estábamos haciendo y con quién lo hacíamos, pero sin pretender recordar todo al detalle. Tal y como tranquiliza McGarey, "quizá solo obtengas un fragmento o una imagen. Tu inconsciente conoce las respuestas, pero puede hablarte con símbolos o señales".
Quinto paso: "¿Qué te gustó de ese momento?"
Ahora toca analizar un poco ese recuerdo infantil. No en términos factuales, sino más bien emocionales. "¿Qué es lo que te gustó de ese momento?, ¿por qué te sentiste tan bien?". Reflexionar acerca del motivo por el que, de entre todos los posibles recuerdos, tu mente ha elegido ese en concreto. Y recrearte en la respuesta, porque ahí es donde nace la raíz de nuestra vitalidad.
Sexto paso: centra la vista en el presente
Una vez hemos reflexionado sobre nuestro pasado toca mirarnos las manos, los pies tocando el suelo y ser conscientes de nuestro presente. ¿Cómo hacer que todo ese sentimiento de felicidad pasada se aplique a tu ahora? La respuesta es, como siempre, actuando.
"Imagínate avanzando hacia ese lugar, explóralo y ve hacia eso que, por muy pequeño que sea, pueda hacerte sentir igual que en ese recuerdo del pasado", guía la doctora.
Séptimo paso: papel y boli
Los pensamientos, pensamientos son hasta que se materializan en algo. Por eso, el último paso que propone McGarey es coger un papel, escribir o dibujar una imagen que represente algún aspecto de esa vitalidad y situarlo en un sitio que veamos todos los días. Ya sea el espejo de casa, en la cartera o en el fondo de pantalla del teléfono, lo importante es recordar todos los días cuál es nuestra vitalidad.
Al fin y al cabo, si estamos vivos será por algo.
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