Vivir en la inconsciencia siempre es cómodo, aunque luego se multipliquen las situaciones inexplicables que afectan a nuestra salud a medida que envejecemos. Nota: las enfermedades no aparecen porque sí. Tenemos predisposiciones genéticas, pero no olvidemos algo: desde que nacemos, o incluso antes, nos exponemos a cientos de sustancias tóxicas diariamente.

Eva Liljeström, ambientóloga de origen escandinavo y nacida en Granada, no propone vivir aislándonos de todo como John Travolta en El chico de la burbuja de plástico. Comenzó con su web y su cuenta en Instagram, asesorando a familias a domicilio, y ha dedicado varios años de su vida a preparar su libro, titulado Un hogar (casi) libre de tóxicos (Alienta, 2024) para ampliar nuestro conocimiento sobre qué hay en realidad en nuestro entorno doméstico. Y todo para que, como ella misma propone, si decidimos intoxicarnos, lo hagamos con conciencia. Que ya somos mayorcitos.

La ambientóloga Eva Liljeström, autora de 'Un hogar (casi) libre de tóxicos'.

Pregunta.- Eva, salimos a la calle y sabemos que nos exponemos a la contaminación, los virus de los demás, la suciedad urbana, los ambientes cargados… ¿Nos equivocamos cuando llegamos a nuestro hogar y pensamos que estamos a salvo de todo eso?

Respuesta.- Ten en cuenta que en el exterior el aire circula, y que cuando llueve se lavan las partículas que hay en suspensión en el ambiente. En casa tenemos siempre tejidos, tapicerías, lacas, esmaltes, cosmética y hasta productos de limpieza que emiten elementos químicos tóxicos de forma constante. ¿No te ha ocurrido alguna vez que, después de oler un bote de detergente, tienes un ligero dolor de cabeza, o te cuesta respirar un poco? Aunque sea en pequeñas cantidades y no haya normativa que los prohíba, exponernos todos los días a ellos de forma continuada y, por ejemplo, sin ventilar la casa, se ha demostrado que es claramente nocivo. Se forma una deliciosa sopa de tóxicos en tu hogar. ¿Abres las ventanas a diario?

P.- En invierno, menos. Vivo en la sierra y a veces estamos bajo cero. Me disculparás.

R.- Precisamente en invierno queremos estar calentitos y subimos la calefacción. Esto convierte esa sopa en un perfecto caldo de cultivo para los microorganismos. Se habla muy poco de la cantidad de hongos que puede haber en un hogar. De repente sentimos síntomas extraños y no sabemos por qué. Hay que ventilar, ¡y también en invierno!

P.- Tampoco podremos ponernos colonia antes de salir…

R.- Podemos, claro, y también ir a un centro comercial y que te rocíen con perfumes que no sabemos lo que contienen, porque muchas fórmulas están protegidas por patentes. Para que el aroma se adhiera a la piel, en muchos casos se usan ftalatos, que son disruptores endocrinos. Son pequeñas cantidades aparentemente inofensivas y no nos llaman la atención. Pero si vas sumando los perfumes, fragancias o aromas de los productos de limpieza, cosmética, higiene personal, ambientadores… ¡son muchos poquitos! Cuando vamos a comer algo en mal estado, lo notamos y lo rechazamos. Pero hemos normalizado vivir con dolores de cabeza, irritación o mareos que en muchas ocasiones suelen ocurrir por exponernos a este tipo de sustancias.

P.- ¿Qué propones hacer?

R.- Primero, informarnos bien de qué contiene todo lo que metemos en casa, y ejercer todo el poder que tenemos como consumidores. A veces basta con leer esa letra tan pequeña de las etiquetas, o los pictogramas de seguridad. Eso incluye productos de limpieza, muebles, aparatos electrónicos, pinturas, sprays… Al limpiar, no cuesta tanto protegerse con mascarilla y guantes. Los ambientadores de origen sintético, por ejemplo, contienen algunos compuestos volátiles relacionados con  enfermedades respiratorias, pueden afectar al sistema nervioso central, o incluso podrían estar relacionados con enfermedades como el cáncer. ¡Usa aceites esenciales de buena calidad! También recomiendo, si quieres ir más allá de algo tan económico como ventilar una casa, vigilar y cuidar la calidad del aire que respiramos en el hogar con sensores y purificadores. 

P.- Bueno, yo vivo en el campo. Con ventilar cada mañana…

R.- Yo también vivo en el campo, pero tengo purificador de aire porque no sé con qué pintaron mi casa antes de que yo llegara, o de qué están hechos los muebles, puertas y ventanas que ya había. Usamos la chimenea en invierno, y a veces el polen puede ser molesto, por ejemplo.

P.- ¿Cuál es el error más común que cometemos en un tema clave como la alimentación?

R.- Además de no leer los ingredientes, comprar alimentos y bebidas envueltas en plástico. Al cabo de una semana, nos podemos estar comiendo el equivalente a una tarjeta de crédito. Esos plásticos llegan a la barrera hematoencefálica, incluso horas después de la ingestión, y el problema no es sólo que estemos ingiriendo plástico a través del agua o los alimentos, sino que además puede estar directamente relacionado con la alteración de nuestra función hormonal. De repente podemos sufrir inexplicables problemas de obesidad, tiroides o fertilidad, aunque comamos aparentemente sano.

P.- ¿Ha sido una labor complicada recopilar tanta información científica y hacerla cómoda de leer para el público en general?

R.- No hubiera terminado nunca. Regularmente aparecen nuevos estudios sobre sustancias que se va descubriendo que son nocivas, o prohibiciones del uso de otras sustancias 30 ó 40 años después de que se supiera que lo eran, como en el caso del bisfenol A. He tenido que ir rectificando párrafos para añadirlos.

P.- Aplicando lo que propones en tu libro, ¿podemos llegar a tener un hogar (casi) libre de tóxicos?

R.- A mi parecer, es imposible. Pero alguien me dijo que “lo imposible solo tarda un poquito más”. Recomiendo comenzar el libro por el tema con el que más sensibilizado estés. Si eres quien limpia en casa te encantará saber los usos del vinagre, el limón o la sal. Si no duermes bien, puedes darte cuenta de las posibles causas. Si trabajas exponiéndote a sustancias, o eres una persona con una sensibilidad especial, debes saber en qué te puede afectar más allá de lo que te cuenten. En el momento en el que empieces a darte cuenta de algo que puedes cambiar, vas a ir haciendo más paulatinamente.

P.- ¿Y si lo que hay en casa es una relación tóxica?

R.- Eso es otro tema que no abordo en mi libro, aunque sí lo menciono. Aún así, las relaciones también se pueden purificar, o sanar.

P.- Damos fe.