Dormir por la noche es fundamental para todo. Debemos descansar entre 7 y 8 horas días si somos adultos, y además debe ser un sueño reparador. Es primordial para gozar de una buena salud. Y es que mientras dormimos se activan los mecanismos reparadores de nuestro organismo. Digamos que el cuerpo se resetea.

Pero es que, además, tal y como advierte la doctora Irene Rubio Bollinger, neurofisióloga del Hospital Quirónsalud Sur de Madrid, no dormir correctamente representa un factor de riesgo de evento cerebrovascular. 

“Los ictus o accidentes vasculares cerebrales son una causa importante de morbimortalidad en la población adulta. Estos eventos vasculares cerebrales tienen varias causas y factores de riesgo. Y entre ellos se encuentra no descansar adecuadamente y no hacerlo el tiempo suficiente”, advierte esta especialista.

El vínculo entre no dormir bien y los ictus

Los últimos estudios sobre el tema concluyen “claramente” que, efectivamente, existe una asociación entre algunos trastornos del sueño y la generación de un ictus. Y que los trastornos del sueño pueden interferir en la recuperación posterior al ictus si no son tratados.

Estos son, según detalla la doctora Rubio, los principales factores de riesgo para sufrir un ictus:

  • Sufrir alteraciones del ritmo cardíaco como la fibrilación auricular
  • Tener una edad superior a los 65 años
  • Padecer hipertensión arterial, cardiopatías o estenosis carotidea asintomática
  • Historia de accidente isquémico transitorio o AIT
  • El consumo de alcohol o de tabaco
  • Padecer diabetes mellitus e hipercolesterolemia 

“Estos factores de riesgo explican el 50 por ciento de los ictus”, asegura la especialista de Quirónsalud Sur, antes de recordar que estos episodios tienen una incidencia anual de 2 a 18 por cada mil habitantes, así como un riesgo de recurrencia de un 13 por ciento durante el primer año.

Los trastornos de sueño, en el punto de mira

La doctora Rubio explica que en los últimos años se han propuesto nuevos factores de riesgo de ictus como los marcadores inflamatorios, las infecciones, y los trastornos respiratorios durante el sueño. "Pero ahora se sabe que no sólo son los trastornos respiratorios del sueño los posibles causantes de los accidentes cerebrovasculares, sino también el insomnio, la hipersomnia, las parasomnias, los trastornos del ritmo circadiano y los movimientos periódicos de las piernas”, afirma esta experta.

Irene Rubio Bollinger, neurofisióloga del Hospital Quirónsalud Sur de Madrid.

¿Y por qué? Sostiene la doctora Rubio que todos estos trastornos del sueño producen una alteración de la arquitectura del sueño y, por tanto, merman su función reparadora. Es decir, que nuestro organismo ha perdido la capacidad de proteger y sintetizar nuevas sustancias neuro-protectoras que le confiere el descanso nocturno. “Entre un 20 y un 60 por ciento de pacientes con ictus tiene de hecho alguna alteración del sueño de base”, advierte la neurofisióloga.

Atención si ya has sufrido un ictus

A su juicio, es muy recomendable, por tanto, que los pacientes con ictus previos hagan un despistaje de una posible apnea u otro trastorno del sueño. También que en las unidades de sueño se realice una historia clínica detallada de sus pacientes para hacer un diagnóstico correcto y un tratamiento preventivo ya que, tal y como se ha demostrado hasta la fecha, estos pueden influir en el desarrollo de problemas cardiovasculares.

“La apnea obstructiva del sueño es uno de los trastornos del sueño que más influyen en la generación de un ictus”, asegura la neurofisióloga del Hospital Quirónsalud Sur de Madrid. 

Rubio Bollinger avisa, a su vez, de que tras sufrir un ictus aumentan los trastornos respiratorios debido a que hay una mayor “colapsabilidad” de la vía aérea superior, todo ello secundario a una debilidad faríngea presente en los ictus agudos. “Por tanto, ambas entidades tiene una relación claramente bidireccional”, concluye.