El órgano más grande del cuerpo humano es la piel, una barrera protectora y compleja que nos separa del mundo exterior. Su estructura está formada por tres capas. La epidermis, la capa más superficial, actúa como escudo ante agentes patógenos y daños físicos o químicos además de regular la temperatura del cuerpo. Asimismo, la epidermis está compuesta de tres tipos de células: las células escamosas, que son delgadas y planas y forman la parte más superficial de la epidermis; las células basales, que son redondeadas y están debajo de las células escamosas; y los melanocitos, las células que producen la melanina, el pigmento que da color a la piel y la protege de los rayos ultravioletas del sol.
Debajo de la epidermis está la dermis, una capa gruesa compuesta por fibras de colágeno y elastina que hacen que la piel sea elástica y resistente. Aquí se encuentran los folículos pilosos y las glándulas sebáceas y sudoríparas que regulan la temperatura corporal y mantienen la piel hidratada y protegida. La capa más profunda es la hipodermis, compuesta sobre todo por tejido adiposo, es decir, tejido graso fundamentalmente, que hace de aislante térmico y de amortiguador contra los impactos, además de ser una fuente de energía para el cuerpo.
El cáncer de piel, el más común
Si la piel sufre cualquier alteración, cambio de color, presenta una textura diferente de lo normal o cambio de apariencia, puede ser una señal de alerta de alguna enfermedad. Una de ellas es el cáncer de piel. Este crecimiento anormal de las células de la piel, que normalmente se desarrolla en las zonas que están expuestas al sol, se trata del tipo de cáncer más común. Se manifiesta especialmente en el cuero cabelludo, el cuello, la cara, las orejas, los brazos y las piernas y en las manos, pero también puede aparecer en zonas que rara vez han tenido contacto con la luz solar como las palmas de las manos, los pies o la zona genital.
Cuando se piensa en cáncer de piel lo primero que viene a la mente es el melanoma. Sin embargo, hay otros tipos de cáncer de piel mucho más habituales, como son los carcinomas de células escamosas, las células que forman la epidermis y los carcinomas de células basales que comienzan en la parte más interna de la epidermis, mucho más habituales que el melanoma.
“El más frecuente es el carcinoma basocelular, el cual se calcula que afectará a un 40 por ciento de españoles a lo largo de su vida. El segundo más frecuente es el carcinoma epidermoide, que es a su vez el que genera más mortalidad. El melanoma es el más agresivo pero, el carcinoma epidermoide, al ser más frecuente, es el que, por lo general, mata a más pacientes al año” explica el doctor Pedro Rodríguez Jiménez, dermatólogo especialista en Oncología y Cirugía Dermatológica del Hospital Rúber Internacional y la Clínica Dermatológica Internacional (CDI).
Incidencia del carcinoma basocelular
Los rayos ultravioletas del sol o de la luz de las camas bronceadoras provocan gran parte del daño en el ADN de las células de la piel, aunque otros factores, como estar expuesto a sustancias tóxicas como el arsénico, por ejemplo, tener alguna enfermedad que debilite el sistema inmunitario o antecedentes familiares de cáncer de piel pueden ser la causa para desarrollar este tipo de tumor.
El carcinoma basocelular se suele dar en personas mayores de 50 años que han estado expuestas al sol de forma intensa. Sin embargo, en los últimos años se está dando en gente más joven, a partir de los 30 años. El carcinoma epidermoide es más habitual en personas ancianas de piel clara. “La incidencia y la prevalencia en este tipo de tumores en los últimos años va en aumento como consecuencia del envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida” añade el doctor Rodríguez Jiménez.
Detectar a tiempo un cáncer de piel no melanoma facilitará su diagnostico y por tanto su tratamiento y su cura. Para descubrirlo, basta con observar si existe alguna pequeña protuberancia en la piel que puede parecer una herida abierta o un grano que crece. Ante cualquiera de estas señales, es importante acudir al especialista para determinar si hay indicios de cáncer de piel, especialmente las personas con piel clara o con muchos lunares, que deberán visitar al dermatólogo para una revisión.
Diagnóstico precoz y tratamientos avanzados
“Las nuevas armas en el diagnóstico precoz, como la dermatoscopia digital o la microscopía confocal, nos permiten llegar a un diagnóstico más precoz. Los avances terapéuticos en casos avanzados traen esperanza a casos que antes no tenían solución” apunta el doctor Pedro Rodríguez Jiménez.
Muchos tipos de cáncer de piel se pueden prevenir evitando la exposición al sol durante mucho tiempo y especialmente durante el mediodía, cuando los rayos solares son más fuertes. Se recomienda utilizar protección solar todo el año, incluso los días nublados, evitar el uso de las camas bronceadoras, pues la luz que utilizan emite rayos ultravioletas (UV), proteger los ojos con gafas de sol y examinarse la piel regularmente para comprobar si hay cambios en lunares, pecas o manchas de nacimientos. Y en caso de existir cualquier variación, acudir al especialista para su diagnóstico temprano.
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