La agorafobia es un trastorno clínico muy incapacitante en sus etapas más avanzada y con una relación estrecha con los trastornos depresivos. La intervención psicoterapéutica requiere de una motivación y de una colaboración activa por parte de la persona, por lo que es importante la buena comprensión de cómo se instaura y cronifica la agorafobia, la lógica del tratamiento, así como el compromiso con la exposición.

No obstante, tal y como afirma Francisco Lara, jefe de servicio de Psicología Clínica del Hospital Quirónsalud Córdoba, actualmente se dispone de intervenciones “muy eficaces” para el abordaje de la agorafobia, por lo que es recomendable poder buscar ayuda de manera ágil.

Francisco Lara, jefe de servicio de Psicología Clínica del Hospital Quirónsalud Córdoba.

En concreto, explica este experto que la agorafobia, o miedo a salir o miedo a los espacios abiertos, es un trastorno de ansiedad frecuente, incapacitante y de instalación progresiva en la vida de la persona. 

“Las personas con agorafobia comienzan a evitar cada vez más espacios y se ven superados por la ansiedad. En consecuencia, esta situación empieza a condicionar su vida con el objetivo de que no aparezcan sus temidos síntomas, algo que desemboca en un abandono de situaciones cada vez más generalizado. Esta reclusión termina en la imposibilidad de dejar el ámbito del hogar e inicia, frecuentemente, en episodios depresivos”, asevera el especialista.

Su relación con la ansiedad

Generalmente, la agorafobia también se asocia a la aparición de crisis de pánico, aunque puede darse sin ellas, indica este psiquiatra/psicólogo: “Es un trastorno psiquiátrico relacionado con la ansiedad, en el que la persona muestra una dificultad significativa para permanecer en espacios en los que la posibilidad de escape, en caso de necesidad, es incierta o no está disponible”.

El afectado experimenta una ansiedad elevada que va en escalada, según prosigue, que soporta con mucho malestar, o se ve imposibilitado de continuar en la situación. “Suelen tener dificultades para salir de casa, alejarse de ésta, utilizar coche o transporte público, visitar lugares concurridos, así como lugares nuevos, pasar por puentes, hacer cola en un comercio, permanecer salas de espera, etc.”, detalla el jefe de servicio de Psicología Clínica.

Es más, mantiene este especialista del Hospital Quirónsalud Córdoba que el miedo central que alimenta el trastorno es la anticipación de ocurrencia de una crisis de ansiedad en dicho lugar, sin posibilidad de poder marcharse ni de buscar ayuda (generalmente de un acompañante), o de anticipar la vergüenza que supondría que las demás personas le vieran teniendo esos síntomas.

Principales síntomas a tener en cuenta

Sobre los principales síntomas de agorafobia este especialista señala que estos suelen aparecer en lugares como espacios abiertos, con imposibilidad de escape urgente, o lugares muy concurridos.

En concreto, detalla que los principales síntomas que se experimentan suelen ser los típicos de la ansiedad:

  • Sensación de mareo.
  • Hiperventilación, sensación de asfixia.
  • Náuseas.
  • Malestar gástrico, urgencia urinaria o fecal.
  • Pensamientos sobre posibilidad de morir, desmayarme o perder el control.
  • Sensación de extrañeza de uno mismo o la propia situación (despersonalización, desrealización).
  • Opresión en el pecho.
  • Hormigueo o pérdida de fuerza en piernas o brazos.
  • Taquicardia, palpitaciones.
  • Temblores, sudores.

Cómo tratar la agorafobia

Con ello, Francisco Lara subraya que el principal objetivo de los tratamientos actuales va enfocado en que la persona confronte la evitación, y tenga menor alarma ante los síntomas de ansiedad. “La terapia cognitivo conductual es la orientación más validada para el tratamiento de la agorafobia, con o sin trastorno de pánico asociado”, afirma. 

Desde este programa terapéutico, dice que se trabaja con la persona diversos aspectos:

  • Psicoeducación: información y comprensión acerca de cómo se ha generado la agorafobia, cuáles son sus síntomas característicos, el papel de la ansiedad y la evitación.
  • Entrenamiento en técnicas de desactivación fisiológica: incluyen técnicas de relajación muscular y de respiración o mindfulness; herramientas que ayudan a regular la intensidad de la respuesta de ansiedad para poder tener mayor sensación de control y hacerla menos aterradora.
  • Exposición gradual: es el componente clave de la terapia, y en ella, se insta a la persona a romper con la evitación de lugares, que es lo que cronifica el trastorno; además, se explica la importancia de graduar la exposición, comenzando por situaciones menos aversivas hasta llegar a las más complicadas; a su vez, se puede iniciar pidiendo a la persona que salga unos metros de casa, simplemente; de hecho, indica que el acompañamiento de algún familiar o persona significativa ayuda a facilitar la exposición en las primeras etapas, aparte de que el paciente debe permanecer en la situación hasta que la ansiedad baje o prácticamente desaparezca, antes de salir de ella. “Esto favorece la mayor tolerancia a los síntomas, la recuperación de seguridad y la sensación de control sobre el entorno”, concluye el experto.