A partir de los 40, Ana comenzó a sentirse muy hinchada sin entender bien el porqué. "Mi alimentación no era como para estar así. Acudía al médico, me recetaba Omeprazol y Almax -para la acidez y ardor de estómago-. Estuve así diez años", cuenta Ana.
Tras someterse a un test genético nutricional, descubrió que era intolerante a las grasas y que no metabolizaba bien la lactosa. "Antes tenía la sensación de estar tres días haciendo la digestión. Me sentía muy pesada", explica la paciente.
"Los genes son los transportadores de toda la información sobre nosotros. Podemos preguntarle al genoma humano cómo voy a ser de alto o cómo voy a tener el pelo. Pero también podemos saber cómo se va a comportar tu cuerpo ante cualquier alimento, cómo metaboliza tu cuerpo y por qué hay determinadas personas que no sintetizan bien ciertos alimentos", detalla Juan Carlos de Gregorio, CEO de Clínicas CRES.
En su clínica, han desarrollado un test genético nutricional que, a diferencia de otros, obtiene la muestra celular de la saliva. O mejor dicho, de su mucosa. "Con un bastoncillo, cogemos una muestra de la mucosa de la saliva, accedemos al núcleo celular, leemos los genes y vemos qué tiene esa persona", explica Juan Carlos.
Con una muestra de saliva, son capaces de saber qué alimentos procesamos bien, mal o regular
Los datos genéticos de cada paciente se vuelcan en una base de datos y se comparan con los parámetros normales. De esa lectura son capaces de saber qué tipo de alimentos procesamos bien, mal o regular.
"El tubo digestivo es un conducto de siete metros de largo donde se absorben los alimentos. Si antes de llegar al intestino los alimentos no se han descompuesto porque nuestras encimas no funcionan correctamente, se daña la membrana intestinal. Algo que intenta pasar por un sitio y no entra, lo daña, se inflama. Por eso hay gente delgada con una barriga enorme", argumenta el CEO de la clínica. "Es un problema de metabolización de alimentos. Pasa con la lactosa, con la fructosa, con la glucosa, con gluten, con hidratos de carbono...", añade.
Con estos datos -más un test de hábitos alimentarios que rellena el paciente- la clínica realiza un informe que se entrega y se explica detalladamente. Mediante ese informe pretenden modificar los hábitos alimenticios de la persona. "No hablamos de dieta, sino que estamos cambiando tus hábitos nutricionales, los alimentos que tú estás mejor preparado para consumir. Vas a perder peso sin recuperarlo después. Vas a perder peso de forma natural", aclara Juan Carlos.
En cuestión de dos meses perdí 15 kilos. Como si me tocasen con una varita
Juan (otro paciente) tenía inflamación en el intestino, en la barriga, en brazos y piernas. "No me podía abrochar los zapatos, dormía muy mal, me fatigaba mucho", narra a este medio. Cuenta que acudió a nutricionistas, pero no resolvieron su problema. "Pasaba hambre. Perdí peso pero la inflamación y el cansancio permanecían. Incluso me recomendaron tomar más queso, cuando más tarde averigüé que era intolerante a la lactosa", continúa.
Al someterse al test genético nutricional, resultó ser intolerante grave a la lactosa. "Me quitaron el queso, me recomendaron cúrcuma y probióticos para la flora intestinal y, en cuestión de dos meses, perdí 15 kilos. Como si me tocasen con una varita", declara Juan.
La principal diferencia respecto a las dietas de pérdida de peso es que estos test tienen en cuenta el código genético individual de cada persona. "Pierdes peso: sí, mucho. Pero tienen el llamado efecto rebote. Si cuando finalizas la dieta vuelves a los mismos hábitos, volverás a coger peso. Hay otras dietas hipocalóricas que buscan consumir menos calorías, se traduce en sufrimiento", subraya el fundador de la Clínica CRES.
También se diferencia de los análisis de sangre, en los que se puede medir en un momento puntual el nivel de colesterol, de glucosa o de actividad renal, pero no permiten conocer cómo vamos a ser durante toda la vida, ya que la genética no cambia.
Al tener estos datos en consideración, los pacientes pueden permitirse disfrutar de 'caprichos' sin tener la preocupación de engordar, como de la cerveza o de los helados. Eso sí, siempre y cuando sepamos que los metabolizamos de forma correcta.
Desde la clínica advierten de que este test no solo se utiliza para adelgazar o perder peso, sino que también puede servir para evitar posibles futuras enfermedades. "Hay personas que no nacen celiacas, pero pueden debutar como celiaco al cabo de los años, a raíz de deteriorar la membrana intestinal", ejemplifica Juan Carlos de Gregorio.
Este análisis está recomendado especialmente para personas con trastornos gastrointestinales y personas con sobrepeso. Pero también -aclaran- es un informe que a todo el mundo le interesaría tener. "Cualquier persona debería querer saber si es intolerante a la lactosa o al gluten", añade.
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