El ramadán ha sido el objeto de estudio de un equipo de Texas (EEUU), que ha descubierto el potencial del ayuno para luchar contra la obesidad y sus enfermedades relacionadas. En concreto, dejar de comer durante 30 días entre la salida del sol y el ocaso aumenta los niveles de proteínas que juegan un papel crucial en la resistencia a la insulina y en la protección contra los riesgos de una dieta alta en azúcares y grasas, según la investigación presentada en la Semana de las enfermedades digestivas 2019, que se celebra estos días en California.
El estudio ha concluido que la práctica del Ramadán ofrece un potencial para el tratamiento de la obesidad, la diabetes, el síndrome metabólico y el síndrome del hígado graso no alcohólico.
“Según la Organización Mundial de la Salud, la obesidad afecta a 650 millones de personas en todo el mundo y pone en riesgo su salud”, afirma Ayse Leyla Mindikoglu, autora del estudio y profesora en la Escuela Baylor de Medicina de Texas. “Comer y ayunar puede impactar en cómo el cuerpo utiliza las proteínas clave en la disminución de la resistencia a la insulina y en el mantenimiento del peso. En este sentido, el horario y el tiempo entre comidas podrían ser factores importantes para la lucha contra la obesidad y las condiciones”, añade.
El estudio incluyó 14 individuos sanos que ayunaron durante unas 15 horas al día durante los 30 días del Ramadán. Los investigadores recogieron muestras de sangre antes del ayuno, durante y a la cuarta semana, además de una semana después. Los análisis mostraron niveles más altos de Tropomiosina (TPM) 1, 3 y 4, proteínas que tienen un papel importante en el mantenimiento de células sanas y en reparación de células importantes en la respuesta del cuerpo a la insulina.
TPM3 juega un importante papel en el aumento de la sensibilidad a la insulina, que permite a las células usar la glucosa de la sangre de manera más efectiva, reduciendo el nivel del azúcar en sangre. Los hallazgos del estudio muestran un aumento del gen de la proteína TPM3 entre el inicio del ayuno y la semana posterior al mismo. Los resultados fueron similares para las proteínas TPM1 y TPM4.
“Ahora vamos a extender el estudio a individuos con síndrome metabólico y de hígado graso para ver si los resultados son similares a los de los individuos sanos”, afirma Mindikoglu. “Basados en los resultados que hemos obtenido, creemos que el ayuno puede ser una intervención rentable para quienes tienen problemas derivados de la obesidad”, concluye.
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