"Si comes pollo te crecerá el pecho". Esta afirmación ha formado parte del imaginario colectivo durante décadas. Las leyendas sobre la posibilidad de que mucha de la carne distribuida en España contenía antibióticos y productos químicos encontraban el apoyo de gran parte de la población. Durante los años sesenta o setenta no se trataba de ningún mito, era una realidad.
Este tipo de adulteraciones sobre los animales llegaron a su fin hace mucho tiempo. Hace años era frecuente la administración de fármacos para estimular el crecimiento de las criaturas. Los métodos más utilizados eran la distribución de antibióticos, anabolizantes y otros promotores del crecimiento. Con esto se conseguía una mejor conversión del pienso -el animal gana más peso con la misma ingesta-, un mayor crecimiento muscular- y por tanto menos grasa en las carnes- y alteraciones sobre el tiroides para favorecer la retención de líquidos y un incremento del peso.
Prohibición a nivel europeo
La utilización de cualquiera de las sustancias mencionadas está terminantemente prohibida por la Unión Europea. El aumento de controles, la investigación y el seguimiento sobre los productos cárnicos han zanjado este problema en España. El Plan Nacional de Investigación de Residuos de 1989 fue un paso determinante para que la carne que se consume hoy en España esté libre de elementos de origen químico.
Análisis de la carne
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado varios estudios para comprobar si la carne distribuida no contiene residuos. En 1993 se detectaron restos de testosterona en 2 de las 76 muestras realizadas; aunque no se podía demostrar si había sido administrada o producida de manera natural. En 1994 sólo hubo un caso de los 107 analizados que arrojasen alteración hormonal, en cambio, se comprobó presencia de clembuterol en muestras de hígado de ternera.
Los estudios de 1997 y 1998 mostraron un bajo porcentaje de residuos de antibióticos en la carne de vaca y cerdo y fue más frecuente en pollo. En 2004 cuando no se encontró ningún residuo, ni de antibióticos ni de hormonas, en las muestras de carne analizadas, tanto de vacuno y cerdo como de pollo y pavo.
¿Qué pasaba antes?
Hace 40 años más del 80 % de los añojos eran criados con la ayuda de estimulantes para el crecimiento. Esa cifra no alcanza el 1 % en la actualidad. El Plan Nacional de Investigación de Residuos ha tenido un gran efecto, además del carácter disuasorio que conlleva. El control sobre medicamentos veterinarios ha aumentado y el ganado está libre de sustancias que favorezcan un engorde ilegal y perjudicial.
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