La bronquiolitis se trata de una infección que afecta tanto a niños como a adultos y que, en mayores de 2 años suele causar un cuadro catarral leve, pero en el primer año de vida puede llevar a ingresos por la dificultad respiratoria que causa. Prevenir y vigilar los catarros puede ayudarnos a evitarlo.
Es un cuadro que se repite todos los años. Llega el frío y, con él, las patologías propias de esta época del año. El caso de las infecciones respiratorias es especialmente relevante ya que supone, aproximadamente, un tercio de las consultas pediátricas en atención primaria y urgencias, y provocan numerosos ingresos por una de las infecciones más temidas por los padres de niños en el primer año de vida, según nos explica la Dra. Lorena Comeche, Jefe Asociado del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
¿Pero, qué es la bronquiolitis y por qué es tan preocupante?
Hay que tener en cuenta que la bronquiolitis aguda puede ser causada por multitud de virus, aunque el más frecuente y el que conlleva una mayor gravedad es el virus respiratorio sincitial (VRS). En este caso, el virus afecta principalmente a las células de la parte más distal del árbol bronquial (que es por donde llega el aire a los pulmones) en los bebés de pocos meses y provoca la inflamación de los bronquios y bronquiolos, éstos se engrosan y, sumado a una importante secreción de moco, impide que llegue una cantidad de aire suficiente a los pulmones dificultando la respiración de forma severa provocando incluso el ingreso del paciente para ser tratado. Es por ello por lo que vigilar atentamente los síntomas de nuestros hijos puede ayudar a una detección precoz que nos pueda evitar mayores complicaciones.
Otra de las cosas que resultan especialmente problemáticas respecto a la bronquiolitis es que, sobre todo en el caso de los lactantes, el 50% de los que la padecen tienen más probabilidades de padecer una bronquitis el siguiente año debido a la inflamación que esta enfermedad provoca en las vías respiratorias en un momento importante de su maduración y crecimiento. “Además, los niños que padecen varias bronquitis tienen más probabilidades de padecer asma cuando crecen” aunque, obviamente, padecerla no implica necesariamente que vaya ser asmático, concluye Comeche.
¿Bronquiolitis o resfriado?
Cuando están resfriados, los niños tienen mocos, tos, y pueden (o no) tener fiebre y comer un poco menos de lo habitual, pero no por ello tienen una bronquiolitis. “Los síntomas más habituales”, según la Dra. Comeche, “que nos pueden ayudar a distinguir una broquiolitis de un catarro son una tos más persistente o con cambios en la tonalidad, sensación de "burbujeo" o “pitos”al respirar (producido por el paso del aire por un conducto estrecho), febrícula (37,5 – 37,9ºC) o fiebre (a partir de 38ºC), respiración agitada y/o en la que se abomban o hunden excesivamente las costillas al respirar”.
También podemos ver que pierden el apetito, en parte por la enfermedad y en parte porque se cansan al comer, al costarles, al respirar, o vómitos provocados por la tos. En el caso de los más pequeños, sobre todo los menores de dos meses, se pueden producir incluso apneas (dejan de respirar durante unos segundos).
Como en muchas otras enfermedades, además, no todos los síntomas tienen porqué aparecer a la vez, sino que se manifiestan por fases. Los primeros síntomas catarrales aparecen en la fase de incubación, que dura entre cuatro y cinco días y en dos o cuatro días es cuando se empiezan a manifestar los propios de la enfermedad, anteriormente citados.
¿Tiene tratamiento?
“El tratamiento de la bronquiolitis”, explica la Dra. Comeche, “es como el de la mayoría de los virus, se basa fundamentalmente en medidas de apoyo o de soporte, no siendo necesario el uso de fármacos de forma rutinaria.” Podemos ayudarle a respirar mejor aplicando suero fisiológico en la nariz, especialmente antes de comer (hay que recordar que tienden a comer menos, mejor raciones más pequeñas pero más frecuentes), así como colocarle en una posición inclinada para que no se acumule tanto moco en la garganta.
Es muy importante aclarar que los antibióticos no servirán de nada ante una broquiolitis ya que estos sólo funcionan con infecciones bacterianas. “Lo único que se consigue administrándolos en estos casos”, subraya la doctora, “es crear resistencia y hacer que sean menos efectivos cuando realmente se necesitan”. Finalmente, no hay que usar nunca mucolíticos o antitusivos, la tos es un mecanismo de defensa del cuerpo para expulsar las secreciones y respirar mejor, inhibirla sólo empeorará las cosas.
La prevención, fundamental
Los expertos no se cansan de repetir que, como en la transmisión de tantas otras enfermedades, la medida preventiva más importante para evitarlas es el lavado de manos: varias veces al día, sobre todo antes de tocar a los bebés y después de estar en contacto con personas que padecen enfermedades infecciosas, como resfriados.
Aunque parece que a estas alturas ya debería estar más que asumida la exposición cero de los niños al tabaco, hay que recordar que no se debe fumar cerca de ellos, aunque sea en la vía pública, ni en el domicilio o en el coche, aunque ellos no estén presentes en ese momento, ya que se quedan partículas nocivas en los muebles, cortinas, tapicería… Estas partículas nocivas también se quedan en la ropa, el pelo y las manos hasta que se lavan.
La lactancia materna también ayuda a protegerles y prevenir la bronquiolitis, pero obviamente no les exime de padecerla.
Finalmente, y sobre todo en épocas en las que las infecciones respiratorias están a la orden del día, también es recomendable evitar acudir con lactantes pequeños a centros comerciales y lugares con grandes aglomeraciones de personas, minimizar el contacto con niños en edad de guardería o escolar -aunque especialmente difícil cuando hay hermanos mayores o están escolarizados- y evitar el contacto con adultos enfermos.
Elaborado en colaboración con el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
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