Alfredo Pérez Rubalcaba ingresaba este miércoles por la tarde en el Hospital Puerta del Hierro de Majadahonda (Madrid) tras sufrir un ictus. El cerebro del exministro del Interior había sufrido un infarto, algo que en España ocurre a alguien cada seis minutos.
En esta enfermedad, cuya prevalencia va en aumento, lo más importante es el tiempo. "Cuando el cerebro no recibe el flujo sanguíneo sufre mucho, por eso cada minuto cuenta. Porque cada minuto mueren neuronas”, explica María Alonso de Leciñana, coordinadora del grupo de enfermedades cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología.
El ictus supone la segunda causa de muerte en España y la primera para las mujeres. En total, unos 120.000 españoles sufren un ictus cada año, de los que aproximadamente un tercio quedan sin secuelas. Algo más de otro tercio se recuperan con secuelas y entre el 25 y el 30% fallece.
La clave de quedarse en uno u otro tercio la tiene lo que ocurra en los minutos siguientes a su aparición. Por ello, lo primero es conocer sus síntomas. "El ictus aparece de forma muy brusca. No avisa”, incide la experta, que recuerda los síntomas que nos deben llegar a pensar que quien tenemos enfrente está sufriendo un ictus.
Sonrisa, brazos y habla
Pedir al afectado que sonría, levante los brazos y hable. “Si su sonrisa no es igual en ambos lados de la cara, si no puede levantar los dos brazos por igual o si no es capaz de hablar con claridad, debemos pensar que puede ser un ictus y llamar inmediatamente al 112”, indica la neuróloga.
Estar solo dificulta mucho el pronóstico, lamenta, "por lo que siempre se insiste en el botón de teleasistencia para las personas mayores, pues en muchos casos la persona no podrá desplazarse al teléfono ni hablar por él".
Conocer los síntomas es más relevante teniendo en cuenta que en uno de cada cuatro casos se producen en menores de 55 años que no habrían notado ningún síntoma previo, como le ocurrió por ejemplo a la actriz Silvia Abascal.
Además de los casos genéticos, "en los jóvenes un factor de riesgo muy importante es el consumo de drogas", dice Alonso de Leciñana, que explica que, aparte de la edad, un "factor de riesgo que no se puede modificar", el 90% de los ictus se pueden prevenir. "La hipertensión, la diabetes o el colesterol elevado, además del alcohol y el tabaco y algunas arritmias son los principales factores de riesgo, por lo que llevar una vida saludable es clave para evitarlos", insiste la neuróloga.
Tras el ictus, entre cuatro y seis horas clave
Existen dos tipos de ictus. El 80% de los casos son casos de ictus isquémico o infarto cerebral, que se produce cuando un coágulo de sangre obstruye una arteria del cerebro e impide que fluyan la glucosa y el oxígeno que necesita para funcionar. En el restante 20%, la arteria se rompe y se llama ictus hemorrágico o hemorragia cerebral.
En ambos casos, Alonso de Leciñana explica que en los últimos años se han producido avances importantes, gracias tanto a la prevención como a los tratamientos. "Hemos conseguido que el protocolo [Código Ictus] se implante en casi todos los hospitales y con ello estamos mejorando mucho tanto en pronóstico como en mortalidad", asegura.
Cuando alguien sufre un ictus, existen dos tratamientos básicos. "La trombólisis intravenosa consiste en un fármaco que disuelve el coágulo. Cuando este no se puede aplicar, se practica una trombectomía mecánica, que consiste en la introducción de un catéter que atrapa el trombo y lo saca", indica la neuróloga.
Este último tratamiento es el que, según la información disponible, habría recibido el político. "Para que sean eficaces, el tratamiento con fármacos no debe hacerse más allá de las cuatro horas y media después del ictus. En el caso de la intervención, el tiempo máximo se estima en seis horas. No obstante, cuanto menor tiempo pase entre el episodio y el tratamiento, mejores posibilidades tendrá el paciente", añade.
Como el tiempo juega en contra, no sólo es importante actuar rápido sino también llegar al lugar adecuado. “Cuando se sufre un ictus es importante llegar rápido, pero también llegar a un hospital donde puedan estudiar bien el caso y aplicar los tratamientos necesarios. Por eso nunca hay que trasladar al paciente al hospital sino llamar al 112 [Emergencias], que podrá identificar y tratar mejor al paciente”, afirma la experta de la SEN.
Una vez realizado el tratamiento, aproximadamente un tercio quedarán con secuelas. "Hay ictus muy graves que dejan mucho déficit motor o trastornos del lenguaje. La gravedad del ictus condicionará la recuperación, aunque también la edad del paciente. Cada vez son más recuperables, no obstante. Y una importante línea de investigación que tenemos actualmente se basa en la plasticidad de las células cerebrales. Antes se pensaba que las células no se recuperaban y ahora sabemos que sí hay un grado de regeneración de las células".
A pesar de los avances en prevención y tratamiento, la prevalencia del ictus seguirá aumentando. Según los datos de la Organización Mundial de la Salud a nivel global, la incidencia del ictus aumentará un 27% de 2000 a 2025.
Para luchar contra este aumento de casos, la principal herramienta es la investigación. Alonso de Leciñana defiende la actividad investigadora en España. "Somos muchos los neurólogos españoles que estamos investigando en este ámbito y que somos ejemplo en otros países, el problema es que en nuestro país se invierte muy poco en investigación", concluye.
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