Se estima que entre el dos y el cinco por ciento de los niños de todo el mundo tienen un ojo vago. La ambliopía, como se denomina este trastorno visual, no es un problema del ojo sino del cerebro y se conoce y se trata de la misma forma desde hace nada menos que 1.000 años.
Porque del ojo vago ya habló el médico y filósofo persa Avicena en su tratado El canon de la medicina. Y ya estipulaba un tratamiento, el mismo que sigue prescribiéndose en el siglo XXI, justo un milenio después: el parche en el ojo bueno para obligar al vago a trabajar más.
"El ojo vago no lo puedes corregir con gafas ni lentes, porque el problema está en la maquinaria cerebral. Se produce cuando el niño nace con un problema de visión - estrabismo, catarata u otro - y su ojo sano gana territorio en el cerebro, por lo que va relegando al vago", explica el neurocientífico vigués José Manuel Alonso desde Nueva York, donde dirige un equipo de investigador en la Universidad Rockefeller de Nueva York.
Este científico, que intercala continuamente expresiones en inglés pero no ha perdido un ápice de su acento gallego, acaba de publicar una investigación que podría cambiar el curso de un trastorno después de mil años: podría librar a los niños con ojo vago del parche para siempre. "Estamos muy ilusionados, ha sido una sorpresa hallar esta nueva vía de tratamiento porque la conexión entre la ambliopía y el déficit de la vía de los claros ha sido enorme", explica.
La vía de los claros o cómo la solución puede estar en el cielo
"Existen dos vías cerebrales para la visión, la de los claros y la de los oscuros. Se pensaba que cuando alguien padece ojo vago, es que tenía ambas vías debilitadas. Sin embargo, nuestro hallazgo ha sido demostrar que la vía más debilitada es la de los claros", indica Alonso.
El estudio, que se acaba de publicar en Journal of Neuroscience, indica que a mayor ambliopía más dificultad existe para percibir los estímulos visuales luminosos y no tanto en los oscuros."Por eso, ahora el objetivo es ver cómo podemos estimular la vía de los claros", añade el neurocientífco.
Y esto es algo en lo que el equipo de Alonso - que lleva cerca de tres años investigando el ojo vago - también ha avanzado: "Hemos descubierto, además, que los mejores estímulos visuales para la vía de los claros son las superficies grandes y brillantes que se mueven lentamente. Es decir, el cielo que uno puede mirar mientras camina".
Alonso, cuyo director de tesis en Nueva York fue el premio Nobel Torsten N. Wiesel, cree que la vía del cambio podría estar simplemente en "un cambio de conducta visual". "Igual que con la obesidad, que requiere un cambio de hábitos, el ojo vago también podría combatirse con un cambio de hábitos visuales".
Para ello, ya han contactado con una empresa china - Clou Clip, aunque es aún muy difícil ver sus productos en occidente - que han desarrollado un dispositivo pequeño, como una memoria usb, que se engancha a la patilla de la gafa y recoge toda la información de luminosidad, distancia a la que se ha mirado y ángulo de visión (para saber si se ha mirado al cielo, hacia delante o al suelo.
Un dispositivo para medir cómo miramos
"Sabemos que mirar a la luz puede estimular la vía de los claros, de lo que aún no tenemos certeza es de si este estímulo producirá resultados, pero creemos que es posible", afirma el neurocientífico, cuyo laboratorio va a comenzar ahora el ensayo clínico con estos dispositivos para ver si realmente este cambio se produce estudiando directamente a pacientes. "Ahora empezamos este camino y en unos dos o tres años podríamos tener resultados".
Otro de los hallazgos ha sido, explica Alonso, la conexión de esta vía de los claros con la miopía. "Al igual que la ambliopía tiene que ver con la percepción en el cerebro de la vía de los claros, la miopía también tiene relación con la visión de los objetos más luminosos. Y la miopía es una epidemia, está creciendo en todo el mundo y no se sabe por qué, por lo que este trabajo puede tener también resultados en un futuro para el tratamiento de la miopía".
Mientras abordan esta nueva etapa de la investigación, Alonso estudia también para conseguir una prótesis ocular que devuelva la visión a los ciegos. "En todo el mundo muchos laboratorios estamos estudiando este tema, que hace cinco años era ciencia ficción y empieza a no serlo, pero esto está mucho más lejos que poder olvidarnos del parche en el ojo", concluye.
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