Un estudio que se presenta en el Congreso Internacional de la Sociedad Respiratoria Europea acaba de relacionar los niveles de exposición de las embarazadas al bisfenol A (BPA) con una mayor probabilidad de tener hijos con sibilancias y una función pulmonar deficiente.
El BPA es una sustancia química que pertenece al grupo de los fenoles, los cuales se utilizan para la fabricación de envases de alimentos, latas, botellas de plástico, juguetes y algunos tipos de papel. Los estudios anteriores ya sugerían que los fenoles pueden interferir en las señales hormonales del cuerpo.
El nuevo estudio ha analizado la exposición de mujeres embarazadas a varios fenoles, observándose que la mayoría de las mujeres que participaron en el estudio presentaban niveles detectables de BPA en la orina. Los niños nacidos de mujeres con niveles más altos de BPA aumentaban las probabilidades de tener una menor capacidad pulmonar y padecer sibilancias.
La encargada de presentar el estudio fue Alicia Abellán, investigadora predoctoral del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación La Caixa, quien explicó que "los fenoles son químicos a los que estamos permanentemente expuestos en nuestro día a día, siendo el BPA el fenol más habitual".
A los fenoles se les conoce como ‘alteradores endocrinos’, lo que significa que pueden interferir en el sistema hormonal y, por consiguiente, alterar muchas funciones corporales esenciales, incluidos los sistemas respiratorio e inmunitario.
"Cuando los bebés todavía están en el útero son especialmente vulnerables a estas sustancias, porque todavía no han establecido la capacidad de eliminar sustancias tóxicas y sus sistemas respiratorio e inmunitario aún se están desarrollando", ha explicado la investigadora.
Abellán y su grupo de investigación estudiaron a 2.685 pares de madres con sus respectivos hijos, quienes ya estaban participando en uno de ocho grandes proyectos de investigación en Europa. Los niveles de exposición de las madres al BPA y otros fenoles se midieron a través de una muestra de orina tomada durante el embarazo. La función pulmonar de los niños se midió cuando estos tenían entre seis y diez años. También se recurrió a cuestionarios para determinar si los niños sufrían de sibilancias. Los resultados mostraron que el 79 % de las mujeres embarazadas presentaban cantidades detectables de BPA en la orina. También se encontraron otros fenoles menos habituales, como el bisfenol S y el bisfenol F, pero en un número menor de mujeres.
Los investigadores descubrieron que las mujeres con niveles más altos de BPA tenían un 13 % más de probabilidades de tener hijos que sufrieran de sibilancias. También observaron que el doble de BPA en la orina de la madre coincidía con una disminución estimada de 5 ml en la capacidad pulmonar del niño.
Los investigadores sostienen que estos resultados se ven reforzados por el hecho de que los datos se han obtenido a través de ocho estudios diferentes en Europa, que incluyen a una gran cantidad de participantes. Sin embargo, señalan que un posible punto débil del trabajo es que tuvieron que recurrir a mediciones de fenoles de solo una o dos muestras de orina por mujer, lo cual solo da una instantánea de la exposición reciente.
"Nuestro estudio no revela cuál es la relación exacta entre ambos aspectos, pero estudios anteriores realizados en animales han demostrado que la exposición prenatal al BPA puede atrofiar los pulmones en desarrollo y afectar al sistema inmunitario. Podría ser que estas sustancias químicas interactúen con las señales hormonales en el bebé en proceso de crecimiento y alteren el desarrollo correcto de los sistemas inmunitario y respiratorio", explicó Alicia Abellán.
La investigadora señaló también que en la actualidad "no existe un consenso general sobre un nivel seguro de exposición a los fenoles, pero hace poco el Tribunal General de la Unión Europea clasificó el BPA como una sustancia química ‘extremadamente preocupante’".
Este grupo de investigación liderado por Alicia Abellán tiene previsto continuar el trabajo analizando la exposición al BPA y sus efectos en diferentes patrones de sibilancias durante la niñez, así como estudiando los efectos de los demás fenoles que encontraron en concentraciones más bajas.
Pequeñas pero cuantificables diferencias
También valoró esta investigación la catedrática Daiana Stolz, del Hospital Universitario de Basilea en Suiza, quien es la presidenta del Consejo de Educación de la European Respiratory Society y no participó en el estudio. En su opinión, "la exposición en el útero al BPA puede dar lugar a diferencias pequeñas pero cuantificables en la función pulmonar de los niños. Probablemente, estos efectos no tengan gran impacto en niños por lo demás sanos, pero cobran mucha importancia cuando consideramos la salud de toda una población".
"Los responsables de la formulación de políticas y los profesionales clínicos deben ser conscientes de que estas sustancias químicas habituales podrían afectar a las primeras etapas de desarrollo del bebé, así como del impacto que podrían tener en la salud de nuestra población en etapas posteriores, ya que sabemos que las personas con una función pulmonar deficiente en las primeras etapas de la vida son más propensas a desarrollar neumopatías crónicas como la EPOC", dijo Stolz, quien añadió que "es necesario seguir investigando para confirmar la relación entre la exposición a los fenoles y los efectos en las vías respiratorias, así como para evaluar las mezclas de sustancias químicas en nuestro entorno y sus efectos en la salud respiratoria".
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