El ruido es el contaminante desapercibido. Es la cara B del efecto del tráfico, del que prácticamente solo se habla en términos de contaminación química, aunque incluso ahí haya voces discordantes. Sin embargo, este otro efecto del tráfico de Madrid (el ruido procede en un 80% del tráfico) también mata: lo hace la contaminación acústica en forma de suicidio, además de ansiedad y depresión, según el último estudio del Instituto de Salud Carlos III de Madrid, que ha analizado y relacionado los datos de contaminación acústica y química con estas patologías durante cuatro años, entre 2010 y 2013.
El estudio se ha realizado en Madrid, porque es la única ciudad en España con los datos de medición acústica disponibles al nivel necesario, con más de una veintena de estaciones de control. Además del ruido, la investigación también analizó la contaminación química y el efecto de las temperaturas durante las olas de calor y frío. "Con este trabajo hemos confirmado el altísimo impacto del ruido en la salud, y especialmente del tráfico que supone el 80%. La influencia del ruido en la ansiedad, depresión y el número de suicidios corrobora los efectos que ya habíamos comprobado en otras patologías neurodegenerativas como el parkinson, el alzhéimer o la esclerosis múltiple", explica Julio Díaz, autor de la investigación. La contaminación química no mostró relación con las patologías mentales ni los suicidios.
Un 14,5% más de riesgo de suicidio por cada decibelio en días de contaminación
En el período analizado, la ciudad de Madrid recibió 3.874 ingresos hospitalarios por depresión, 1.996 por ansiedad y 528 suicidios. "La pista nos venía de los países asiáticos, donde la relación entre comunicación y suicidios, depresión y ansiedad. En nuestro caso no hemos obtenido relación con los contaminantes químicos, probablemente porque los niveles de polución en Madrid son inferiores a los de otros países, y también los de suicidios, pero sí una fuerte relación con el ruido", afirma Díaz.
En términos de riesgo atribuible, la investigación halló que en los días que el ruido superaba la media, por cada decibelio de más el riesgo de suicidio aumentaba un 14,5%. El aumento de ingresos hospitalarios por ansiedad aumentaba un 16,7% y el de ingresos por depresión, un 10%. Además, el efecto se daba el mismo día para los ingresos y al día siguiente para los suicidios. "Esos datos se corresponden con el patrón que describen los psiquiatras, que primero se produce un agravamiento de patologías mentales y, tras ello, el suicidio".
"Esto es una llamada de atención. No tiene sentido centrar en la contaminación química el impacto en la salud. El ruido afecta a patologías circulatorias, respiratorias o neurodegenerativas y mentales, además en estos últimos casos su efecto es incluso mayor que el de la contaminación química. Y lo peor es que el ruido es un factor ambiental que no se tiene en cuenta aun cuando muchas veces se puede actuar contra él con iniciativas sencillas, como instalar una doble ventana", advierte el investigador.
Díaz es también responsable de una de las pocas investigaciones en España que relaciona directamente la presencia de ruido con el aumento de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, respiratorias, neurológicas o el nacimiento de bebés prematuros y con bajo peso. La OMS también califica el ruido como una “amenaza infravalorada”.
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