“La peste no está hecha a medida del hombre, por lo tanto el hombre se dice que la peste es irreal”. La obra de Camus, basada en la epidemia de cólera que sufrió Orán en 1849, se publicó hace 73 años y la propagación del coronavirus ha catapultado sus ventas, sobre todo en Francia y Alemania. El Covid-19 se ha convertido en una crisis global totalmente sorprendente con unas consecuencias que muchos prevén similares al 11-S en 2001 y la caída de Lehman Brothers en 2008. Bienvenidos a la incertidumbre, la inseguridad y el pánico.
De momento es pronto para saber cuál será la dimensión de esta epidemia cuyo foco está en la población china de Wuhan, en la provincia de Hubei, donde viven 59 millones de personas. Los primeros casos se detectaron en diciembre de 2019.
Los expertos señalan que el coronavirus es entre cinco y diez veces más letal que una gripe común, que tiene un índice de mortalidad de un 0,1%. Si la pandemia fuera finalmente como una gripe muy grave, el efecto en la economía global se traduciría en una bajada de dos puntos porcentuales en 12 meses; si fuera aún peor sufriríamos una depresión brutal.
En gran parte, depende de la acción de los gobiernos que esta crisis sea una más o la crisis que marque esta década del siglo XXI.
El mundo ha sufrido epidemias de forma cíclica. En la localidad costera de Weymouth puede leerse un cartel que dice: “La peste negra (black death, en inglés) entró en Inglaterra por este puerto en 1348. Mató entre el 30% y el 50% de la población del país”. Desde China, o bien Crimea, recorrió y sembró de muerte toda Europa.
La mortalidad del coronavirus se estima por debajo de un 2%. De acuerdo con la experiencia registrada en China, el 80% de los contagiados tendrán síntomas leves, un 15% precisarán tratamiento hospitalario y un 5% pasarán por la UCI. Para situarnos: cada día mueren en el mundo 2.000 niños por neumonía.
Este fin de semana se llegará a los 100.000 casos. En el mundo han muerto hasta ahora más de 3.400 personas, de ellas, más de 3.000 en China, según el recuento que actualiza al minuto www.worldometers.info. Este coronavirus ya se ha propagado por 95 países y hay un crucero internacional en cuarentena, amarrado en Yokohama, Japón.
“El coronavirus es un test para todo el mundo porque se han levantado muchas alarmas. Es un virus nuevo y eso genera incertidumbre. Hay mucha información y es muy accesible, lo que genera temor. Y es un virus de alto riesgo, lo que en realidad quiere decir que tiene más capacidad de contagio que una gripe común, por ejemplo”, explica Rafael Vilasanjuan, director de Análisis y Desarrollo Global en ISGlobal, centro impulsado por La Caixa.
El aislamiento, que es lo único que funciona de momento, genera estrés en la sociedad, se paran las cadenas e producción, y eso tiene un gran impacto económico", señala Rafael Vilasanjuan
“En los países occidentales, y en China, es un reto real para los gobiernos, que tienen que adoptar medidas. Y lo único que sabemos que funciona es la cuarentena, es decir, el aislamiento. Esta medida genera estrés en la sociedad, se paran las cadenas de producción, y tiene un gran impacto económico, que es lo que vemos en las Bolsas. Hay parte de temor, pero también hay una parte real. Hay menos negocio, baja el PIB... Sucede así en los países donde se concentra la economía global”, añade Vilasanjuan.
La Bolsa está en caída libre y ha cerrado la semana en rojo en toda Europa. En España el principal índice ya ha perdido un 12%. Los valores más castigados son los ligados al turismo. La alarma ha llevado esta semana a la Fed a bajar los tipos medio punto, una medida que no ha logrado calmar a los mercados.
El inmediato antecedente del coronavirus fue el SARS, síndrome respiratorio agudo, que en 2003 se cobró la vida de 774 personas y afectó a 8.098 personas. Primero provocó un pánico similar al que vivimos ahora pero finalmente se contuvo. También tuvo su foco en China.
Según datos de la OMS, la tasa de mortalidad fue del 10% en el caso del SARS: de los más de 8.000 casos detectados, hubo 774 muertes. En el caso del MERS, en 2012, la mortalidad fue incluso mayor, de entre el 20 y el 40%.
Estos tres virus, SARS, MERS y H5N1 se transmitían con menos facilidad que el Covid-19 o neumonía de Wuhan. La tasa de mortalidad del ébola es de un 50%, y de la rabia de un 95%.
China, la fábrica del mundo
El mundo no es el mismo que a principios del siglo XXI, cuando saltaron las alarmas con el SARS, y China se ha consolidado como la gran fábrica del mundo. Allí se produce gran parte de la ropa que llevamos y de los dispositivos tecnológicos que usamos. Si para China, se detiene el mundo. En 2003 la economía china suponía el 4% del PIB global; en la actualidad representa el 16%.
China afronta la mayor emergencia sanitaria desde la fundación de la República Popular", ha reconocido su presidente, Xi Jinping
A su vez, la globalización es mucho mayor ahora que hace 20 años. La velocidad a la que nos movemos de un lado a otro del planeta, de negocios o de viaje, explica la rápida propagación de este virus, que a su vez es más contagioso.
El presidente de China, Xi Jinping, ha reconocido que la epidemia del Covid-19 es "la mayor emergencia sanitaria a la que hace frente la República Popular desde su fundación en 1949".
Xi Jinping así se lo hizo saber el 23 de febrero a los miembros del Comité Central, sus suplentes, los dirigentes militares y funcionarios comarcales, en una videoconferencia seguida por unos 170.000 cargos, según el Global Times.
La Asamblea Nacional Popular, que tenía que haberse reunido el 5 de marzo, pospuso su reunión anual. El líder chino aseguró que China superaría este nuevo desafío, que con habilidad equiparó a un desastre natural. Las medidas de aislamiento en la provincia de Hubei, donde se encuentra el foco de la epidemia en la ciudad de Wuhan, han sido estrictas.
China ha impuesto el cordón sanitario más grande de la historia. En Hubei se han detectado 65.000 casos y el índice de mortalidad ha sido de un 2,9%. En el resto de China, donde viven 1.300 millones de personas, la tasa de mortalidad apenas es de un 0,4%.
Una sociedad sana no debería tener una sola voz", dejó escrito Li Wenglian, el joven doctor fallecido que denunció la enfermedad y luego fue silenciado
Primero hubo dudas sobre la reacción de China, debido a que su sistema impone una centralización en la toma de decisiones y las autoridades locales necesitaban autorización del poder de Pekín para dar a conocer la enfermedad y su gravedad. De hecho, uno de los puntos oscuros de la gestión tiene nombre y apellidos: Li Wenliang, un joven doctor de Wuhan dio la alarma en un chat. Recibió la visita de la policía, que se aseguró de que no propagaría más rumores. Finalmente el doctor, treintañero, murió y dejó escrito: "Una sociedad sana no debería tener una sola voz", según recuerda el Financial Times.
Sin embargo, una vez superada la primera fase, incluso la Organización Mundial de la Salud ha elogiado la gestión que está realizando China, que ha percibido que es una superpotencia, pero vulnerable.
"El virus se detectó en diciembre de 2019 y se identifica la primera semana de enero. En el caso del virus del Sida se tardó dos años. En la parte de análisis clínico no se ha perdido tiempo. Las medidas que son extremas: cierre de ciudades, aislamiento de población… y han sido relativamente efectivas. Por eso algunos países europeos se las plantean. La cuarentena es muy estresante: encerrado sin diagnóstico, aunque se pueda trabajar a distancia los trabajos se resienten... El modelo chino, por los resultados que vemos (la epidemia empieza a bajar en China la segunda semana de febrero), funciona, lo que es un éxito relativamente importante", apunta Rafael Vilasanjuan.
Xi Jinping se juega mucho en la resolución de la crisis. Si la economía se resiente gravemente, no podrá lograr sus objetivos. Si bien nadie va a desafiar su autoridad, su legitimidad se reforzará si finalmente China vence al virus, pero si fracasan la población no se lo va a perdonar.
Los chinos son capaces de mantener el aislamiento con disciplina sin cuestionarlo, porque no tienen esa relación con su libertad individual de los occidentales, pero confían en que el Estado va a protegerles. Si no lo hace, se irritan. "Están dispuestos a sacrificar muchas libertades. Sin embargo, la población es muy exigente en lo que se refiere a la protección que creen que ha de proporcionarles el Estado. Se quejan del impacto sanitario y económico», afirma Mario Esteban, investigador del Real Instituto Elcano.
China ha visto con malos ojos las restricciones impuestas en Estados Unidos a la entrada de sus nacionales y las advertencia de no visitar el país, ya que generan un pánico innecesario. El ministro chino de Exteriores, Wang Yi, ha asegurado que China "no solo está protegiendo a su propia gente, sino al resto del mundo".
Para China es indudable que este coronavirus es una prueba de fuerza. Como señala The Economist en su último número, "el virus ha expuesto, las fortalezas y debilidades del autoritarismo chino. Va a suponer un test para todos los sistemas políticos afectados, tanto en países ricos como en vías de desarrollado".
En el artículo, titulado The virus is coming, el semanario británico destaca tres lecciones del caso chino: hay que informar sobre la enfermedad antes de que sea epidémica y tener en cuenta que la edad es un factor de riesgo; en segundo lugar, los gobiernos pueden ayudar a ralentizar la propagación y si lo consiguen, ayudarán a que el sistema sanitario ayude a recuperar el máximo número de casos posibles y dar tiempo a que se encuentre una vacuna; y en tercer lugar, los sistemas sanitarios han de prepararse para lo que puede venir con suficiente material, espacio y personal adecuado.
Impacto electoral en EEUU
Estados Unidos está en pleno año electoral. El presidente, Donald Trump, contaba con el viento a favor para su reelección el próximo 3 de noviembre, sobre todo porque los datos económicos (desde las ganancias en Bolsa hasta el paro) estaban siendo excelentes.
El coronavirus puede poner este éxito en peligro, lo que perjudicaría las posibilidades de Trump. La bajada de la producción en China incidirá en empresas como las tecnológicas, por ejemplo, vitales en EEUU.
Es muy importante la gestión que haga del Covid-19. Trump ha comenzado mal con un mensaje de autosuficiencia muy arriesgado cuando se trata de algo tan imprevisible como un virus desconocido. "La situación está bajo control", dijo Trump. Incluso sugirió que era el momento de comprar acciones, ya que muchos valores cotizan a la baja.
A su vez, en una táctica a la que suele recurrir cuando se ve en dificultades, acusó a los demócratas de atizar el miedo y propagar falsedades.
Ha encargado a su vicepresidente, Mike Pence, hacerse cargo de la situación y nombró una zarina del coronavirus, Debbie Birx, una médica con experiencia en la lucha contra el Sida.
Donald Trump sabe que esta epidemia puede atacar su talón de Aquiles. En primer lugar, pondrá en evidencia cómo ha desmantelado la unidad del Consejo de Seguridad Nacional que creó Obama tras el ébola, y cómo ha recortado presupuesto del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades.
Trump se ha cargado gran parte de la infraestructura sanitaria y ahora están menos preparados. El coronavirus puede ser una crisis para Trump", dice García Encina
«Trump se ha cargado gran parte de la infraestructura sanitaria. Ha quitado presupuesto y ahora están menos preparados. El coronavirus puede ser una crisis para Trump y los demócratas lo saben», afirma Carlota García Encina, investigadora del Real Instituto Elcano.
A su vez, coloca en el centro del debate político la cuestión de la sanidad en Estados Unidos, donde realizarse la prueba del coronavirus cuesta unos 3.000 dólares, y no la cubre el Estado.
Sus rivales demócratas, especialmente el senador por Vermont, Bernie Sanders, aboga por una "sanidad para todos", un modelo con un estado del bienestar fuerte basado en una mayor recaudación fiscal, el modelo nórdico.
Según Rafael Vilasanjuan, de ISGlobal, "del coronavirus solo nos sacará la salud pública y la ciencia. En América la ciencia es muy potente, pero la sanidad no tanto. Es un modelo basado en lo privado. Tiene muchas carencias".
De momento, en Estados Unidos se han registrado más de 250 casos y han muerto 38 personas. Figura en la lista de incidencia global de la enfermedad después de España, es decir, la situación es grave, pero aún no es alarmante.
Los ayatolás, muy afectados
Donde la crisis del coronavirus está siendo muy grave es en el régimen de los ayatolás. Irán primero ocultó los primeros casos, debido a que estaba en pleno proceso electoral y una abstención elevada jugaba en contra del régimen.
Incluso los ayatolás acusaron a sus enemigos externos de haber propagado la información sobre el virus con el fin de atemorizar a los iraníes para que no acudieran a las urnas en la cita del 22 de febrero. La participación fue apenas de un 40%, y en Teherán aún inferior, de un 20%.
Irán se encuentra inmerso en una crisis económica muy severa, agravada por el fracaso el Acuerdo Nuclear tras la retirada unilateral de Estados Unidos. Los ayatolás han preferido canalizar fondos a sus operaciones en el exterior, que comandaba el asesinado general Soleimani, antes que gestionar adecuadamente sus recursos con el fin de que la población no padezca escasez.
Esta falta de bienes básicos ha llevado a los iraníes a las calles, a pesar de que se arriesgan a perder la vida, o ser encarcelados y sufrir torturas. Las universidades han sido un foco de protestas desde finales de 2019.
Al contrario de lo que ha hecho China, Irán ha pospuesto hasta el extremo la aplicación de medidas de aislamiento, y solo a última hora ha cancelado el rezo de los viernes o los partidos de fútbol. Irán es el tercer país en número de casos y de muertes, después de China y Corea del Sur.
Ahora los ayatolás han recurrido a la mano de hierro y amenazan con recurrir a la fuerza para prohibir los viajes internos. Quieren evitar que los iraníes aprovechen el cierre de universidades y colegios para ir al Caspio, o bien otros lugares de esparcimiento.
Con una economía y un gobierno debilitados, Teherán no está siendo competente, y su respuesta nada tiene que ver con lo que hicieron cuando sufrieron otras epidemias", escribe Afkhami en 'Politico'
"Con una economía y un gobierno debilitados, Teherán no está siendo competente, y su respuesta nada tiene que ver con la que dieron cuando sufrieron epidemias en el pasado... Las sanciones americanas, el aislamiento y la debilidad de su economía, han contribuido a que se haya gestionado tan mal esta crisis", afirma Amir A Afkhami, en un artículo titulado Por qué Irán es una amenaza en la crisis del coronavirus, publicado en Politico.
Ilustrativa de la crisis en Irán es la imagen del viceministro de Sanidad, Iraj Harirchi, intentado secarse el sudor en una rueda de prensa en la que informaba sobre la propagación del virus. Finalmente, fue diagnosticado de coronavirus. A su vez, un asesor del Líder Supremo, Mohamad Mirmohamadi, de 71 años, falleció como consecuencia de esta enfermedad.
Los virus no entienden de fronteras
Italia es el cuarto país con mayor número de casos, concentrados en su mayor parte en el norte del país, donde es más fuerte la Liga, liderada por Matteo Salvini. Fue el primer país europeo donde se registraron contagiados por el virus. El líder populista aprovechó la circunstancia para lanzar su discurso anti inmigración.
Abogó por el cierre de fronteras y trató de echar la culpa a la inmigración procedente de África, cuando en el continente apenas hay casos hasta el momento. "Hemos de blindar fronteras", clamó, y reclamó que se suspendiera Schengen. También lo contempló como posibilidad la líder ultranacionalista francesa Marine Le Pen.
Al darse cuenta de que un cierre de fronteras en la UE podría dañar a las regiones ricas de Italia, dirigió su mirada a la inmigración africana, aunque sabe que nada tiene que ver con la propagación del virus. Entonces, reclamó al gobierno de Giuseppe Conte "defender Italia y los italianos".
"Las enfermedades víricas son globales y por cerrar la frontera no limitas la enfermedad. La culpa siempre es del otro: los virus se expanden de mil maneras. Aquí se ha generado tanta inquietud porque está creciendo rápidamente el número de casos, y por que no hay tratamiento o vacuna de momento. Pero en otros países, acostumbrados a luchar con enfermedades más graves, sin tratamiento, este caso es menor. En Mozambique, por ejemplo, han muerto 40.000 personas de malaria y 10.000 niños de neumonía", afirma Vilasanjuan.
Escribe Anne Appelbaum en The Atlantic cómo las epidemias, como los desastres, revelan las verdades que subyacen en las sociedades que las padecen. "Los chinos han pagado un alto precio por su secretismo y su exceso de burocracia. Por el contrario, en Italia no hay pánico porque confían en su sistema público de salud, a pesar de las campañas de desinformación de Salvini... En EEUU me temo que aprenderemos cómo aunque tengamos el sistema sanitario mejor equipado con los mejores médicos, no haber creado un sistema público genera desconfianza".
Aunque no sea la peor crisis imaginable, y no pueda compararse con La peste que evoca Albert Camus, hemos de tener en cuenta que siempre habrá un virus que no conozcamos y que nos plantee retos. Cuando mejor preparados estemos como ciudadanos, y como gobiernos, más armas tendremos para combatirlos.
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