Es un hecho que la normalidad es nueva, que poco tiene que ver con lo que vivíamos en febrero. Los jóvenes, como todos los grupos de edad, van haciéndose su hueco estos días en esta nueva situación. Sus hábitos de ocio se han visto afectados, especialmente el nocturno, con las discotecas cerradas. Las imágenes de botellones desde los primeros días del desconfinamiento han llamado la atención mediática y de la opinión pública para juzgar y condenar a adolescentes y jóvenes.
Los médicos han señalado a estos colectivos por ser los que más asintomáticos presentan subrayando el riesgo de que relajen las medidas de seguridad y se conviertan en vectores de una nueva expansión del coronavirus. Según se ha terminado el confinamiento, las autonomías han ido detectando más casos entre los jóvenes, tal es el caso de Cataluña y Murcia, también del País Vasco.
Se les puede ver jugando en grupo a las cartas, jugando al fútbol o bebiendo sin mascarilla y sin guardar la distancia física de un metro y medio. No son todos los jóvenes, pero la sociedad mira con recelo sus hábitos tras un duro confinamiento.
El epidemiólogo Jaime Jesús Pérez de Murcia alertaba esta semana, según Europa Press, de que se está diagnosticando a "gente más joven, gente que no llega a ingresar y ahora cuando diagnosticamos un caso, se diagnostican también todos sus contactos más cercanos". El epidemiólogo hacía un llamamiento a los jóvenes que "tienden a pensar que están libres". En este sentido recordó que "el 4% de las hospitalizaciones en las UCIs de la Murcia se han producido en población de entre 15 y 20 años y un 16% en personas de entre 20 y 40 años. Nadie está libre del virus".
En Cataluña también se han hecho oír las advertencias de las autoridades sanitarias ante un incremento de casos entre jóvenes y adolescentes, de entre 15 a 29 años, lo que han calificado como “un elemento de especial preocupación”.
Que la mayoría de jóvenes no tenga síntomas, no quiere decir que no puedan enfermar, ha habido jóvenes ingresados y jóvenes muertos
“Que la mayoría de jóvenes no tenga síntomas, no quiere decir que no puedan enfermar, ha habido jóvenes ingresados y jóvenes muertos. Pero lo que tienen que tener claro lo jóvenes es que aunque ellos no se pongan enfermos, pueden infectar a sus mayores, a sus padres y a sus abuelos, y estos sí que pueden tener problemas graves”, explica a El Independiente Joan Caylà, epidemiólogo de la Unidad de Investigación en Tuberculosis de Barcelona (FUITB). “También hay que recordarles que, además de los temas sanitarios, que son las prioritarios e importantes, hay que destacar las implicaciones económicas de que nos tengamos que volver a encerrar”, añade.
Como la mejor forma de combatir a los asintomáticos desde salud pública Caylà destaca el papel de una atención primaria con alta capacidad de respuesta rápida. “Lo más importante es que se haga el estudio de contacto, pero hay que reforzar la salud pública y la atención primaria. Los centros de atención primaria deberían tener los PCR en menos de 24 hora para ver un diagnóstico temprano de los casos y, a partir de los sospechosos, hacer un estudio de las personas relacionadas”, explica el epidemiólogo.
No criminalizar a los jóvenes
Mientras crecen las críticas hacia los jóvenes también sus defensores. “Nos molesta y nos parece injusto que se les señale como responsables cuando había mucha gente joven que hacía cosas buenas como voluntaria durante el confinamiento” asegura María Rodríguez Alcázar, vicepresidenta del Consejo de la Juventud de España. “En los bares no sólo hay gente joven. Hay un adultocentrismo en cómo se ven los comportamientos, pero la responsabilidad es todos”, añade.
No se han adaptado a la nueva normalidad, actividades como los campamentos o cómo articular el ocio al aire libre
Esta representante del Consejo de Juventud destaca que los jóvenes son los primeros que han sido víctimas de las consecuencias económicas del COVID-19 y se han regulando infinidad de actividades de la vida pero, destaca, “no se ha atendido a las formas de ocio de los jóvenes, no se han adaptado a la nueva normalidad, actividades como los campamentos o cómo articular el ocio al aire libre”.
En este sentido Rodríguez Alcázar pide a los ayuntamiento que “involucren a los jóvenes en el diseño de actividades, que se cuente con ellos para adaptar las acciones”.
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