Antes de empezar a trabajar, de visitar a los familiares o para comprobar si aquella gripe de febrero fue en realidad COVID-19, cada vez más personas optan —o lo hacen a instancia de sus empresas— por la realización de una prueba diagnóstica para evaluar si tienen o han tenido contacto con el virus en el pasado.
Además, el fin del Estado de Alarma ha abierto la posibilidad de que cualquiera pueda realizarse un test, ya que con él decayó el requisito establecido por Gobierno de contar con una prescripción médica. Ahora el asunto ha quedado en manos de las comunidades autónomas, aunque como explica Marta García Collía, vocal de Análisis Clínicos del Consejo General de Colegios Farmacéuticos, algunas como Madrid ya han establecido la libertad para realizarlas.
Pero, ¿qué pruebas hay disponibles? ¿Cuál es la mejor opción? ¿Qué fiabilidad tienen? ¿Puede alguien no ser positivo ni negativo?
"Actualmente, la mejor opción disponible para conocer si uno ha pasado el coronavirus son las pruebas de serología tipo Elisa o de quimioluminiscencia", explica García Collía. La farmacéutica indica que estas pruebas aportan resultados "más robustos" frente a los llamados test rápidos que salieron al inicio de la epidemia: "En estos tres meses han salido más de 600 test rápidos al mercado, cuando habitualmente el desarrollo de una de estas pruebas lleva dos años, y sus resultados han sido en algunos casos decepcionantes, con niveles de sensibilidad que se quedaban en un 30%".
La otra gran prueba para detectar el COVID-19 es la PCR, "la más fiable, pero es una prueba diagnóstica, sólo detecta si la infección está activa y no si se han generado anticuerpos", indica García Collía, por lo que esta opción sólo es óptima en caso de haber síntomas o ser contacto estrecho con un infectado. Esta última es parte de la labor de rastreo que actualmente realiza Sanidad para controlar los nuevos casos.
Sobre los precios de las pruebas, García Collía afirma que el rango de coste habitual de las pruebas de serología se sitúa entre los 45 y los 70 euros y el de las PCR entre los 130 y 150 euros. No obstante, cada laboratorio puede estipular el coste que considere, ya que no ningún tipo de regulación.
Fiabilidad: sensibilidad y especificidad
La fiabilidad de los test —tanto los tipo Elisa como otros— se mide en su sensibilidad y su especificidad. Como explica Gorka Orive, investigador y profesor de la facultad de Farmacia de la Universidad del País Vasco, "la sensibilidad es el porcentaje de infectados reales que el test puede detectar y por tanto cuántos se le escapan (falsos negativos). Por el contrario, la especificidad es el número de personas sanas que se identifican como infectados, lo que serían falsos positivos".
Como apunta Orive, estos test "no son perfectos" y por tanto "hay que mirarlos con calma y reflexionar sobre el impacto de las posibles pruebas erróneas, por ejemplo en los pasaportes inmunitarios o en el caso de los falsos positivos, que dejen de tomar precauciones necesarias".
Tampoco las pruebas PCR son 100% efectivas porque, explica el investigador, el virus tiene un periodo "ventana o incógnito" durante el cuál no se muestra en el cuerpo y del que se desconoce su duración.
Resultado "indeterminado"
Las pruebas más utilizadas, las Elisa, tienen ahora mismo una fiabilidad entre el 80 o 90%, indica García Collía, aunque depende del laboratorio que las fabrica. Orive apunta a esa variabilidad de la fiabilidad aunque "con el tiempo ha ido mejorando, los primeros que salieron eran menos efectivos que los actuales".
En el caso de las Elisa, los resultados que se obtienen suelen ser de positivo o negativo para IgM (los anticuerpos que indican una infección más reciente) y los IgG (que salen cuando la infección se pasó hace más tiempo). Un positivo es que se ha pasado y negativo es que no se ha tenido contacto con el virus.
Sin embargo, también es posible que el informe sorprenda con un resultado "indeterminado". "Si se obtiene esa respuesta, lo recomendable es repetir el test. Ese resultado puede indicar que los anticuerpos están en ascenso, pues no suelen aparecer hasta 10-15 días tras el contacto con el virus y, por tanto, merece la pena volverlo a evaluar", explica García Collía, que apunta también "a una posible reacción cruzada con otros virus, pero que no es lo más habitual".
"Un 14% de PCR positivas no genera anticuerpos"
En muchos casos, los resultados negativos en las pruebas están generando sorpresa, por ejemplo, entre miembros de una pareja donde uno se ha contagiado y el otro no, o gente que tuvo síntomas compatibles en el pico de la epidemia cuando no había test disponibles. "Hay un porcentaje de la población que claramente ha estado en contacto con el virus y no tiene anticuerpos", asegura García Collía, "pero es que hay alrededor de un 14% de personas con resultado de PCR positivas que no generan anticuerpos".
Esto ha quedado constatado también en un estudio (con resultados preliminares) que referencia Orive. "Son muy pocos casos pero es interesante porque se plantea que la respuesta inmune frente al virus no se basa sólo en anticuerpos, sino que la inmunidad puede ser celular, a través de los linfocitos". Esto es interesante porque puede ser eficaz, "queda por ver cómo de relevante es, pero ya se ha visto con otros virus y puede ser interesante", concluye.
El mensaje de Simón
En toda esta vorágine, el portavoz técnico del coronavirus, Fernando Simón, lanzaba el pasado jueves un mensaje de contención respecto a los test. "No hay blindaje de ningún tipo. Hasta ahora estamos asumiendo que los anticuerpos te protegen alrededor de un año por otros coronavirus pero no lo sabemos, creemos que protegen o reducen el riesgo pero certeza o blindaje, ninguno", indicaba.
El epidemiólogo llamaba la atención sobre la posible falsa seguridad que pueden dar los test si se hacen, por ejemplo, antes de ver a algún familiar mayor. "Si el resultado es negativo, no nos soluciona nada, porque al día siguiente podemos estar contagiados. Si es positivo, depende de qué tipo de test hayamos hecho, pero hay que tomarlo con mucho cuidado. Algo ayuda pero no aporta lo que la gente se piensa y desde el punto de vista comunitario, contraproducente", concluía.
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