Seis meses han bastado al SARS-CoV2 para poner en jaque a la humanidad. Más de 11 millones de contagios registrados y medio millón de muertes causadas por un virus que dio la cara en Wuhan pero de cuyo origen los expertos reconocen que aún se sabe muy poco. Para tratar de desvelar algunas de esas incógnitas, la Organización Mundial de la Salud tiene previsto enviar este lunes 6 de julio una misión de expertos a la ciudad china de Wuhan, de donde salieron los primeros casos conocidos.
El objetivo es "identificar la fuente zoonótica (animal) del virus y la ruta de introducción en los humanos, incluido el posible rol de un intermediario" en respuesta al acuerdo al que llegaron en mayo la OMS, la Fundación para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial para la Salud Animal (OIE). "Esperamos que nos conduzca a una mayor comprensión de cómo comenzó el virus y qué podemos hacer en el futuro para prepararnos para él", dijo el pasado lunes el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Y es que determinar el origen ha sido el terreno científico “en el que menos se ha avanzado en torno al coronavirus. Sigue habiendo casi la misma incertidumbre que hace cuatro meses”, afirma Víctor Briones, catedrático de Sanidad Animal en la Universidad Complutense de Madrid. “La fuente más probable es el murciélago, aunque se desconoce si pudo haber un huésped intermediario. Ahí sí ha habido más hipótesis, primero se puso el foco sobre los pangolines y después sobre los mustélidos y animales peleteros, porque se ha visto que son sensibles a la enfermedad y desarrollan síntomas”, añade.
Adolfo García-Sastre, codirector del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, confirma que las evidencias más robustas no han cambiado en los últimos meses y es escéptico frente a nuevos hallazgos: “El virus hallado en murciélagos es muy similar, pero no idéntico. Encontrar algo más cercano es muy complicado”. La misión de la OMS es, para este científico, “más bien anecdótica, por conocer un poco más, pero no quiere decir que por saberlo podamos acabar con la pandemia”. Para lo que sí puede servir identificar esa fuente animal, indica Briones, es “para tener un animal de experimentación idóneo con que estudiar los efectos de la enfermedad y posibles tratamientos o vacunas”.
El epidemiólogo Pedro Gullón considera que, en el punto en el que estamos, saber el origen de la epidemia no aporta mucho a efectos de resolverla, pero sí aporta saber si el salto zoonótico se produce tras la invasión de un espacio natural al que no habían llegado antes los humanos, "por la sencilla razón de que no volvamos a hacerlo", mantiene.
La combinación para un virus pandémico
Murciélagos, dromedarios, civetas, cerdos… Las pandemias suceden cuando se produce un salto de un virus animal a un humano. “Cualquier tipo de nuevo encuentro entre animales salvajes, domésticos y humanos puede dar lugar a viromas. Normalmente no ocurre nada pero, de cuando en cuando, salta el virus y si tiene suficiente capacidad infectiva, puede desencadenar una epidemia”, explica García-Sastre.
Millones y millones de posibles combinaciones que, afirma el virólogo, hacen “imposible predecir una pandemia”. Es imposible predecirlas aunque sí hay medidas para prevenirlas, asegura, que tienen que ver con “la entrada en nuevos ecosistemas, los controles en granjas o en lugares donde se reúnen animales exóticos con domésticos y humanos. Porque es la combinación necesaria para que el virus pueda saltar”.
En los últimos meses distintos estudios han dirigido la mirada meses atrás con hipótesis que aún están por contrastar
Si es un misterio el origen animal del virus, también lo es cuándo empezó a expandirse el SARS-CoV2. Los primeros casos se conocieron en Wuhan a finales de diciembre, pero en los últimos meses distintos estudios han dirigido la mirada meses atrás con hipótesis que aún están por confirmar.
Hace apenas unos días la Universidad de Barcelona publicaba una investigación que sitúa el SARS-CoV2 en las aguas residuales de la Ciudad Condal en marzo de 2019. Diez meses antes del estallido de la pandemia. Un hallazgo sorprendente que el epidemiólogo Joan Caylá toma con prudencia. “Es un equipo de investigación muy potente por lo que hay que tomar la investigación muy en cuenta”.
Caylá toma en consideración estos datos, además de otros como el estudio de Harvard que analizó los aumentos de búsquedas en internet de sintomatología compatible con el COVID-19 en Wuhan en agosto de 2019: “Es posible que la epidemia no se originase a finales de 2019 y que hubiese alguna transmisión anterior”.
El análisis de aguas fecales se ha demostrado como un método fiable de alerta temprana sobre la presencia del virus en un área. Gloria Sánchez, bióloga, científica titular del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), analiza las aguas fecales de ciudades de toda España y valora este estudio con respeto. “Que pudiera haber casos en esas fechas de 2019 es un poco sorprendente, pero es un laboratorio que lleva toda la vida haciendo esto. Los resultados son fiables pero será interesante ver si hay más casos en muestras de aguas fecales de otras ciudades para ver si había una variante del virus antes de noviembre de 2019”. Esta bióloga no tiene duda de la fiabilidad de este estudio, pero tiene claro que hay que confirmarlo con datos alternativos. “Esto va a empujar a rastrear en fechas anteriores y veremos más sorpresas”, añade.
El epidemiólogo Pedro Gullón, autor de Epidemiocracia, es cauteloso y considera hay que esperar a contrastar esta investigación, pero destaca que no sería imposible ya que “durante una epidemia se produce en oleadas pequeñas sin transmisión por el mundo antes de ser algo pandémico. Esto ha pasado antes, como en el caso de la gripe española de 1918”.
Menos factible lo ve García-Sastre. “Está prácticamente claro por el análisis genético que el virus que está causando la epidemia es el que salió del brote de Wuhan. Por tanto, es muy difícil que ese virus circulara por Europa antes y luego volviese a Wuhan”, indica el microbiólogo.
Por ello, García-Sastre cree que las muestras encontradas en Barcelona “hay que fragmentarlas. Podría ser un virus relacionado, o uno desconocido similar, no tendría siquiera por qué ser un virus humano. Lo que se tiene es un resultado positivo por PCR del SARS-CoV2, para saber si estamos hablando del mismo virus que ocasionó la pandemia hay que secuenciarlo”.
La expansión que sorprendió a todos
El investigador del Monte Sinaí de Nueva York no ve en la rapidez con la que ha circulado el coronavirus algo excepcional. “Es excepcional porque una pandemia como esta ocurre una vez cada 100 años, pero no por la rapidez con la que se ha extendido. Con el VIH ocurrió algo parecido y la propagación fue más despacio porque la transmisión era sexual. Si el VIH hubiera sido un virus de transmisión respiratoria, se hubiera expandido tan rápido como el coronavirus”.
“La globalización es el caldo de cultivo para el virus porque le ha permitido moverse más allá de las fronteras y hacerlo muy rápido, porque no estamos hablando de cuando las enfermedades viajan por barco, ahora estás en siete horas en Asia”, explica el biólogo Iñaki Comas, investigador del Instituto de Biomedicina de Valencia del CSIC. Comas trabaja en el proyecto de secuenciación de coronavirus en España. Están recopilando muestras de virus procedentes de enfermos de 40 hospitales de todo el país y su objetivo es secuenciar más de 20.000 muestras del coronavirus.
La genética será la que de luz sobre las preguntas más importantes de la pandemia y forme el mapa imposible de la transmisión en la globalización
La genética será la que dé luz sobre las preguntas más importantes de la pandemia y forme el mapa imposible de la transmisión en la globalización. “Viendo la tasa de mutación del virus podemos decir cuánto tiempo ha necesitado para acumular la diversidad que tiene. Con las cerca de 40.000 secuencias que hay ahora mismo hechas del coronavirus en todo el mundo, se ve muy bien que el origen está en China en noviembre de 2019. No sabemos si hubo un salto de animales a humanos o varios saltos, o si los hubo antes. De hecho de cómo era el coronavirus en ese momento no hay muestras, pero nuestros modelados nos dicen que todo proviene de un virus de noviembre de 2019”, asegura el biólogo.
Usando las diferencias genéticas entre los virus que infectan a cada persona van a ser capaces de trazar cuál es la transmisión del virus, “juntando la secuencia española con la del resto del mundo podemos ver cómo se parece a las de otros países y hay métodos, juntando con información epidemiológica, que nos van a permitir decir si ese virus ha sido importado a España o si ha sido exportado. Además, podemos seguirlo a lo largo del tiempo en España, y podemos ver cómo se ha ido expandiendo”.
Las diferencias entre los brotes
De momento tienen claro que en España y en todos los países funcionó parecido “hubo múltiples introducciones del virus y algunas de ellas fueron exitosas. Estamos analizando cuántas de estas introducciones hubo por dónde fueron y cuáles fueron exitosas en su transmisión y cuáles no. Posteriormente tendremos que ver las razones por las que han tenido más éxito que otras. Esto lo podremos también saber a nivel comunidades autónomas por qué en unas han tenido más éxito su expansión que en otras”.
Podremos también saber a nivel comunidades autónomas por qué en unas han tenido más éxito su expansión que en otras
De la misma forma Comas tiene claro una de las razones por las que nos sorprendió el virus en varios países. “Cuando empezó la epidemia todos miramos a coronavirus parecidos como el SARS y el MERS y estos tenían muy ligada la transmisión a los síntomas, de tal manera que si alguien aparecía en el hospital lo diagnosticamos y se ponía en cuarentena y no transmitía más. El problema del coronavirus de esta pandemia es que cuando llegan al hospital ya han transmitido o ni van al hospital, porque son asintomáticos. Es un perfil de transmisión muy diferente a la de otros coronavirus”, explica.
Esta forma de transmitirse y la globalización han creado el escenario perfecto para la expansión del SARS-CoV-2 por el mundo. El país que pese a contar con importantes aeropuertos y conexiones mundiales ha aguantado el impacto del coronavirus ha sido Alemania. Para Comas su sistema de Salud Pública en combinación con su industria biotecnológica que les permitió hacer PCR de manera masiva se han revelado como la mejor arma de protección.
Una lección clara para el futuro inmediato. García-Sastre “Hay millones y millones de virus circulando en el mundo, la mayoría no tiene capacidad para infectar a humanos. Pero hay unos pocos que sí y es cuestión de probabilidades”. García-Sastre apuesta, ante la imposibilidad de predecir un nuevo ataque pandémico, por tres armas fundamentales. “Actualmente, el método para diagnosticar virus es PCR. Por lo que lo primero es poder producir y hacer PCR suficientes para rápidamente detectar y aislar. Segundo, tener capacidad para aumentar la capacidad hospitalaria, no funcionar al límite como ahora. Y por último, a largo plazo, intentar buscar soluciones científicas de plataformas vacunales más universales, que facilitarían estas vacunas. Ha habido un gran relajo en la búsqueda porque no se consideraba prioritario. Vacunas y, por último, fármacos, porque tampoco se ha realizado suficiente investigación en antivirales de amplio espectro. Y eso da lugar a que no tengamos antivirales universales que usar cuando surgen nuevos virus”, concluye.
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