El cáncer, el peor enemigo de nuestra salud en las últimas décadas, ha consumido años y años de investigación científica sobre la que ahora unos investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) se apoyan para luchar contra la COVID-19. Inspirándose en la manera en la que funcionan los tumores y cómo los combatimos para hacer lo mismo contra el Sars-CoV-2.
“Los virus no tienen proteínas, secuestran la maquinaria celular de nuestra células y utilizan nuestras proteínas para crecer. En este punto, son parecidos a los tumores. Un tumor, a fin de cuentas, es una de nuestras células que se ha descontrolado; cuando nosotros buscamos una manera de curar un cáncer buscamos qué procesos están más presentes en las células tumorales que en las otras células. ¿Cuáles son estos procesos? Normalmente los de crecimiento, las células tumorales crecen mucho más rápido y nosotros buscamos productos químicos que maten a las células que crecen más rápido”, explica Fernando Díaz del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC).
Esta misma estrategia la emplean contra un virus que ha tomado el control de la célula y le obliga a trabajar para él. “El virus tiene que obligar la a la célula a producir, en días, millones de nuevos virus y liberarlos. Estos mismos procesos que están exacerbados para crecer en un tumor están exacerbados para crecer un virus. Si nosotros los interrumpimos impedimos que el virus crezca”, añade el investigador.
Esta es la hipótesis de partida que les ha conducido a centrarse en un punto débil del cáncer que también puede impedir la expansión del coronavirus. “Lo que hemos visto es que el coronavirus usa, como otros virus, una parte de la célula para transportarse. El virus se une a la superficie de la célula y tiene que llegar hasta el núcleo que es donde puede tomar el control y esto lo hace utilizando, secuestrando, las proteínas que nuestro cuerpo utiliza para llevar cosas desde la superficie de la célula hasta el núcleo y desde el núcleo hasta la superficie de la célula. Estas proteínas se mueven por unos raíles que se llaman microtúbulos. Estos microtúbulos son necesarios para que crezca la célula, por eso es la diana favorita cuando se usan antitumorales. Los más comunes, los de la leucemia, los del cáncer de mama están dirigidos hacia los microtúbulos”, explica Díaz.
Lo que están investigando es si usando estos antitumorales se puede hacer que el virus no se mueva. “Teóricamente el virus debería ser más vulnerable a este tipo de fármacos porque el virus fuerza a la célula a trabajar mucho más rápido que cuando es una célula tumoral. Así que la teoría dice que bastarían unas concentraciones más bajas”.
De momento han dado con cuatro antitumorales que son efectivos"
Los científicos del CSIC han creado un sistema-modelo que les permite ver si va a funcionar o no. “Cuando vemos si funciona se lo pasamos a los clínicos que ellos ya hacen una prueba de fase 2”, asegura.
Tienen varios fármacos que han interrumpido los raíles [los microtúbulos]. De momento han dado con cuatro antitumorales que son efectivos. Uno que se usa contra el cáncer de pulmón, otros dos contra el cáncer de mama metastásico y dos contra la leucemia”, explica.
Para dar con ellos el proceso ha sido “pintar al virus de verde, y diseñar un tumor de pulmón al que infectamos con el virus y si la superficie se va poniendo verde vemos que la infección va creciendo, de esta manera poniendo fármacos vemos cual impide que se ponga verde y ese es el que funciona”.
Las ventajas de los antitumorales
Si se sigue adelante con estos fármacos, la ventaja es que ya se sabe la dosis que se puede poner a un paciente de manera segura. La idea es destinar los fármacos a aquellos enfermos de COVID-19 más graves, ya que estos medicamentos aunque seguros no se pueden dar a los casos leves pues sólo serían útiles para esos momentos de la gran extensión de la infección por COVID-19 que se da en los peores casos.
No estamos hablando de los 2000 euros del remdesivir, sino de unas decenas de euros"
"Para octubre seguramente tengamos los resultados de fases más avanzadas de estudios clínicos, si los resultados son positivos en muy poco tiempo se podrían estar aplicando porque su seguridad está probada", mantiene el investigador.
Además de ser fármacos cuya seguridad está garantizada por años de uso, son medicamentos de un coste bajo y asumible. “No estamos hablando de los 2000 euros del remdesivir, sino de unas decenas de euros”, asegura Díaz.
Esta investigación no sólo se apoya en conocimientos previos sino que sienta las bases para posteriores avances todavía más importantes. “Si funciona, podríamos estar ante el primer antiviral de amplio espectro, además de darnos pistas para otras investigaciones de enfermedades como el alzheimer", añade Díaz.
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