Durante los peores momentos del confinamiento, con la Covid-19 extendiéndose por el planeta, la falta de mascarillas para sanitarios y otras profesiones que se mantenían en activo mientras los demás nos encerramos en casa fue uno de los mayores problemas de todos los países. Nos dimos cuenta de que con la globalización habíamos dejado en China la manufactura de gran parte de los productos sanitarios que necesitábamos para enfrentarnos al envite del coronavirus.
Esto ya no nos volverá a pasar, al menos con las mascarillas. Ya son varios los fabricantes que hacen mascarillas en España. Pero además de hacer muchas mascarillas, ya podemos comprar mascarillas mejores y hechas en España. Esto es lo que ha conseguido un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha desarrollado un nuevo material para filtros de mascarillas sanitarias basado en nanofibras.
Este nuevo material, desarrollado por el equipo del investigador José María Lagarón, del Instituto de Agroquímica y Técnica Alimentaria (IATA-CSIC) hace que las mascarillas sean más seguras, más duraderas, puedan contener un agente antimicrobiano y hasta han conseguido que sean biodegradables. Esta semana ha llegado al mercado español el primer medio millón producidas con este material filtrante y, a lo largo de las próximas semanas, también se comercializarán en Alemania y Latinoamérica.
“Llevábamos varios años trabajando con nanofibras para aplicaciones biomédicas y farmacéuticas, vimos que se podían usar para mascarillas y en tres semanas desarrollamos la tecnología y la patentamos”, explica a El Independiente Lagarón.
Tras la patente, Bioinicia, la empresa de base tecnológica del CSIC, empezó a trabajar en el escalado de la producción junto con empresas españolas que usando su material confeccionan las mascarillas. “Tenemos un acuerdo con cuatro empresas y desde esta semana ya están en el mercado".
Estamos desbordados, la gente ha visto mucha piratería y poca calidad en esto de las mascarillas"
“Contamos ya con doce distribuidores internacionales. La escalabilidad ha sido muy grande. Ahora tenemos capacidad para hacer mascarillas con nuestros fabricantes entre 4 y 6 millones al mes, pero desde finales de septiembre Bioinicia tendrá capacidad para hacer 11 millones de mascarillas a la semana”, explica el científico.
“Estamos desbordados, la gente ha visto mucha piratería y poca calidad en esto de las mascarillas y perciben que es una tecnología con garantía científica desarrollada por investigadores del CSIC y que hay una responsabilidad social de que el producto es bueno y puede ser mejor con las mejores calidades”, asegura Lagarón.
Mascarillas mejoradas con ciencia española
La razón de su innovación se encuentra en usar esas microfibras en vez del material de la mayoría de las mascarillas que están “hechas con un tejido, el spundbound, que se hace de polipropileno, y esa producción, en un 90%, se localiza en China. Con la pandemia la distribución del material se interrumpió, China lo consideró estratégico y poco a poco se fue abriendo a exportar mascarillas, que luego vimos que muchas no tenían calidad ni cumplían la norma europea”.
Además de que liberan a España de la dependencia de China para la producción de este material, hoy estratégico, el éxito de estas mascarillas radica en que tienen importantes ventajas competitivas. El poro de las mascarillas tradicionales, el microespacio por el que pasa el aire pero no el virus, es más grande que el poro que deja las microfibras. El virus, en las tradicionales, se queda adherido a la mascarilla al atravesar el poro por el efecto electrostático que causa el material, el problema es que cuando se emite humedad por la respiración se provoca que la mascarilla pierda esa carga electrostática, por lo que no atrapa los virus y se respiran. Por ese motivo no se pueden usar mucho tiempo.
Su capacidad de filtración es permanente, así que su uso es más duradero"
“Con la microfibra no pasa porque su poro es más pequeño, su capacidad de filtración es permanente, así que su uso es más duradero. Por otro lado, esta mascarilla permite ser esterilizada con una solución alcohólica en spray. Adicionalmente, al ser más finas que las convencionales disipan mejor el calor y la humedad, el confort general aumenta y se reduce el empañamiento de las gafas”, añade. Todo es tecnología española que, en caso de una nueva interrupción del comercio, tendrían capacidad de suministrar mascarillas al mercado español. “Es una relocalización de productos sanitarios críticos con tecnología mejorada, por eso creemos que esta tecnología durará más allá de la pandemia, creando un nuevo estándar de filtración”, mantiene el investigador.
Mascarillas biodegradables y antimicrobianas
Además de todas estas ventajas las mascarillas llevarán, a partir de septiembre, un agente antimicrobiano de manera que “los microorganismos se inactivan a la hora de estar en la mascarilla”. Y, como última innovación, han desarrollado unas mascarillas biodegradables, por lo que tanto si acaban en el mar como si terminan en un vertedero se biodegradarán. “Todo esto sin perder las otras ventajas, porque las nanofibras serán diferentes para ser biodegradables”, asegura.
Las mascarillas tipo quirúrgicas biodegradables, que previsiblemente pondrán a la venta a finales de septiembre, tienen una capacidad mucho mayor de filtrado. “En una mascarilla quirúrgica convencional de cada 100 partículas que llegan a la mascarilla pasan alrededor de 35 o 40, con la nuestra sólo pasan entre 1 y 3. Nuestro nivel de protección es mucho mayor", mantiene el investigador.
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