La revista Nature Metabolism recoge la publicación de un estudio liderado por investigadores del CNIC dirigidos por José Antonio Enríquez y el David Sancho, y que ha contado con la colaboración de los centros David Geffen School of Medicine y el Departamento de Medicina/División de Cardiología, ambos de la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA), en EEUU, la Universidad de Eastern Finland y la Kuopio University Hospital (Finlandia), y las Universidades de Salamanca y Complutense de Madrid.
El estudio explica cómo los macrófagos, responsables de descubrir, de engullir y de destruir patógenos lo que los convierte en esenciales en la respuesta temprana a infecciones, cumplen, además, un papel fundamental en el funcionamiento adecuado de nuestros tejidos y la regulación de la obesidad. Esta investigación muestra cómo ocurre esta regulación y este descubrimiento podría servir para diseñar nuevos tratamientos para la obesidad y el sobrepeso, y para algunas patologías asociadas como el hígado graso o la diabetes tipo 2.
Nuestro cuerpo es muy inteligente y cuando detecta exceso de comida lo convierte en una reserva de la que tirar cuando no nos alimentamos. “Nosotros estamos preparados como mamíferos a ser extraordinariamente eficientes en el aprovechamiento de los nutrientes que acaban llegando a la sangre. Porque no hay garantía de que podamos comer todos los días, no la había, en el tiempo en el que se desarrolló. Así que nuestro cuerpo tiene un sistema para almacenar los nutrientes y el almacenamiento en forma de grasa es el más eficiente, porque con menos peso consigues mayor proporción de calorías almacenadas”, explica el director de la investigación, José Antonio Enríquez.
La clave de esta investigación es una proteína, la Fgr, que es vital para que el macrófago mande la orden de acumular calorías.
El investigador del CNIC destaca la precisión de este proceso: “El cuerpo está completamente estructurado en señales informativas y no son las células individualmente las que deciden almacenar los nutrientes hay un sistema centralizado que es el tejido adiposo, pero para empezar a almacenar el cuerpo tiene que estar seguro de que hay exceso ¿Quién interpreta este exceso? Los macrófagos, entre otros. Cuando hay un nivel alto de ácidos grasos en la sangre los macrófagos mandan la señal para almacenar en el tejido adiposo”. Los macrófagos están en todos los tejidos de nuestro cuerpo y pueden interpretar señales en todas partes.
La clave de esta investigación es una proteína, la Fgr, que es vital para que el macrófago mande la orden de acumular calorías. En su estudio los investigadores retiraron la proteína Fgr de ratones de manera que anularon la acumulación de grasa que se eliminan por la orina. Los resultados, obtenidos en ratones, han sido corroborados en cohortes humanas, de la base de datos de la Universidad de California, en donde los autores han encontrado una fuerte correlación entre la expresión de Fgr y los efectos negativos derivados de obesidad.
Los primeros resultados abren la posibilidad de emplear inhibidores específicos de la proteína Fgr como tratamiento para los pacientes obesos. "Si bien este proceso todavía llevará tiempo", como asegura el científico, la idea es crear un fármaco que acompañando a una dieta más sana reduzca la obesidad. Solo en España se estima que, en poco más de una década, para 2030, habrá 27 millones de adultos, el 80% hombres y 55% mujeres, con problemas de obesidad o sobrepeso.
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