Aniquilar la vida social, este es el plan que se baraja en Reino Unido para frenar los contagios de Covid-19 en la parte norte del país y, posiblemente, en Londres. Se cierran bares y restaurantes durante dos semanas y se prohíben las reuniones en casas, sin fecha determinada de caducidad. Se mantienen los colegios abiertos, las tiendas, las fábricas y las oficinas que no puedan teletrabajar.
Esta medida, en discusión en Reino Unido, sería ir un paso más en las acciones tomadas ya en el país, que sumó el domingo 5.693 nuevos contagios. Una medida que salvaguarda la vida económica de la zona confinada, salvo la hostelería, pero suspende la vida social de los habitantes a los que afecta.
Salvador Macip, médico e investigador en la Universidad de Leicester en Reino Unido valora positivamente este confinamiento. “Es importante tomar medidas cuando los casos se descontrolan, y el confinamiento es la única arma que hemos visto que funciona. En el Reino Unido se ha empezado a aplicar con muchos menos casos que los que hay en Madrid. Creo que también haría falta aplicar algún tipo de confinamiento en España”, afirma el investigador.
Según Macip esta forma de confinamiento social le vendría bien a España para empezar, “para evitar tener que confinar como se hizo en la primera ola”.
Cerrar interiores y ayudar a los hosteleros
Manuel Franco, profesor de Epidemiología la Universidad de Alcalá en Madrid y la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins (EE UU) considera que estas medidas “ya las teníamos que haber hecho en Madrid hace tiempo”. Desde su punto de vista son buenas medidas: “Se trata de mantener la economía y el sistema educativo y que apoyemos todas aquellas partes que no queden más remedio que cerrar”.
Es un despropósito que siga funcionando todo lo que tiene que ver con interiores".
Según Franco, “es un despropósito que siga funcionando todo lo que tiene que ver con interiores. La evidencia nos dice que en una sala cerrada es 20 veces más probable que te infectes si hay una persona contagiada y que está en un sitio donde la gente está hablando, chillando o teniendo una reunión social, sea por trabajo o por ocio”.
Franco entiende las reticencias de los sectores afectados, “si la hostelería está haciendo presión en Madrid para no cerrar, que les den ERTE, ayudas económicas o subvenciones para estufas en las terrazas”. Pero advierte que no basta con confinar sin más: “Para cerrar quince días hay que tener muy claro el proceso de evaluación, hay que tener los recursos para evaluar todos los indicadores, no sólo los contagiados, ingresos y fallecimientos, sino que hay otros indicadores en epidemiología que te pueden dar un retrato de lo que está ocurriendo y si es efectivo ese confinamiento social”.
Sacrificios en la vida personal
Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública y director del departamento de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández no tiene claro si bares y familias son las fuentes de contagio más importantes, "esto es algo que echamos de menos, saber más del origen de los casos durante este periodo que hemos vivido, vamos a llamarle de relajación", explica. "Si los casos provienen de las familias y de los bares pues es una medida que puede ser sensata, pero si no viene de ahí estaríamos igual. Está claro que reducir las interacciones sociales puede contribuir, pero no sé cómo se implementa esto, en los bares está claro, pero en las casas es más complicado, a no ser que la gente haga caso. En algunos países nórdicos permiten las burbujas sociales de familiares que no tienen contacto con nadie más allá de sus trabajos", asegura el catedrático.
"En Reino Unido hay mucha menor densidad de bares, aquí si los cierras, la gente se va a seguir quedando en otro ámbito", afirma. En este sentido este experto en Salud Pública considera que es preferible mantener las terrazas, "porque sabemos que es más difícil contagiarse en ellas que en un entorno cerrado".
En sitios como Madrid hay que disminuir las probabilidades de interacción social, los interiores hay que reducirlos al mínimo posible o cerrarlos
Lo que seguro se desprende de la iniciativa británica es que si no queremos un confinamiento total y queremos preservar la economía tenemos que ir haciendo sacrificios de nuestra vida social personal. "La gente tiene que entender que se tienen que evitar hacer interacciones en interiores. La reducción de las reuniones a seis personas y que estas sean las mismas siempre [como un grupo burbuja] sería lo ideal", mantiene este experto.
Tampoco parece que nos estemos comportando de la mejor forma ni en interiores ni en exteriores, “en cuanto estamos en un entorno de amistad nos relajamos”, afirma. Para Hernández "si la gente se toma en serio las medidas de distancia social las terrazas son viables, lo que no es viable es una barra de un bar o un bar cerrado, especialmente con una incidencia alta. Los interiores son sólo viables cuando se puede hacer seguimiento de los casos y hay 10 casos por cada cien mil habitantes, pero nos hemos metido en la desescalada sin recursos, se salió del confinamiento sin tener los compromisos cumplidos", mantiene.
"En sitios como Madrid hay que disminuir las probabilidades de interacción social, los interiores hay que reducirlos al mínimo posible o cerrarlos. Y las terrazas con las distancias de seguridad entre sillas, no entre mesas, esto ya se está implementando, así que hay que reducir los aforos al mínimo posible en todos los lugares, como iglesias o gimnasios, cualquier sitio cerrado en el que haya un evento o celebración", concluye.
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