El coronavirus llegó a nuestras vidas en marzo y desde entonces nada ha vuelto a ser igual. Las mascarillas han dejado de ser un elemento exclusivo de las salas de quirófano. Los estrechamientos de manos, los besos y los abrazos han desaparecido de nuestra rutina. La distancia interpersonal, natural de la civilización japonesa, se ha erigido entre nosotros como un hábito propio de nuestra esencia.
Uno de los mayores distintivos de la cultura japonesa es su educación. Los ciudadanos del país del sol naciente muestran su gratitud y su nobleza en todos sus actos. La sociedad japonesa sobresale por su falta de egoísmo. Esta actitud ha salido a relucir durante la pandemia, ya que gracias a aspectos instaurados en sus comportamientos han convivido mejor con el virus. El silencio en el transporte público es básico. En Japón resulta de mala educación hablar en el metro o el autobús, y esta costumbre puede haber evitado la reproducción del virus en el transporte público.
Las medidas sanitarias tienen un objetivo claro: frenar los contagios de coronavirus. La transmisión aérea dificulta la realización de muchas actividades y nos condena a la nueva normalidad. Estos preceptos de seguridad son imprescindibles para acabar con la pandemia. A la espera de una vacuna, las administraciones tratan de proteger a sus ciudadanos. Las restricciones de aforo, los purificadores de aire y la ventilación, la desinfección constante y por supuesto el uso de la mascarilla muestran resultados positivos. Pese a que todavía no hay un tratamiento médico ni un antídoto que fulmine el coronavirus, cada vez sabemos más sobre él y podemos actuar de una manera más segura.
Vagón del silencio
Los trenes de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC) tienen un vagón del silencio desde el pasado lunes. Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB), empresa encargada del metro y los autobuses de la ciudad condal, ha creado la campaña Evitad hablar. La compañía insta a sus clientes a guardar silencio para prevenir el contagio del Covid; lo hace a través de la megafonía en el metro y por mensajes en las pantallas de los autobuses, así como mediante carteles. La ley del silencio gana enteros como una opción interesante para disminuir la propagación de coronavirus. Se trata sólo de una recomendación y su incumplimiento no conllevará sanciones, según ha explicado el conseller de Territori y Sostenibilitat, Damià Calvet, en RAC1.
La teoría de la transmisión aérea dice que cuanto más alto sea el volumen de nuestra voz, más aerosoles expulsamos. Esta recomendación se suma a las medidas establecidas y permite a los usuarios del transporte público viajar en mejores condiciones sanitarias. El Informe científico sobre vías de transmisión SARS-CoV-2 para el Ministerio de Ciencia e Innovación de España publicado el 29 de octubre apunta en esta dirección para reducir el riesgo de contagio en el transporte público en ciudades.
Al hablar fuerte o cantar emitimos 50 veces más aerosoles"
Antonio Alcamí, investigador del centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CSIC), es uno de los autores de este informe. Razona así su apoyo a esta sugerencia: "Es una cuestión matemática. Al hablar fuerte o cantar emitimos 50 veces más aerosoles, por lo que el riesgo es mayor". Alcamí señala que "es una medida más y se debe aplicar y sumar a todas las ya establecidas". Considera que "todo suma" y que puede ser "una buena medida, sobre todo en viajes de largo recorrido".
Fuentes de la Consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid han mostrado su disposición para "adoptar todas las medidas necesarias para hacer frente al Covid-19, atendiendo a las indicaciones que planteen Consejería y Ministerio de Sanidad". Asimismo, han destacado la seguridad del transporte público: "Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, de cerca de 8.000 brotes de coronavirus detectados en España, apenas el 0,05% están vinculados al transporte".
"El transporte no es un vector principal de transmisión del coronavirus", aseguran. Las fuentes de la Consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid otorgan gran importancia a "la obligatoriedad de las mascarillas, a la poca interacción entre los viajeros y a la buena ventilación que existe en el trasporte público". Además, ponen el ejemplo del Metro de Madrid: "En hora punta el aire en los trenes se renueva con una frecuencia de hasta cada 2,5 minutos". Por último, hacen referencia a las "limpiezas y desinfecciones diarias, apertura automática de puertas, prohibición de comer a bordo, señalización para los pasajeros e instalación de mamparas en autobuses".
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