Las muertes de Asunta Basterra, Gabriel Cruz, Marta del Castillo o los hermanos Ruth y José son algunos de los casos más trágicos y mediáticos de España. Estos menores perdieron la vida de manera prematura y a manos de familiares o personas de su círculo. Los autores condenados por estos crímenes comparten otro rasgo común: sus tentativas de suicidio.
Rosario Porto, madre adoptiva de la pequeña Asunta y culpable de su muerte, ha perdido la vida esta semana en la cárcel de Brieva (Ávila). Siete años después de su ingreso en prisión, ha aparecido ahorcada en su celda -en perfecto estado de revista-, tras el recuento previo al desayuno. Todo apunta a un suicidio, algo que ya había intentado en dos ocasiones.
Su caso recuerda al de Miguel Carcaño, único condenado en el caso Marta del Castillo. Aunque sin éxito, Carcaño trató de acabar con su vida con el mismo método utilizado presuntamente por Rosario Porto. Ana Julia Quezada, autora confesa del asesinato de Gabriel Cruz, también quiso poner fin a su propia vida, en este caso, con una cuchilla. Al igual que José Bretón, asesino de sus hijos de seis y dos años, Ruth y José. Se le contabilizan tres intentos de suicidio, dos mediante cortes y uno por ingesta de pastillas.
Estos ejemplos pueden responder a una conducta conocida coloquialmente por los especialistas de la salud mental como suicidio ampliado. Este concepto se atribuye a alguien que pone fin a su vida tras acabar con la de otra persona de su entorno. Lo habitual es que el suicidio se produzca justo después del crimen, no siete años después, como puede ser en este caso. Esta práctica es recurrente en casos de violencia de género. Según los datos actualizados por el Ministerio de Igualdad, el 13 de noviembre, el 36,6 % de presuntos agresores de las 41 mujeres víctimas mortales por violencia de género en 2020 intentaron suicidarse.
Causas de suicidio
De confirmarse el suicidio, hay varios acicates que podrían haber llevado a Rosario Porto a tomar esta decisión. El clima de rechazo por parte de sus compañeras convivientes en prisión -para los convictos no es lo mismo estar entre rejas por haber matado a un policía que por haber matado a una niña- o las negativas de obtener permisos penintenciarios pueden ser alguno de los factores. La realidad nunca la sabremos.
No es lo mismo estar en prisión por matar a un policía que por matar a una niña
"El suicidio es multicausal y multifactorial. Por norma general hay un desencadenante que se atribuye como motivo aunque sólo es la gota que colma el vaso", señala Javier Jiménez, psicólogo clínico y miembro de la Asociación de Investigación, Prevención e Intervención del Suicidio (AIPIS).
Juan Antonio Palacio, especialista en Psiquiatría y en Salud Pública y Medicina Preventiva, relaciona el suicidio posterior al homicidio con tres emociones: "Remordimiento, rabia y la incapacidad para manejar la situación". Jiménez apunta que para conocer las causas que empujan a esta decisión irreversible "Hay que indagar en la vida del protagonista. Las experiencias individuales marcan cada caso".
Hay diferentes escenarios pero tienen un mismo desenlace. Por ejemplo, un padre mata a sus hijos y se suicida, la intención es causar el mayor dolor posible a la madre de los niños. Otra situación atiende a un afán de posesividad, como el caso de una madre mató a su hijo cuando iba a perder su custodia. Esto responde a la actitud Si no es conmigo que no esté en este mundo. La madre decide suicidarse y quiere llevarse a su hijo con ella, no tiene nada que ver con un posible miedo a consecuencias penales. La expresión Ni contigo ni sin ti aparece cuando un maltratador que agrede de manera constante a su pareja va más allá y la mata, posteriormente acaba también con su vida.
Indicadores de suicidio
Anticipar un suicidio tiene un nivel de complicación extremo. Los planes de prevención de suicidios penitenciarios pueden ser eludidos por los presos. Son muy útiles pero el suicida puede mentir y simular un estado que difiera de la realidad para poder escapar de este control. Maquillaje, higiene, buena conducta o el convencimiento en sus palabras son las herramientas típicas para engañar en la evaluación suicida. Jiménez explica que, por regla general, "el principal predictor son los intentos previos de suicidio. Aquellos que ya lo hayan intentado son población de riesgo". Los especialistas evidencian la dificultad de quitarse la vida. El suicida que no consigue su objetivo, si repite su intento, tratará de aproximarse más a la muerte o la alcanzará.
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