Los 8.000 kilómetros de distancia entre China y España fueron suficientes para que la “misteriosa neumonía china”, de la que El Independiente se hizo eco el 8 de enero, no fuera tomada demasiado en serio. En ese momento tampoco saltaron las alarmas en el Hospital 12 de Octubre, pero sí lo hicieron cuando el coronavirus llegó a Europa. El neumólogo Javier Sayas recuerda cuándo empezó a vislumbrar la que se venía encima: “Cuando nos trasladan la caótica situación de Italia. Yo aún tengo guardados correos electrónicos de compañeros italianos que ponen los pelos de punta”.
En Cádiz se celebraron los carnavales del 20 de febrero al 1 de marzo, con 35.000 personas aisladas al norte de Italia. La polémica manifestación del 8 de marzo y el Festival de Arte Contemporáneo ARCO en Madrid - que luego se reveló como un foco de transmisión del virus - se contaron entre los últimos eventos previos al estallido de la pandemia en España. Aquellos días, sin embargo, en el Hospital 12 de Octubre las noticias italianas ya habían calado entre los profesionales y el hospital se preparaba para lo que la población aún no veía.
“El 26 de febrero ya habíamos preparado un área para doblar el circuito”, cuenta Raquel Sauca, supervisora de área de Urgencias en el hospital. “Cuando Italia cae, nosotros ya vemos que viene. La urgencia se tuvo que expandir y ocupar otras áreas del hospital, a veces lejanas”. Eso sí, ninguna previsión llegó a atisbar el alcance de la que se avecinaba. “Ninguno de nosotros, ni en la peor de nuestras pesadillas, pensábamos que iba a ser lo que finalmente fue”, recuerda Carlos Lumbreras, jefe de Medicina Interna.
Ninguno de nosotros, ni en la peor de nuestras pesadillas, pensábamos que iba a ser lo que finalmente fue"
Carlos Lumbreras, jefe de Medicina Interna
El responsable de uno de los servicios clave en la atención de estos pacientes no puede comparar ninguna otra experiencia con la irrupción del coronavirus: “A partir de la primera semana de marzo fue como un tsunami, algo totalmente inesperado que, afortunadamente, ninguno de los que estábamos aquí habíamos vivido nada ni siquiera parecido”.
“El que diga que lo podía imaginar, no es cierto”, corrobora la directora gerente del hospital madrileño, Carmen Martínez de Pancorbo. Para la principal responsable de la gestión del hospital, aquella “pesadilla” aumentó “de forma exponencial de un día para otro”. En los datos de aquellos días, los 18 casos del 28 de febrero eran 188 una semana más tarde y empezaron a contarse por miles antes de mediados de marzo.
Para absorber la llegada de contagiados diseñaron un plan de crecimiento escalonado en cinco fases para aumentar su capacidad de manera ordenada, “pero lo desplegamos en 15 días, durante la segunda y tercera semana de marzo, las semanas más complicadas en las que pusimos en marcha el plan de golpe”, afirma la directora gerente.
El hospital y sus trabajadores entraron en una dinámica que se repetiría durante semanas. “Salir un sábado o un domingo y no encontrarte a nadie por la calle, irte a casa, darte una ducha y volver y no encontrar a nadie, son cosas que parecía que estabas en una película. En una pesadilla continua”, afirma la directora gerente.
Sanitarios contra el coronavirus, la fuerza de la unión
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