La Comisión Europea hizo público hoy el contrato que firmó con la farmacéutica AstraZeneca para la compra de vacunas contra el coronavirus, pero en el documento aparecen tachados los párrafos clave. Se sigue sin saber el precio, las dosis pactadas y los plazos de entrega, pero Bruselas se apunta un tanto: la farmacéutica tiene que suministrar dosis desde Reino Unido.
El organismo europeo acordó con AstraZeneca la publicación del contrato, rubricado en agosto de 2020, en medio de la disputa entre ambas partes por los problemas de producción y entrega de la empresa británico-sueca.
La farmacéutica anunció hace una semana que no podría cumplir con la entrega prevista para el primer trimestre de 2020. Según se supo en los últimos días, AstraZeneca había comprometido 80 millones de dosis hasta marzo, pero sólo entregará 31 aduciendo un problema de producción en las dos plantas que tiene en la Unión Europea.
La Comisión, sin embargo, sospecha que AstraZeneca está vendiendo las vacunas a otros países que pagarían más por las dosis y ya inició investigaciones en la planta de Bélgica donde se supone que hay problemas de producción. Desde el Eurogrupo instan a la empresa a enviarle dosis de sus plantas británicas, que están funcionando a la perfección y surtiendo de miles de dosis diarias a Reino Unido.
En ese sentido, el punto 5.4 del contrato le da la razón a Bruselas: AstraZeneca "debe dedicar su mayor esfuerzo razonable a fabricarla vacuna en las plantas de producción localizadas en la UE, que, a los efectos de esta cláusula, incluirán las del Reino Unido".
Un documento lleno de tachones
El contrato de 41 páginas, firmado a fecha 27 de agosto de 2020, no arroja mucha luz a la polémica entre la Comisión Europea y AstraZeneca. De hecho, reafirma las declaraciones del presidente de la farmacéutica, Pascal Soriot, que aseguró esta semana que su empresa no se había comprometido a entregar ningún número de dosis concreto. "El contrato era muy claro. Nuestro compromiso fue, y cito textualmente, que haríamos our best effort (nuestro mayor esfuerzo)", señaló en una entrevista a varios medios europeos.
En efecto, en el apartado 5.1 del contrato aparece que AstraZeneca "empleará su mayor esfuerzo razonable para fabricar las dosis iniciales de Europa en la Unión Europa para entregarlas a los Centros de Distribución". A continuación aparece una fecha tachada y justo antes está la palabra "aproximadamente", por lo que no se aclaran las obligaciones legales ni las fechas. Los costes de cada dosis también aparecen tachados.
Pese a todo lo que queda por esclarecer, la comisaria europea de Salud, Stella Kyriakides, publicó un tuit en el que presumía de "transparencia" después de que el informe viera la luz. "La transparencia y la responsabilidad son esenciales para generar confianza en la gente sobre nuestra estrategia de vacunas. Acabamos de publicar el contrato con AstraZeneca. Se lo debemos a los ciudadanos. Espero que se publiquen más contratos en el futuro", señaló.
El documento publicado contrasta un poco con la palabra "transparencia". De las 41 páginas, solo 14 aparecen sin tachones y hay hojas enteras en las que no se puede leer ni una sola frase. Del calendario de entregas previsto, por ejemplo, no se ve ni un solo número. No obstante, en el primer documento PDF enviado a los medios por la Comisión se puede leer algunas de las partes tachadas con una determinada versión de Adobe.
La amenaza de Europa: endurecer las exportaciones
La Unión Europea, que invirtió 2.700 millones de euros para el desarrollo de vacunas, acordó la compra de 600 millones dosis de Pfizer, 160 de Moderna, 400 de AstraZeneca, 400 de Curevac, otros 400 más de Johnson & Johnson y 300 de Sanofi. De momento, sólo las de Pfizer y Moderna han recibido la luz verde para su comercialización y hoy se espera que la Agencia Europa del Medicamento valide la vacuna de AstraZeneca.
Ante la negativa de AstraZeneca de suministrar las dosis pactadas y sin conocer los detalles de los contratos, parece que Europa solo tiene una carta que jugar: presionar a la farmacéutica endureciendo las exportaciones de vacunas desde los países de la UE. Eso afectaría a AstraZeneca, que tiene fábricas en Bélgica y Alemania, y también a Pfizer, cuya planta europea está en Bélgica.
Si se aprueba, esta norma obligaría a todas las empresas que produzcan vacunas en territorio europeo a notificar con antelación cuando quieran exportar a terceros países, con excepción de las enviadas por motivos humanitario. «Al final, la UE ha adelantado varios cientos de millones de euros», señaló el lunes por la noche el ministro de Sanidad de Alemania, Jens Spahn, a la cadena Deutsche Welle. «No se trata de ser el primero, se trata de ser justo».
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