"¿Qué?". "Perdona, ¿me lo puedes repetir?". Desde que vivimos en pandemia y más concretamente con la mascarilla puesta continuamente, todos nos hemos preguntado alguna vez si nos estamos quedando algo sordos. Pues, al menos de forma general, no eres tú. Es la mascarilla. Así lo han confirmado ya algunos estudios, como el que se acaba de publicar en la revista Plos One, y lo corroboran los logopedas.
Según este estudio, las mascarillas pueden disminuir la capacidad para entender a alguien hasta un 18% si hay ruido de fondo y respecto a la misma conversación sin el cobertor facial. Si la voz se escucha nítidamente, la pérdida de reconocimiento puede variar de nada a un 5,5%, en función del tipo de mascarilla.
Para su experimento, los científicos de la universidad estadounidense de Villanova escogieron a 200 personas con una edad media de 37 años y las sometieron a un experimento de 14 minutos de duración en la que escuchaban a dos personas diferentes y en condiciones distintas de nitidez, con varias intensidades de ruido de fondo, procedente hasta de seis personas. Los hablantes llevaban, además, con cuatro tipos diferentes de mascarilla: dos distintas de tela caseras, una quirúrgica y una de tipo K95 o FFP2.
Lo que encontraron fue muy variado, por lo general la intensidad del sonido con las mascarillas se atenuó en 2kHz y una pérdida de hasta 27 decibelios para una de las hablantes. Traducido a la agudeza auditiva de los participantes en el estudio - si eran capaces de entender las frases con precisión - la pérdida osciló entre nula y un 18%.
Y es que, por lo general, las personas con una capacidad auditiva normal tienen gran capacidad de entendimiento, incluso con ruido de fondo o interferencias en la voz como el efecto, por ejemplo, de hablar con un bolígrafo en la boca.
Pero gran parte de ese entendimiento se basa en algo ajeno a la voz. "No es que ahora con la pandemia estemos más sordos, pero sí es verdad que nos cuesta más entender a los demás y no sólo por el hecho auditivo, que se ve alterado, sino por cómo se habla", explica la logopeda Estela Fernández, del Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid.
Fernández lo asemeja como si estuviéramos hablando todo el rato con gente que estuviera de espaldas. "Con las mascarillas nos hemos dado cuenta de lo importante que es la lectura labiofacial. No vemos los labios de la persona ni su expresión facial, que forman parte también del entendimiento".
Parte de esa dificultad para entender también está en que con la mascarilla, explica la logopeda, hablamos distinto y a veces peor: "Hay gente que habla más bajito y otra que grita más. Se respira diferente y al cambiar el patrón respiratorio lo hace también la forma de hablar".
A su consulta acude, desde la pandemia, mucha gente con disfonía (pérdida del timbre habitual de voz) agudizada o que ha aparecido por primera vez. Y también, por primera vez desde la pandemia, recibe gente "a la que hablar le agota o incluso dice que le ahoga". Muchas de estas situaciones están provocadas por las mascarillas.
"Esta es una razón más por la que son tan importantes las mascarillas transparentes, ya no solo para personas con problemas de audición sino también para otras como docentes o personas que tienen que hablar con mucha gente. Porque al final hay problemas para entender y el resultado es que se acaba rompiendo la distancia de seguridad", concluye la logopeda.
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