Quienes tienen mascotas, se preguntan si el SARS-CoV2 puede afectarles, pero también si sus perros o gatos pueden transmitirles el Covid a ellos. En este año de pandemia, las investigaciones se han centrado en los humanos pero, en paralelo, se van buscando y sumando evidencias de cómo este coronavirus puede afectar a otros animales, más allá de su procedencia de origen, casi con seguridad del murciélago.
En realidad, los animales están ya acostumbrados a esta familia de virus. “Los coronavirus son viejos amigos nuestros, son muy saltarines, les gusta saltar de una especie a otra. Por eso desde nuestro laboratorio decidimos estudiar el papel de varios animales, especialmente domésticos, para averiguar más sobre su papel frente a este virus”, explica José Manuel Sánchez-Vizcaíno, catedrático de Sanidad Animal en la Universidad Complutense de Madrid y galardonado investigador en enfermedades infecciosas veterinarias.
Junto a su equipo, Sánchez-Vizcaíno vigila de cerca el comportamiento del SARS-CoV2 en animales con diferentes objetivos: analizan muestras del virus procedentes de cuatro especies y las secuencian; tienen un programa experimental con gatos a los que infectan de coronavirus; y trabajan, además, en dos prototipos de vacuna animal por si fuera necesario inocularles. Todo ello financiado por el Instituto de Salud Carlos III de Madrid y llevado a cabo bajo su dirección en el laboratorio del Servicio de Inmunología Viral y Medicina Preventiva del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria (VISAVET) de la Universidad Complutense de Madrid.
Analizando PCR de animales de toda España
Hace ya un año que este laboratorio comenzó a recibir muestras de animales, tanto selectivas de mascotas que habían convivido con enfermos humanos de Covid o habían presentado alguna sintomatología respiratoria o digestiva sospechosa o compatible con coronavirus y aleatorias procedentes de mascotas que visitaban diferentes clínicas veterinarias y centros de protección animal. Primero procedían de las cinco comunidades autónomas que tenían más incidencia y un mayor ratio de mascotas, aunque después el proyecto se abrió y actualmente recibe muestras de toda España.
El análisis incluye muestras de perros y gatos, además de hurones y linces, estos últimos incluidos por estar en peligro de extinción. “Hasta ahora hemos analizado muestras de más de 1.000 animales, desde nasofaríngeas, nasales y suero, así como con una esponja desarrollada en el equipo que pude detectar restos virales del virus en distintas superficies e incluso en el pelo de los animales”, explica Sánchez-Vizcaíno. “Nuestro principal hallazgo es que tanto en perros como en gatos la infección tiene siempre relación epidemiológica con su dueño o cuidador, que les ha contagiado”, añade.
En el caso de los hurones sí han hallado infecciones sin relación con contacto humano y en los linces aún no han encontrado ningún positivo.
El ratio de PCR positivas ha sido bajo, aunque los positivos han sido mayores en perros y, porcentualmente, en hurones. La buena noticia es que, de momento, no han hallado evidencias de que ninguno de los animales transmita el virus a su especie ni a humanos.
Cada vez que obtienen una PCR positiva, el siguiente paso es amplificar el virus y secuenciarlo. “La secuenciación es muy importante porque nos sirve para vigilar si el coronavirus que circula entre los animales es el mismo que lo hace en los humanos o si hay alguna mutación”, explica Sánchez-Vizcaíno. Es la versión animal de la vigilancia de las variantes que ahora tanto concierne a los investigadores.
Los animales pasan un Covid muy leve
Entre los animales contagiados han encontrado un porcentaje de asintomáticos y los que sufren la enfermedad lo hacen de forma muy leve. “Los animales tienen una sintomatología similar a la de los humanos que lo pasan en casa. Están más cansados y algunos además trastornos respiratorios (rinitis moqueo ligero) y digestivas (diarrea), pero duran muy poco y nada grave. Tampoco ha habido mortalidad entre los casos que hemos visto”.
La enfermedad pasa habitualmente en dos a cuatro días aunque el veterinario indica que esto es algo que comprobarán mejor a través de un experimento específico que han comenzado hace unos días: “Hasta ahora nuestra información procedía de compañeros clínicos de los casos que estudiábamos con PCR positiva y no siempre la infección era reciente”.
Infectando gatos con estornudos artificiales
Para obtener evidencias científicas sobre el efecto de la infección en las mascotas, el laboratorio de Sánchez-Vizcaíno ha iniciado un experimento real con gatos experimentales a los que se ha infectado el virus. “Los exponemos a estornudos artificiales que serían como los producidos por una persona para averiguar con qué carga viral se infectan. Así, podremos ir viendo el cuadro clínico que desarrollan, porcentualmente cómo es este cuadro y si son capaces de infectarse entre ellos, a otras especies o a humanos”, explica el científico.
Esa capacidad infecciosa se puede medir a través de la cantidad de virus que expulsan los animales durante todo el proceso de infección.
El papel de estos gatos es muy importante, destaca Sánchez-Vizcaíno, porque servirán para “ver cómo les afecta el virus como especie, si pueden ser un reservorio activo o no y, además, para tener modelos de experimentación que puedan ser útiles para humanos y comprobar, por ejemplo, la eficacia de fármacos contra el Covid”.
Desarrollando dos prototipos de vacunas
Para adelantarse a posibles necesidades, el laboratorio de Sánchez-Vizcaíno ya está desarrollando dos prototipos de vacunas contra el Covid por si fuera necesario vacunar a las mascotas. Una se basa en el virus inactivado y la otra en la producción in vitro de la proteína S. “De momento parece que no son reservorios activos ni transmiten la enfermedad, pero seguimos vigilando el virus y buscando variantes, por lo que estamos preparándonos por si fuera necesario hacer una vacunación”.
El SARS-CoV2 es sólo el último de los muchos virus que Sánchez-Vizcaíno lleva combatiendo a lo largo de su vida, el primero el de la polio, cuando apenas tenía dos años. “Poco después decidí que quería dedicarme a combatir los virus, que me han apasionado toda la vida”, explica este investigador cuyo equipo vela porque la infección en animales domésticos no se convierta en un problema añadido a la pandemia.
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