El coronavirus no pierde el tiempo. Se ha visto una vez más, el fin del estado de alarma y la movilidad han vuelto a favorecer su expansión. Y lo ha hecho por el espacio que le hemos dejado, por los grupos no vacunados. La vacunación, de momento, sirve de efectivo cortafuegos y nos aleja de hospitalizaciones masivas de los grupos de riesgo. Son ahora los más jóvenes -sin vacuna y con alta socialización- y la alta movilidad de las vacaciones los que sirven de combustible para un rebrote cuya magnitud es una incógnita. España se adentra en una quinta ola, de naturaleza, intensidad e impactos sanitarios distintos.

Las alarmas han saltado con la variante Delta. En Reino Unido la desescalada se ha frenado, el fin de las restricciones se ha ampliado al 19 de julio, ante el auge de esta variante que se ha demostrado más contagiosa. Allí el 96% de los nuevos contagios de covid son por esta variante. En Rusia se ha cambiado la tendencia a la baja en las principales ciudades del país y en Portugal la Delta es la causante de más del 55% de los contagios. “La variante Delta es un 50-60% más contagiosa que la británica. Y esta lo era ya más que la original. Aquí hay un potencial explosivo enorme, como ya se ha visto en Reino Unido, Portugal o EEUU”, afirma Alberto Torres, Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública y miembro de  la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Smpsph).

En España la presencia de la Delta está, según el último informe de Sanidad, en un 8,7% de los nuevos contagios en áreas como Navarra. Madrid ya informó la semana pasada de que su presencia superaba el 10%. Sin embargo la incidencia en nuestro territorio se está elevando por encima de los países de nuestro entorno. Mallorca ha sido el foco de atención en los últimos días, por el macrobrote originado en los viajes de fin de estudios. Jóvenes de toda España que ya han diseminado el virus también en otras comunidades y que se unen a brotes en campamentos u otros con foco en medios de transporte, como en un avión de la pasada semana entre Mallorca y Santiago de Compostela donde llegó y dio positivo más del 50% del pasaje. En todas las comunidades autónomas la incidencia del virus entre los jóvenes es muy superior a la media y en lugares como Cantabria o Cataluña los jóvenes tienen incidencias de más de 1.000 casos por cien mil habitantes. La media nacional está en 152.

“Tenemos un grupo de gente joven sin vacunar, es el grupo que más contactos sociales tiene y se ha sumado un elemento más explosivo que son los eventos supercontagiadores, que se han producido en Mallorca y en Cantabria. Especialmente en discotecas, que son espacios poco ventilados y acumulan a mucha gente a la vez. Y si pasa lo de Mallorca que un día están en un sitio, otro día en otro porque esa es la dinámica, favorece que se produzcan más eventos contagiadores”, valora el epidemiólogo Pedro Gullón.

La antesala de las vacaciones y la movilidad que supone se ha visto ya en los primeros días de operación salida con las imágenes de los principales aeropuertos y estaciones de tren. Adolfo Suárez-Madrid Barajas ha abierto esta semana las terminales 2 y 3 que aún permanecían cerradas y solo este fin de semana se esperan más de 2.000 vuelos.

La subida de contagios es un hecho y los expertos esperan que sigan en aumento las próximas semanas. Así lo destaca Alberto Torres: “La incidencia va en ascenso, aunque la situación es muy desigual por grupos de edad. Los jóvenes son con diferencia los más afectados”.  Según el catedrático, con las medidas de restricción reducidas el virus tiene más oportunidades de transmisión. “Así que es de esperar que el virus aumente durante julio y agosto, especialmente hasta que las coberturas de vacunación no avancen mucho”, afirma. 

La parte positiva es que a nivel de asistencia sanitaria la situación es buena. “Las plantas de hospitales y las UCI están con niveles bajos de ocupación. Esta es la parte positiva de la vacunación. Pero no hay que olvidar que falta mucha gente por vacunar, algunas de ellas de riesgo: por ejemplo mayores de 60 a 69 años y gente más joven con patologías”, afirma Torres.

Una nueva situación

“Aunque entre los jóvenes la enfermedad sea grave para un pequeño porcentaje, si la incidencia es muy alta al final habrá casos graves, hospitalizaciones y muertes. Debemos ser muy estrictos ahora porque de lo contrario corremos el riesgo de cometer los mismos errores del año pasado”, apunta el epidemiólogo Joan Caylá. “Un aumento de casos, aún sin traslado a hospitalizaciones o mortalidad, tendría un impacto muy negativo en el turismo, vital para los próximos meses”, añade. Es ahí donde de momento la incidencia de los últimos días puede estar causando más daño a la vista del mapa de la aplicación de información sanitaria para viajeros Re -OPEN EUROPE

El mapa de la incidencia acumulada en España en comparación con el resto de Europa nos deja en una mala posición. Pero no podemos ver este mapa con los mismos ojos con los que lo veíamos en enero o en 2020. Así lo considera Pedro Gullón: “La incidencia acumulada por sí sola no es un indicador fiable, nunca lo ha sido, pero hasta ahora era un indicador comparable con un momento y otro”, afirma este epidemiólogo. “Ahora una incidencia alta no tiene la misma repercusión en hospitalizaciones y fallecidos, por lo que hay que ver otros indicadores como la incidencia por edad, la positividad, las hospitalizaciones, fallecidos, en fin, el resto de indicadores que estaban en el panel del Ministerio de Sanidad”, añade.

Gullón alerta de que tampoco es bueno sólo fijarse en las hospitalizaciones porque hay menos presión en los hospitales no significa que esta fase de la pandemia no afecte al sistema sanitario.  “La subida de la incidencia no es un caos total porque tenemos a los más vulnerables protegidos, ni supondrá un gran aumento de presión hospitalaria y fallecidos pero hay que tener en cuenta que algunas de estas personas podrán tener síntomas leves, habrá que hacer seguimiento y rastreo y eso lo tiene que hacer Salud Pública y Atención Primaria, y eso significa que dejaran de atender las patologías habituales”.

El portavoz de Sanidad para el coronavirus, Fernando Simón, también reconocía el pasado lunes que el aumento de casos hace esperar colapsos locales en la Atención Primaria, aunque no a nivel general. 

Sobre ese tema también llamaba la atención en El Independiente Jesús Palacio, investigador de Seguridad del Paciente en la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria y en el grupo WONCA de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el mismo ámbito: “La pandemia amaina pero no para Atención Primaria. Hay menos incidencia de casos, pero en proporción el trabajo de atenderlos disminuye más en los hospitales que en los centros de salud”. “Las vacunas previenen ingresos en hospital y UCI, hay vacunados que responden mejor a la infección y se quedan en primaria: supervisión en domicilio, pruebas, estudios de contactos, más pruebas y sin sustituciones en algunas comunidades autónomas, o muy pocas en otras, de los profesionales de vacaciones en verano”.

Sobre si este aumento de casos supondrá una quinta ola, Torres sostiene que “el suelo de la cuarta ola ya quedó muy alto, en cierta medida la epidemia ha sido sostenida y ahora vemos otra dinámica. Pero lo que hay que tener muy claro es que esto no ha terminado”.