El coronavirus ya lleva dos años entre nosotros, 24 meses extenuantes con más de 5.230.000 muertos que nos han cambiado para siempre. Entramos en el tercer año de pandemia con Europa en plena ascensión de la curva de contagios. El continente que más vacunados tiene no ha podido arrinconar al virus y, para colmo, la aparición de la variante ómicron amenaza con un virus más transmisible que puede impulsar más la curva de contagios en los próximos meses, además de poner a prueba la resistencia de las vacunas.
La variantes beta y delta, las más contagiosas hasta la fecha, no han podido saltarse la inmunidad creada por las vacunas. No está claro si ómicrn podrá con la inmunidad de las vacunas, pero sí sabemos que después de ómicron vendrá otra variante que volverá a poner a prueba su eficacia, así será mientras el virus circule. Se está trabajando en 329 vacunas nuevas según la Organización Mundial de la Salud. Que una de ellas sea esterilizante, esto es, que evite que los vacunados se contagien y que no contagien a los demás, sería determinante en el duelo entre vacunas contra variantes del coronavirus.
Tener una vacuna esterilizante es, en este momento de la pandemia, una especie de santo grial pero como recuerda el inmunólogo Jorge Carrillo, vicepresidente de la Sociedad Española de Inmunología, “vacunas esterilizantes hay en general muy pocas porque para que funcionen se necesita generar la inmunidad en el lugar por donde ataca el virus y que ésta sea de larga duración”.
Ese es uno de los objetivos aunque no el único de lo que se llama la segunda generación de vacunas, que buscan además la adaptación a las distintas variantes. Actualmente la Organización Mundial de la Salud tiene registradas 329 candidatas vacunales, 135 de ellas en ensayos clínicos (en humanos). Sobre si alguna o varias de estas serán esterilizantes, el investigador Salvador Macip afirma que “hasta que no se prueban no se sabe, pero la segunda generación de vacunas será seguramente mejor que la primera y es muy posible que alguna de ellas sea esterilizante”.
Uno de los proyectos más avanzados en este sentido parte de España y es el que dirige en el Centro Nacional de Biotecnología el virólogo Luis Enjuanes. Se trata de una vacuna que podría administrarse vía intranasal, mediante un spray, de forma que la respuesta inmune se produciría en las mucosas y no permitiría al virus entrar en el cuerpo. Su proyecto se encuentra en el final de la fase preclínica (pruebas en animales) y según la investigadora del CSIC Matilde Cañelles, “los resultados han sido buenísimos y ya están preparándose para comenzar ensayos clínicos, lo que es muy buena noticia”.
La de Enjuanes es una vacuna compleja, basada en un replicón ARN del virus. En ella se utiliza no solo la proteína S (en la que se basan la mayoría de las vacunas actuales) sino todo el virus, lo que apunta a una inmunidad más completa, como explicaba a El Independiente la investigadora de su equipo Sonia Zúñiga: “Algunos de los proyectos chinos más avanzados se basan en el virus pero sólo está tratado químicamente para inactivarlo, de forma que no se amplifica. La ventaja de la nuestra es que el virus, con la modificación genética, se autoamplifica y la dosis que habría que poner sería menor que las otras”.
El proceso sin embargo va lento y Cañelles sitúa la llegada de esta vacuna a final de 2022. “El paso de ensayos animales a humanos es muy complejo y delicado. Pasa a manos de la agencia reguladora, que tiene que evaluar lo que se ha hecho en animales y definir cómo se van a hacer las fases en humanos. Algo más complicado en España ahora que está casi todo el mundo inmunizado”.
Mientras tanto, otras de las vacunas llamadas de segunda generación están ya adaptándose a variantes o mejorando otros aspectos. Así sucedió por ejemplo con la vacuna de Curevac. El laboratorio decidió retirar el desarrollo y análisis de su primera candidata para centrarse en una de segunda generación, con mayor inmunogenicidad (10 veces más según dijo el laboratorio, adaptada a variantes y de posible administración conjunta con otras enfermedades.
Ambas opciones de mejora deben caminar en paralelo, como apunta el epidemiólogo Daniel López-Acuña. “Es importante apuntar a desarrollar vacunas que no sólo protejan de la severidad y la muerte sino que sean esterilizantes. De la misma manera vamos a tener que desarrollar vacunas que nos protejan de las nuevas variantes que surjan y que nos lleven a ciclos de vacunación periódica”, afirma el exdirectivo de la OMS..
Es importante apuntar a desarrollar vacunas que no sólo protejan de la severidad y la muerte sino que sean esterilizantes".
DAniel lópez acuña
Para el desarrollo de esas vacunas de segunda generación la ventaja es que el tiempo, por ejemplo, de adaptación a variantes sería menor. En “tres o cuatro meses” fijó recientemente la Agencia Europa del Medicamento (EMA) el posible tiempo de adaptación a la nueva variante ómicron. “No sería necesario volver a empezar de cero porque las vacunas ya están probadas y no haría falta hacer los test de seguridad”, apunta Macip.
La llegada de la variante ómicron, que ya circula en más de 30 países, ha supuesto un nuevo desafío. “Cada vez que aparece una variante vuelve la incertidumbre de si las vacunas serán efectivas contra ella. Hasta ahora continúan teniendo eficacia, aunque haya podido bajar un poco”, afirma Carillo.
Frente a la posibilidad de adaptar las vacunas a nuevas variantes, el inmunólogo subraya que “el problema de adaptarlas es que no se puede predecir, por tanto siempre iremos por detrás. Y eso va a seguir ocurriendo mientras haya lugares con tasas tan bajas de vacunación, este problema es global”.
Pedagogía de la pandemia
Lo que tienen claro los expertos es que la carrera entre la vacunación y las variantes va a continuar, es la tónica del próximo año o año y medio. “Esto siempre ha sido así, lo que pasa es que la percepción de la población no ha sido que esto iba a evolucionar de esta manera”, afirma Macip.
Para este científico no se explicó bien que esta situación iba a ser así, “lo sabíamos desde hace tiempo estaba anticipada y va a seguir así hasta el final de la pandemia”. Culpa a los políticos que han querido poner fechas y cifras para dar con el fin de la pandemia como la vacunación al 70%. “Había necesidad de ver el final de la pandemia y los políticos jugaron a estas expectativas que los científicos sabíamos que no eran realistas. La pandemia durará hasta que el planeta esté bien vacunado, así que nos queda un año o año y medio. Mientras el virus circule habrá variantes, lo que pasa es que la mayoría de las variantes no hace nada pero, de vez en cuando, sale una que preocupa como es el caso de ómicron.
La pandemia durará hasta que el planeta esté bien vacunado, así que nos queda un año o año y medio".
Salvador Macip
Los ciudadanos tenemos que ir acostumbrándonos a las evidencias de la ciencia de una manera que no habíamos vivido y en un contexto cambiante. “Antes esperábamos respuestas más rotundas y definitivas, esto hay que irlo ajustando paso a paso”, afirma Acuña. “Esto es parte de la pedagogía necesaria sobre la pandemia y que ha pecado de simplicidad”, añade. Según el epidemiólogo es necesario “educar en la complejidad de la pandemia ya que se necesita un constante reajuste de la realidad para cada momento”. Ya podemos darnos por avisados que en el tercer año de la pandemia seguiremos peleando con las variantes y pidiendo cita para vacunarnos.
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