Más de un año después de que arrancara la vacunación internacional contra el coronavirus, las desigualdades de su reparto siguen más que latentes. África es, de largo, el continente donde menos dosis se han administrado y apenas el diez por ciento de su población tiene la pauta completa.
Muchas organizaciones vienen denunciando que la liberación de las patentes por parte de las farmacéuticas permitiría equilibrar algo la balanza. Médicos Sin Fronteras aporta ahora un dato nuevo: hay más de 100 laboratorios entre Asia, África y América Latina que tienen la capacidad para fabricar las nuevas vacunas de ARN mensajero, es decir, las de Pfizer y Moderna, si las empresas compartieran la tecnología.
Según los datos de la la web de datos OurWorldInData, en el mundo se han administrado 9.710 millones de dosis de la vacuna contra el coronavirus. De ellas, solo 338 se han inoculado en países africanos. Eso supone que de cada 100 vacunas, 3,5 se han destinado al continente más pobre y segundo más poblado. Esa desigualdad podría agravarse ahora con la preocupación sobre la variante ómicron y el aumento de las dosis de refuerzo en los países del primer mundo.
Pfizer y Moderna, las vacunas más utilizadas en Europa
Las vacunas de Pfizer y Moderna son las únicas del mercado que utilizan la tecnología del ARNm. La primera se inocula en 151 países, mientras que la segunda se utiliza en 85. En Europa y Estados Unidos son las que más se han empleado hasta el momento. Su fabricación se hace íntegramente en países del primer mundo. "Ningún país en el hemisferio sur han recibido la tecnología del ARNm incluso aun teniendo capacidad de fabricación", recuerda Alain Alsalhani, farmacéutico especializado en vacunas y uno de los autores del nuevo informe de Médicos Sin Fronteras.
En la ONG se fijaron en que estas dos grandes farmacéuticas estaban fabricando sus nuevas vacunas en instalaciones que nunca antes se habían destinado a tal efecto. La planta de Rovi, en Madrid, fabrica el suero de Moderna. Entonces, se pusieron a buscar laboratorios similares en las zonas del mundo donde no hay una sola fábrica de vacunas de ARNm, es decir: Asia, África y Latinoamérica.
El resultado del estudio, realizado en base a una investigación previa del Imperial College de Londres, son 120 laboratorios que se dedican a fabricar medicamentos inyectables estériles y que tienen la capacidad para instalar una producción de vacunas de ARNm. La mayoría, 106, están en Asia, pero también hay ocho en África y seis en Latinoamérica. "Lo primero que hay que decir es que esto no quiere decir que si se liberaran las patentes mañana habría 120 laboratorios produciendo. No es tan sencillo, pero sí nos permite hacernos una idea de qué posibilidades ahí", advierte Alain Alsalhani.
Vacunas de ARNm vs. método tradicional
Este experto indica que el método tradicional de fabricación de vacunas, el que se ha empleado en los sueros de AstraZeneca, Janssen, Sputnik o NovaVax, es mucho más difícil de replicar en laboratorios que no estén especialmente diseñados para ese cometido. Las vacunas de ARNm se fabrican mediante procesos bioquímicos en lugar de biológicos, por lo que el sistema de producción es más sencillo, predecible y fácil de transferir a otros fabricantes.
Otra de las razones de limitar el estudio a las vacunas de ARNm es la rapidez: un lote del ingrediente farmacéutico activo de la vacuna de Pfizer se tarda en producir de tres a siete días, mientras que para un lote equivalente de AstraZeneca hay que esperar un mes.
"Además de que el método tradicional de fabricación de vacunas requiere de mucho más equipamiento, la tecnología ARNm sirve para el desarrollo de otras vacunas y va a ser muy importante en las próximas décadas", añade el farmacéutico de Médicos sin Fronteras. "Lo que pedimos es que haya una distribución más equitativa de la capacidad de fabricación. Creemos que la tecnología ARNm es la victoria más rápida que se puede conseguir porque las otras tecnologías llevarían más tiempo".
En el informe de Médicos sin Fronteras, recuerdan que el virus de la covid-19 puede seguir mutando en variantes de preocupación. Y en ese sentido, "el acceso distribuido geográficamente a la tecnología permitiría una rápida adaptación de la vacuna vacuna y una respuesta dirigida a las necesidades reales".
Pfizer y Moderna no se han unido a ninguna de las iniciativas lideradas por la Organización Mundial de la Salud para poner en común y compartir la propiedad intelectual, pero desde Médicos sin Fronteras no pierden la esperanza. "La clave es aumentar la presión política. Si los laboratorios y los países localizados alzan la voz, eso puede aumentar la presión sobre los gobiernos, que son los que a su vez pueden presionar a las compañías. Si se lo pedimos directamente a las farmacéuticas, no hay esperanza".
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