La pandemia de Covid ha dejado muertes más medicalizadas y menos familiares, pues los protocolos impidieron que muchos enfermos pudieran despedirse de sus seres queridos antes de morir. Sin embargo, ésta ha sido tan solo la última etapa de un viaje de décadas en las que la relación de la sociedad con la muerte ha cambiado radicalmente. Así lo cree un grupo de expertos que conforma la Comisión sobre el valor de la muerte para la prestigiosa revista científica The Lancet, que acaba de publicar un informe en el que pide "traer a la muerte de vuelta a la vida".
El informe denuncia que "los avances tecnológicos y médicos han extendido la idea de que la ciencia puede vencer a la muerte, aumentando la dependencia excesiva de las intervenciones médicas y alienando a las comunidades". Los expertos denuncian que los sistemas sanitarios y sociales de todo el mundo están fallando en dar cuidados apropiados y compasivos a quienes van a morir y sus familias. "El actual énfasis en tratamientos agresivos que prolongan la vida, el desigual acceso a cuidados paliativos y el alto coste médico de la atención al final de la vida provocan que millones de personas sufran innecesariamente al final de la vida", asegura el informe.
La doctora en Ciencias Políticas y experta en asuntos públicos Irene Bernal valora el informe como muy positivo y cree que "la sociedad se ha generado un gran problema con la muerte, es un tabú enormemente presente. Todas las conductas y el comportamiento social intenta evitarla. Y eso no es bueno porque se ha alejado de la comunidad".
El documento está firmado por 27 autores de distintos países que denuncian que demasiada gente muere mal porque las sociedades "priorizan evitar la muerte sobre evitar sufrimiento innecesario". "Morir en el siglo XXI es una paradoja. Aunque mucha gente está sobre tratada en hospitales, aún más están sin tratar, muriendo de enfermedades prevenibles y sin acceso a fármacos básicos para el dolor".
La desigualdad es otro de los problemas que refleja el informe, que refleja que en los países ricos entre el 8 y el 11,2% del gasto sanitario anual se emplea sobre el 1% que muere ese año. "Cuidar esos últimos meses de vida es costoso y en los países si atención sanitaria universal puede llevar a familias a la pobreza", indica la publicación.
"En las últimas décadas ha aumentado mucho la esperanza de vida pero la sociedad está cada vez más envejecida y no hemos sido capaces de afrontar bien la muerte", plantea Bernal en línea con el informe, que considera que las desigualdades se dan también en nuestro país. "En España el clima en torno a la muerte está muy polarizado. Hay discursos por ejemplo que relacionan la retirada de soportes vitales con matar, cuando creo que más bien sería una forma de dar a alguien una muerte natural. Hay que pensar hasta dónde se quiere llegar", explica.
"La muerte, morir y el duelo están desequilibrados", afirma el informe, "las relaciones y redes sociales [en el sentido físico de la palabra] se han sustituido por profesionales y protocolos", reza el informe.
El informe también habla de los cuidados paliativos y de cómo, a pesar de su avance como especialidad, la situación está muy desequilibrada entre países. También ocurre dentro de España. "Están reconocidos como un derecho fundamental pero hay mucha inequidad, en España según te encuentres en una comunidad autónoma u otra recibes una atención", afirma Bernal. En un informe de 2019 sobre cuidados paliativos de la Universidad de Navarra España ocupaba la posición 31 de 49 países del continente europeo.
Los expertos plantean que si bien durante la pandemia la cantidad excesiva de muertes podrían cambiar las actitudes "tal vez trayendo una mayor aceptación de la muerte", al final de 2021 "no ven evidencia de tal cambio, sino más bien de lo contrario". "Los gobiernos han priorizado intentar reducir sólo el número de muertes y no la cantidad de sufrimiento; se ha puesto un gran énfasis en respiradores y cuidados intensivos y poco en cuidados paliativos; se ha pasado por alto el duelo; la ansiedad por la muerte y el morir parecen haber aumentado; la muerte y morir ha llegado a pertenecer aún más al sistema sanitario, con las familias y comunidades excluidas".
El reto de transformar cómo las personas muerñen y hacen el duelo es un reclamo, según el informe, que cree necesario repensar la muerte. "Es una responsabilidad de todos, incluidos los gobiernos y entidades, asumir este reto". El informe apunta a un cambio desde una aproximación médica a un modelo de comunidad, compasivo y donde las familias trabajen con los servicios sanitarios y sociales en cuidar a quienes están al final de la vida.
La Comisión propone cinco principios para esa nueva visión de la muerte y el morir:
- Los determinantes sociales de la muerte, el morir y el duelo tienen que abordarse para permitir a la gente vivir vidas más saludables y fallecer en muertes más equitativas.
- Morir debe ser entendido como un proceso relacional y espiritual más que un simple evento fisiológico, con lo que las relaciones basadas en la conexión y compasión se prioricen y se vuelvan el centro del cuidado y el apoyo a la gente que está muriendo o viviendo un duelo.
- Las redes de cuidado al final de la vida deben incluir a las familias y miembros de la comunidad, más allá de los profesionales.
- La muerte, conversaciones e historias cotidianas de muerte y duelo tienen que fomentarse para facilitar la conversación, el debate y la acción pública.
- Debe reconocerse el valor de la muerte: "Sin muerte, cada nacimiento sería una tragedia".
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