Las agresiones a profesionales sanitarios se han visto incrementadas en los últimos meses. En apenas dos años, enfermeros y enfermeras han pasado de recibir aplausos a las ocho de la tarde en agradecimiento a la labor que hacen para frenar la pandemia del coronavirus, a obtener amenazas e insultos y tener que lidiar con situaciones incómodas llegando incluso, en la mayoría de casos, a denunciar los hechos.
Lamentablemente no es la primera, ni será la última vez, que este tema cope las noticias de los medios de comunicación, y muchas han sido las veces que desde el sector sanitario se ha pedido ayuda, tanto al Gobierno como a las Comunidades Autónomas. Pero las respuestas por parte de estos han sido nulas o casi inexistentes. Se trata de actos que en su gran mayoría pasan desapercibidos y que no ocasionan represalias al agresor. "Tenemos la sensación de no suponer en ningún caso una autoridad, debido posiblemente al poco respaldo que tenemos. Cuando se produce inevitablemente la agresión hay una sensación de desamparo al no obtener un apoyo", señala, en conversación con El Independiente, uno de los testimonios agredidos.
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"He sufrido varias agresiones, la mayoría de ellas son verbales en forma de amenazas, vejaciones, insultos y humillaciones aunque también, por desgracia, he sufrido físicas. Una de ellas fue una mordedura y otra una patada. Ambas precisé baja laboral"
La situación que ha provocado la pandemia, en cuanto a los pocos recursos y medios de los que dispone la sanidad en nuestro país, ha sido uno de los principales factores que han propiciado este tipo de actuaciones por parte de los pacientes. Falta de empatía y paciencia que han llevado a que muchas personas paguen con el personal sanitario situaciones que no están en manos de los profesionales. "Jamás está justificada una agresión, es una lacra como sociedad que debemos erradicar, pero desde el Observatorio Nacional de Agresiones a enfermeras/os de España detectamos que las agresiones han aumentado durante la pandemia sobre todo debido a la menor comunicación que ha existido entre profesionales sanitarios y los ciudadanos y pacientes, el incremento de la presión asistencial y que los ciudadanos no han visto en algunas ocasiones cumplidas sus expectativas de atención sanitaria", destaca Diego Ayuso, Secretario del Consejo General de Enfermería de España en conversación con El Independiente. Además añade que si el paciente no está de acuerdo con un servicio sanitario o con la atención de un profesional de la salud, se puede poner una reclamación o sugerencia. "El realizar una agresión tanto verbal como física es un delito y por tanto no hay ninguna razón para hacerlo".
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"El paciente, que se encontraba bajo efectos de tóxicos y con bajo nivel de conciencia, se volvió agresivo al realizarle una gasometría arterial y me golpeó causándome una contusión en el hombro"
Destacar que durante la pandemia, el personal está trabajando sin descanso, en muchas ocasiones sin medios adecuados, sin equipos de protección y sobre todo con un déficit de plantilla muy grande. Los ratios de enfermeros por población en nuestro país son muy bajos si los comparemos con otros países. "Estamos a la cola de la Unión Europea. Mientras que la media es de 8,6 enfermeras por 1.000 habitantes, en España tenemos 5,9 y esto provoca un déficit estructural y una escasez de enfermeras enorme. Desde el Consejo General de Enfermería pedimos mejorar la planificación de recursos humanos en el sistema de salud. Los enfermeros estamos en primera línea asistencial en todos los niveles (asistencial, hospitalario, atención primaria y sociosanitaria), sin un buen ratio de enfermero por paciente no existe calidad de la atención", señala el secretario.
Desde el Sindicato de Enfermería (SATSE) se defiende al colectivo alegando que "se hace todo posible para que la situación en hospitales repercuta lo menos posible en la atención al paciente".
Amenazas, insultos, descalificaciones o incluso empujones y puñetazos. Situaciones totalmente deplorables que cada día son más frecuentes en consulta y que sufren ocho de cada diez enfermeros y enfermeras a lo largo de su vida laboral. "Ha habido un incremento en el número de agresiones en el año 2020 respecto al 2019. Además, sigue existiendo tolerancia a las agresiones verbales y amenazas por parte de las enfermeras y desde aquí, animamos a que no toleren ninguna, y denuncien y notifiquen todas las agresiones que sufren", señala Ayuso.
Datos nada alentadores
A falta de que se hagan públicos los datos registrados en el 2021, el informe emitido por el Observatorio Nacional de Agresiones a Enfermeras del Consejo General de Enfermería respecto al año 2020, contabilizaba un total de 1657 agresiones, un 12,5% más que en 2019. Unas actitudes violentas que se han visto aumentadas en 185.
Andalucía (583), País Vasco (184) y Castilla y León (182) son las Comunidades Autónomas que más denuncias han registrado en 2020. Desafortunadamente, estos datos no son el reflejo real de lo que ocurre en consulta, son las que se han notificado y registrado. Por esta razón, desde el Consejo General de Enfermería, se anima a que los profesionales sanitarios no guarden silencio, sean valientes y hagan visibles todo tipo de situaciones denunciables.
SATSE lleva tiempo pidiendo que se establezca y formalice una ley que recoja estas situaciones y proteja al personal. Al no obtener respuesta alguna, la asociación ha propuesto cerca de cincuenta medidas para acabar contra estas agresiones entre las que destacan:
¿Qué protocolos sigue el personal sanitario ante este tipo de situaciones?
En conversación con este diario: "Para empezar hay un impreso de situaciones conflictivas que se rellena con los datos del episodio violento, pero que en mi caso no llegó a ninguna parte. Si precisamos de atención médica, que suele ser lo habitual, acudimos al servicio de urgencias para que nos valoren. Se registra en la historia clínica y se comunica a nuestros superiores. Si se tiene el valor de denunciar, tenemos que recurrir a nuestro colegio profesional para que no consten nuestros datos personales en la denuncia. En mi experiencia y lo que he podido observar de compañeros, esto acaba en nada. Tenemos algo parecido a una mutua que nos evalúa para decidir si necesitamos baja laboral considerándolo un accidente laboral. La mayoría de veces acaba en negativa teniendo que acudir a nuestros médicos de cabecera porque no solamente es la agresión física sino también el daño emocional y psicológico”, explica el testimonio agredido.
Actualmente todos los servicios de salud a nivel autonómico disponen de unos registros y protocolos de actuación para dar cobertura a los profesionales sanitarios que sufren agresiones coordinados por los servicios de salud laboral.
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