Las ciudades aún prestan poca atención al ruido como contaminante, pese a que sus efectos sobre la salud están cada día más demostrados. Prueba de ello es que la principal dificultad de esta nueva investigación sobre los efectos del ruido ha sido, precisamente, tener datos de calidad que permitan identificar su impacto en la salud.
Hablamos del estudio "Impacto del ruido del tráfico rodado en las molestias y muertes prevenibles en ciudades europeas: Un análisis del impacto en salud", que se publica en Enviromental Research a cargo de investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (centro impulsado por La Caixa). "La mayor dificultad que hemos tenido ha sido la de armonizar los datos, en muchos casos son de baja calidad y por ello no nos permite establecer comparaciones entre ciudades o países", reconoce la investigadora principal del estudio, Sasha Khomenko, a El Independiente.
El estudio analiza 749 ciudades europeas de 25 países, de las que 132 están en España. El criterio para incluir las ciudades se ha basado en tamaño y densidad de población. De los 132 millones de adultos mayores de 20 años incluidos en el estudio, casi la mitad (48%) soporta niveles de ruido superiores a los recomendados por la Organización Mundial de la Salud, que sitúa ese límite en 53 decibelios de ruido medio a lo largo de 24 horas.
El tráfico es responsable del 80% de la contaminación por ruido ambiental y la evidencia científica ya ha confirmado su efecto en problemas de salud de distinta índole. Desde las enfermedades cardiovasculares y metabólicas a la alteración del sueño, nacimientos prematuros, deterioro cognitivo y problemas de salud mental. "Nosotros nos hemos centrado en la mortalidad cardiovascular y las molestias pero es la punta del iceberg. Creo que lo importante de nuestro estudio es que muestra que el número de gente expuesta es considerable en todas las ciudades analizadas y por ello los efectos reales pueden ser mucho mayores", afirma Khomenko.
Julio Díaz es uno de los investigadores que llevan años trabajando este tema y desde el Instituto de Salud Carlos III de Madrid publicó en 2016 una de las pocas investigaciones en España que relacionaba directamente la presencia de ruido con el aumento de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, respiratorias, neurológicas o el nacimiento de bebés prematuros y con bajo peso. “En nuestras investigaciones hemos visto un aumento directo de la mortalidad en mayores de 65 años en enfermedades respiratorias y cardiovasculares comparable al de la contaminación química”, explicaba a El Independiente en un reportaje sobre el ruido. Su equipo de investigación también ha relacionado el ruido en la capital con el aumento de ingresos por diabetes, alzhéimer, parkinson o esclerosis múltiple y el nacimiento de bebés prematuros y con bajo peso.
La limitada calidad de los datos del nuevo estudio no permiten hacer comparaciones entre ciudades pero de las 3.600 muertes evitables por cardiopatías isquémicas en Europa, 538 proceden de las ciudades españolas. Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla y Zaragoza son las que más fallecimientos evitables concentran.
El estudio también mide el porcentaje de población expuesta a niveles perjudiciales de ruido, según el cual esto ocurre al 83% de la población de Barcelona, 88% de sevillanos, 86% de los de Valencia, 79% en Zaragoza y 43% en Madrid. Khomenko cree que "puede haber cierta sobreestimación en estas ciudades" y que Madrid es la que cuenta con "mayor calidad de datos".
Sin embargo mayores porcentajes de población expuesta se dan en ciudades de menor tamaño. La peor parada es Algeciras (99%), Santa Cruz de Tenerife, Pamplona, Alcorcón y Mislata, todas por encima del 95% de población expuesta a niveles perjudiciales de ruido. Todos los datos de la investigación se pueden consultar en la web de ISGlobal.
En cuanto a Europa, y teniendo en cuenta que los investigadores no recomiendan comparar entre ciudades, las ciudades con mayor población expuesta se concentran en Bulgaria (empezando por su capital, Sofía) y en cuanto a muertes evitables, las 10 primeras son Riga, Roma, Praga, Budapest, Viena, Varsovia, Sofía, Londres, Vilna y París.
Otra investigación del instituto catalán ISGlobal y la Universidad de Boston, concluyó en 2019 que la exposición a ruido elevado de tráfico aumentaba un 30% el riesgo de sufrir un ictus más grave. El estudio siguió a 3.000 pacientes atendidos en el Hospital del Mar de Barcelona entre 2005 y 2014.
Por qué nos perjudica el ruido
La responsable de la nueva investigación subraya que "el cuerpo percibe el ruido como una molestia y activa una respuesta de estrés, algo que si sucede de forma puntual no es un problema, pero sí cuando se cronifica".
Díaz explicaba también a El Independiente que el ruido se percibe como una agresión a la que el cuerpo responde con sustancias, como por ejemplo la segregación de adrenalina. "El cuerpo trata de llevar más oxígeno a los músculos con la producción de adrenalina, que aumenta el ritmo cardíaco y la presión arterial y que explica el aumento de problemas cardiovasculares”. También a través de la producción de glucosa: “Es otra forma de responder a una agresión, azúcar para quemar pero realmente la agresión no es física. Eso explica el aumento de la obesidad y la diabetes”. Otro problema más es la segregación del cortisol, respuesta al estrés, "y está demostrado que altos niveles de cortisol bajan el sistema inmunológico. Esto otro explicaría que a niveles elevados del ruido se disparen las infecciones o las enfermedades respiratorias. Además, cada vez está más relacionado el ruido con afectación del sistema autónomo nervioso y a nivel cerebral”, explicaba el investigador del ISCIII.
Todos estos efectos suponen "la segunda causa ambiental de efectos adversos para la salud en Europa occidental tras las partículas contaminantes del aire", explica Khomenko.
Para elaborar este estudio, los datos de las ciudades se obtuvieron de Urban Audit 2018, un proyecto europeo iniciado en los años noventa y que reúne información de distintas ciudades. La exposición al ruido se obtuvo de mapas de ruido de cada país en virtud a la normativa europea. En lugares donde no había datos, los investigadores aplicaron un modelo predictivo para estimar la exposición. Por último, los datos de causas de mortalidad se extrajeron de Eurostat con informaicón de 2015.
"Nuestro estudio muestra que estamos ante la punta del iceberg y que los investigadores necesitamos mejores datos y más armonizados para poder avanzar en el conocimiento de este problema y sus causas", concluye Khomenko.
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