Hace apenas un siglo que estar moreno se puso de moda en Europa. Fue tras la revolución industrial, cuando los trabajadores ganaron su derecho a las vacaciones, cuando se empezó a identificar el bronceado con una persona que pasa tiempo al aire libre y se empezó a asociar el moreno con una mujer “juvenil, aventurera y liberada”. Sería Coco Chanel, en los años veinte, quien daría además un impulso definitivo con la introducción del gusto por una ropa más ligera.
Esta es la historia del comienzo de la pasión por la piel bronceada que recuerdan José Miguel Arjona y Enrique Herrera, especialistas en fotobiología y dermatología de la Universidad de Málaga, en su artículo El broceado artificial. ¿Una razón de estética o salud?, publicado en la revista Piel en 2005. Fue precisamente ese año en el que la tanorexia comenzó a considerarse una adicción equiparable a la de otras drogas, tras la publicación de un estudio sobre el tema en la revista de la Academia Americana de Dermatología. "En este estudio se demostraba que el patrón de comportamiento de estas personas se presenta en otras adicciones en las que se pierde el control sobre sí mismos", confirma Natividad Cano, especialista en medicina estética.
Cano confirma que "las personas que sufren tanorexia nunca llegan a estar contentas con el tono que obtienen, por lo que siguen tomando el sol de forma constante y obsesiva". La especialista afirma que estos adictos "suelen someterse a intensas y prolongadas sesiones de bronceado de forma repetida y compulsiva, lo hacen de forma indiscriminada, ya sea en la playa, en la piscina, en cabinas de bronceado o donde les sea posible. La patología hace que siempre estén buscando un bronceado que no llega, ya que consideran que el color de su piel nunca es lo suficientemente oscuro".
Esos primeros 2000 fueron los del boom de los rayos UVA y precisamente en 2002 fue cuando se reguló su venta y utilización en España, pero no sería hasta 2009 cuando la Organización Mundial de la Salud consideró las cabinas de bronceado artificial como oficialmente cancerígenas. Ese año las prohibió totalmente Brasil y en 2015 lo haría Australia. Otros países como Francia se han planteado su eliminación.
Poco después del primer estudio que dio pie a considerar un trastorno mental la adicción al bronceado, otro estudio de 2006 confirmaba esa equiparación a otras drogas. Se dio a personas que se bronceaban con frecuencia (de ocho a 15 veces al mes) una sustancia que se usa habitualmente para tratar el consumo de drogas. El grupo redujo sus horas de sol en comparación a otro grupo control.
Distintos estudios han ido corroborando la relación y otro publicado en Cell en 2014 y realizado en ratones observó que la exposición a rayos UVA generaba una adicción física por la elevación de las endorfinas y causaba, en su ausencia, un síndrome de abstinencia. Esos investigadores planteaban, aún sin una evidencia científica, que parecía “probable que el uso de protectores solares proteja contra las conductas adictivas inducidas por los rayos UVA".
Quién padece tanorexia, ¿te puede estar pasando a ti?
El perfil de quienes sufren tanorexia es variado, aunque según explica Cano es más habitual verlo "en gente joven, sobre todo en mujeres de entre 17 y 40 años aunque también se ven casos de personas de edad más avanzada en torno a los 60 y 70 años".
Los síntomas de esta patología los plantearon en Tanorexia, ¿a quién afecta? ¿problemas? de María Dolores Azúa y Carmen Muro en 2014. La enfermera y la psiquiatra planteaban unos síntomas visibles principales.
- Bronceado intenso de la piel.
- Quemaduras en la piel que tratan de ocultar con maquillajes.
- Envejecimiento prematuro de la piel.
- Situaciones de ansiedad.
- Conducta de visitar soláriums y tomar rayos UVA.
- Angustia y decepción, o mal humor frente a la imposibilidad de estar todo el tiempo bajo el sol, o realizar sesiones de cama solar, lo que en otras patologías se conoce como síndrome de abstinencia.
- Obsesión por no perder la tonalidad alcanzada mediante el bronceado.
- Frustración sobre su fototipo (color de piel), ya que siempre piensan que son bastante más pálidas de lo que en realidad son, lo que se denomina "distorsión de la realidad".
- En muchos casos, estas personas llegan a dejar de alimentarse, por falta de tiempo, y usan esas horas para exponerse al sol, cosa que no es recomendable, dado que al mediodía los rayos UV son mucho más perjudiciales.
- Al igual que en la anorexia, no poseen una imagen mental de cómo se ven realmente, y se critican excesivamente al no tener una relación real de su cuerpo y de su propia imagen.
Para averiguar más e incluso autoevaluarse uno mismo, es posible hacerse un test de autoconocimiento como el que tienen en la web del Centro de Desintoxicación IVATAD.
No hay un bronceado saludable
Más allá de la adicción, los dermatólogos llevan años diciendo que no existe un bronceado saludable, como lo planteaba Ana Molina en una reciente entrevista en El Independiente: "Porque ese moreno al final nos indica que la radiación solar ha llegado a la piel, la ha dañado y nuestras células están intentando protegerse a través de la secreción de melanina, que es el pigmento que secretamos para protegernos del sol y que nos pone morenos”.
En la misma dirección apunta Natividad Cano: "El único bronceado saludable es el de la crema autobronceadora". Esta médica estética afirma, en relación a la tanorexia, que "es un problema gravísimo, ya que es la principal causa de envejecimiento de la piel, con las consecuencias que esto conlleva: enfermedades cutáneas, quemaduras, afecciones dermatológicas, daños oculares y cáncer de piel".
El problema es claro y, advierte Natividad Cano, es un fenómeno creciente. "Los propios cánones de belleza de la sociedad nos llevan a estar morenos, a tener un tono bronceado en nuestra piel. Las redes sociales no ayudan en este sentido, ya que la exposición constante de vidas idílicas a las que somos sometidos, también nos muestran este canon de belleza. Esto no solo conlleva enfermedades como ésta sino que nos está llevando a una dismorfia corporal, esto es un trastorno mental que provoca que la autopercepción del cuerpo esté totalmente distorsionada y veamos los defectos de forma exagerada, algo que afecta a las relaciones sociales y a la salud".
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