Salvo la tuberculosis y la hepatitis, cuya perspectiva es positiva para las próximas décadas, el resto de enfermedades infecciosas nos afectarán de forma más intensa en 2050. Hablamos de la gripe y los virus respiratorios, el SARS-CoV2, el VIH, las infecciones de transmisión sexual (ITS), la malaria y enfermedades transmitidas por insectos, las zoonosis emergentes, las fiebres hemorrágicas virales o, de forma muy relevante, las infecciones por bacterias multirresistentes.
Es el negativo panorama que describe el libro Las enfermedades infecciosas en 2050, que acaba de lanzar la Sociedad de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) y en el que han participado 32 especialistas. Han seleccionado las 16 amenazas más importantes en este ámbito. El presidente de la sociedad, Antonio Rivero, ha expuesto cómo en los últimos años, "la falsa percepción de que los sofisticados sistemas asistenciales y el potente arsenal terapéutico antiinfeccioso eran herramientas suficientes para resolver cualquier enfermedad infecciosa" y, sin embargo, "pocos años después la pandemia de sida demostró que la realidad era bien distinta".
Una de ellas es la gripe, para la que sugieren que "la aparición de futuras pandemias es una amenaza real", tanto por la gran variabilidad genética del virus como por la multitud de reservorios animales.
El coordinador del informe, José Miguel Cisneros, ha subrayado la importancia también de las infecciones que están condicionados por aspectos como el cambio cimático o la globalización. "Excepto para la tuberculosis y la hepatitis, las noticias para el resto de las infecciones de aquí a 2050 no son buenas", ha afirmado.
El aumento de la población con dispositivos médicos implantados o de inmunodeprimidos va a aumentar también la vulnerabilidad a infecciones.
Resistencias a los antibióticos
Capítulo aparte merecen las resistencias antibacterianas, de las que ha hablado el microbiólogo Rafael Cantón en la presentación del informe: "Desde la Organización Mundial de la Salud han transmitido tres mensajes, que las resistencias a antibióticos están entre los diez principales problemas de salud, que el tiempo se nos acaba y que necesitamos nuevos antimicrobianos".
Las cifras sobre el riesgo de las bacterias multirresistentes son muy importantes. Un informe de Reino Unido cifró en 10 millones de muertes anuales las que produciría este problema en 2050, más incluso que el cáncer. En Europa serían 499.000 muertes.
La propia SEIMC realizó un estudio en 2018 en el que estimó en 29.586 fallecimientos los provocados por las infecciones por bacterias multirresistentes. "España es uno de los países con un consumo de antibióticos más elevado y esto produce resistencias. Las consecuencias se miden en la carga de enfermedad y en las muertes asociadas", ha subrayado Cantón.
"Es un problema global pero no nos dejemos engañar por ello, hay que establecer acciones concretas"; ha incidido el especialista, en referencia a la necesidad de mejorar la formación de profesionales, a los que ha atribuido la responsabilidad. "La prescripción de los antibióticos es por parte de los médicos y el problema tiene mucho que ver con la complejidad de las enfermedades infecciosas. La prescripción es lo fácil y por eso es tan importante mejorar la formación en estas enfermedades". Y es que nueve de cada 10 antibióticos se prescriben en la comunidad y solo el 10% en los hospitales.
El informe también subraya la incertidumbre que rodea al SARS-CoV2, donde su futuro es "incierto" por "la duración de la inmunidad adquirida a través de la vacunación y/o infecciones es desconocida y a la eventual aparición de nuevas variantes con capacidad de escape inmunológico y/o de producir enfermedad grave", afirma el libro.
El informe advierte también de que el cambio climático puede provocar epidemias de dengue, zika o chikungunya en nuestro país. El informe asegura que, además, podría haber un aumento de casos de enefalitis por virus West-Nile en el suroeste español e incluso riesgo de reintroducción de la malaria, erradicada en España en 1964.
El informe, en una temática que suena tras la irrupción en Europa de la viruela del mono, subraya como "muy probable la emergencia de nuevos agentes virales de origen zoonótico. También aumentará, estiman, la población expuesta a infecciones de transmisión sexual, que llevan años en aumento.
Por último, el informe destaca que para 2050 "el empleo de agentes biológicos, microorganismos patógenos o toxinas como armas o medio de intimidación seguirá siendo una amenaza real". Es un riesgo real como reconoce la Estrategia Nacional de Seguridad de 2021, recoge el informe, y confirma que la contaminación de los suministros de agua o alimentos y la dispersión de aerosoles son las dos formas más comunes para dispersar agentes biológicos. La viruela, el ébola o virus como lassa y Junin son los más peligrosos y se consideran de alta prioridad por su riesgo para la seguridad del Estado.
Cada uno de los apartados sobre una de las amenazas se acompaña de propuestas, que suman en total 151 y cuyas líneas principales, ha explicado Cisneros, van en relación "con mejorar la coordinación para luchar juntos" o "la necesidad de que la investigación priorice las enfermedades infecciosas".
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