Para que un hombre pueda producir espermatozoides de forma óptima, los testículos tienen que estar a unos 34 a 35 grados centígrados, aproximadamente dos menos que la temperatura corporal general. Es por ello que los testículos están fuera de la cavidad abdominal, lo que les permite mantener esa temperatura, y es que cuando ésta se eleva, se producen daños que afectan a la calidad de los espermatozoides, su movilidad, e incluso la integridad de su ADN, algo que se relaciona tanto con la menor tasa de fecundación como con un mayor índice de abortos.

Así lo explica Vicente Badajoz, director de laboratorio de Ginefiv, quien explica que las temperaturas veraniegas o comportamientos como tomar el sol en la playa o piscina "no tienen por qué afectar a la calidad, sí cuando hablamos de picos de calor fuerte". Se refiere a "olas de calor prolongadas, un uso intenso de saunas o jacuzzis, estancias prolongadas del ordenador sobre las piernas o trabajos bajo condiciones de calor extremas", explica Badajoz.

Aunque el experto explica que "no es fácil observar una pérdida de calidad del semen porque se requieren distintos estudios previos y posteriores, hay investigaciones en donantes de semen donde se ha constatado esa pérdida de calidad en picos de calor". Se trata de una investigación publicada en 2020 en Environment International con más de 40.000 muestras de 10.000 donantes de semen en la que se vio cómo la temperatura ambiental idónea para la producción de espermatozoides era de 13 grados centígrados. A partir de ahí, cada aumento de temperatura de cinco grados se asociaba a una pérdida concentración de espermatozoides, número y movilidad total, así como progresiva, necesaria para que alcancen su destino en la fecundación. Las temperaturas inferiores a 13 grados también se asociaron a una reducción.

La forma en que la temperatura afecta a la fertilidad masculina también se ve afectada por patologías o condiciones previas. "De hecho, muchos pacientes con testículos en ascensor o que han pasado su período prepuberal con los testículos en la ingle en lugar de la bolsa escrotal, tienen una producción espermática baja porque han pasado mucho tiempo con los testículos a una temperatura no adecuada", explica Badajoz.

En estos momentos en que las olas de calor son cada vez más frecuentes, el experto de Ginefiv asegura que en sus clínicas "no hay un protocolo específico, pero sí unas recomendaciones de comportamiento que incluyen una correcta alimentación, evitar tóxicos, evitar ropa ajustadas o el trabajo a temperaturas elevadas; evidentemente, si uno está asfaltando al sol en una ola de calor el riesgo es tanto para su fertilidad como para su salud en general".

Esta afectación de la temperatura sobre la fertilidad masculina también se ha visto en otros estudios asociados al cambio climático, como el publicado en Nature Communications en 2018 y que asoció el daño tanto a la fertilidad de especies de insectos en el momento como en las siguientes generaciones que nacieron de fecundaciones en momentos de altas temperaturas. Las olas de calor continuadas tuvieron un efecto de casi esterilización de los machos y los investigadores concluían que este daño reproductivo "es uno de los posibles motores de la disminución y contracción de la biodiversidad a causa del calentamiento global".

En España, la natalidad está a la baja y los problemas de fertilidad han generado un auge cada vez mayor de los tratamientos de fertilidad. En los últimos años, se estima que casi un 10% de los niños que nacen en España son fruto de algún tratamiento de reproducción asistida.

Aunque los problemas de fertilidad afectan por igual a hombres y mujeres, parece ser que ellos le prestan menos atención a su situación. Así lo reflejaba una encuesta de Gad3 y Laboratorios Merck en 2019, que reflejaba que ellos creen que los problemas de fertilidad están mayoritariamente asociados a las mujeres.