Un virus es el responsable de la polio, la enfermedad que sacudió a la población infantil española en torno a la década de 1950 y provocó, según los datos del Instituto de Salud Carlos III, más de 20.000 casos hasta 1963, año en que comenzó la campaña de vacunación masiva. Entre 1958 y 1963 se vivió la peor parte de la situación, con 200 casos y 200 muertes anuales según explica José Tuells en La batalla de Madrid por las vacunas antipoliomelitis.
La enfermedad afectaba sobre todo a niños menores de cinco años y aunque en el 90-95% de los casos era asintomática o leve, "en alrededor del 1% de los casos podía provocar una parálisis severa motora y neuromuscular", como explica el doctor en Farmacia y epidemiólogo Antonio Gutiérrez Pizarraya. La polio podía afectar a los músculos respiratorios - y es icónica la imagen de niños conectados a pulmones de acero para respirar - y cuando atacaba a las extremidades dejaba cojeras y problemas de movilidad.
España, aunque con retraso respecto a los países del entorno, vacunó de forma masiva a partir de 1963, cuando la vacunación se inició el 14 de mayo en León de la mano de Rafael Nájera. "Llegamos, en itinerarios con los que recorrimos toda la provincia, a todos los niños de tres meses a siete años", recuerda el que fue el primer director del Instituto de Salud Carlos III en un artículo para la página Vacunascovid del Gobierno.
De aquello han pasado seis décadas en las que la polio ha conseguido olvidarse en España y los países desarrollados. La enfermedad no está erradicada pero apenas sigue siendo endémica en Afganistán y Pakistán en su forma original. Sin embargo, en los últimos años se han producido algunos casos esporádicos, sobre todo en Asia y África, de otra forma de polio, la derivada de la vacuna oral. "Esta vacuna, conocida como la vacuna de Sabin, es la que se administra sobre todo en los países donde la enfermedad circula de forma endémica porque además de producir defensas en la sangre, actúa en la mucosa oral y gastrointestinal por lo que corta, en buena medida la transmisión", explica Gutiérrez Pizarraya. La otra cara de esta vacuna es que utiliza un virus atenuado, "que no está inactivo sino, digamos, atenuado, por lo que puede ocurrir que una persona vacunada excrete el virus y se pueda transmitir a otra persona".
Esa circunstancia abre la posibilidad a que el virus pueda circular y es lo que ha ocurrido en los últimos meses tras detectarse virus en las aguas fecales de Londres y Nueva York en junio, y meses antes virus en Israel y Ucrania. "En el caso del enfermo de Nueva York se ha visto que el virus que le había infectado era derivado de la vacuna, por ello ha generado alarma, es un evento extremadamente raro pero puede ocurrir", subraya Gutiérrez Pizarraya.
Las aguas residuales, como también se observó con el Covid, son "unas grandes herramientas para predecir de algún modo la existencia de circulación comunitaria de un virus, en este caso la polio, sumado al caso de un joven afectado por la enfermedad, ha hecho ver que es éste virus excretado tras la administración de las vacunas el que se puede propagar. Antes se pensaba que cuando se detectaba en aguas residuales el virus era porque alguien que había viajado a una zona endémica lo había llevado", apunta el epidemiólogo.
La circunstancia de que una persona en Nueva York haya enfermado (lo hace menos del 1% de los infectados) ha puesto de manifiesto la posibilidad de que exista una transmisión comunitaria significativa del virus. Así mismo, Londres ha respondido a esta posibilidad con la disposición de una dosis extra de la vacuna para todos los niños de uno a nueve años. En el país no se registra un caso de parálisis por polio desde 1984. En Nueva York, desde el Centro de Control de Enfermedades (CDC) han subrayado que el caso de parálisis es "apenas una pequeña punta del iceberg" e instan a la población a completar la pauta de vacunación.
La situación de momento está muy localizada pero el Centro Europeo se Control de Enfermedades advertía hace algunos días del riesgo real. "Mientras haya grupos de población no vacunados o insuficientemente vacunados en los países europeos y no se erradique la polio a nivel mundial, sigue existiendo el riesgo de que el virus se reintroduzca en Europa".
Para Gutiérrez Pizarraya, son necesarias medidas como las que está haciendo el Reino Unido: "En Londres se está haciendo un llamamiento para evitar que los casos resurjan y nadie tenga que lamentar esto".
No obstante, la amenaza de la polio no es nueva. Ya antes de la pandemia de Covid distintos casos habían surgido en países no endémicos, fundamentalmente achacables a la falta de cobertura vacunal. Y la pandemia de Covid no ha hecho sino "exacerbado aún más las dificultades para mantener una cobertura vacunal uniforme en todos los distritos o regiones [...], lo que podría permitir la rápida propagación de casos", firman en The Lancet Infectious Diseases un grupo de científicos españoles este agosto bajo el título La amenaza creciente de poliovirus y el polio derivado de la vacuna en la era Covid. "Las realidades de los tiempos modernos, incluidas las prioridades de salud pública que compiten entre sí, las barreras geopolíticas, los conflictos civiles y el riesgo de futuras pandemias, impiden que los gobiernos den prioridad al mantenimiento de una cobertura vacunal uniforme para la erradicación mundial de todos los tipos de poliovirus circulantes", advierten también.
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