Es la salud, el cambio climático es una crisis medioambiental de dimensiones todavía por mesurar, pero que ya tiene un impacto directo en la salud humana. Las conclusiones presentadas en el séptimo informe anual mundial Countdown on Health and Climate Change (Cuenta atrás sobre la salud y el cambio climático) de la revista médica más prestigiosa del mundo The Lancet son contundentes. Aumentan las dolencias cardiovasculares, las enfermedades respiratorias, se incrementan las muertes por olas de calor y muchos países pierden seguridad alimentaria e incrementan la desnutrición por la reducción de las cosechas.
"Nos encontramos en un momento crítico. Vemos cómo el cambio climático está impactando gravemente en la salud en todo el mundo, mientras que la persistente dependencia global de los combustibles fósiles agrava estos daños para la salud en medio de múltiples crisis mundiales. Esto genera que los hogares sigan siendo vulnerables a la volatilidad de los mercados de combustibles fósiles, expuestos a la pobreza energética y a peligrosos niveles de contaminación atmosférica”, afirma Marina Romanello, directora ejecutiva de Countdown de The Lancet en la University College London.
Los efectos del cambio climático en la salud ya los vivimos en nuestras propias carnes y tienen efecto directos en la salud de la ciudadanía europea. El informe posee un capítulo específico sobre Europa. "Tras el verano europeo más caluroso del que se tiene constancia, Europa está tomando consciencia de la realidad que supone el calentamiento global y lo que esto significará para nuestra salud. Nuestro informe pone de manifiesto las amplias repercusiones sanitarias que ya se están dejando sentir en toda Europa", afirma Rachel Lowe directora de The Lancet Countdown en Europe, profesora de investigación ICREA y líder del equipo de Resiliencia en Salud Global del Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS).
Efecto multiplicador
El cambio climático aumenta la probabilidad y la gravedad de fenómenos
meteorológicos extremos, como olas de calor, fuertes precipitaciones, incendios forestales, tormentas y sequías, que se cobran cientos de miles de vidas cada año en todo el mundo.
Según los nuevos indicadores, en Europa la exposición a olas de calor aumentó un 57% de media en el periodo 2010-2019 en comparación con el periodo 2000-2009, y más de un 250% en algunas regiones, lo que supone un alto riesgo de morbilidad y mortalidad relacionadas con el calor para las personas mayores, los niños pequeños, las personas con enfermedades crónicas y las que no tienen un acceso adecuado a la asistencia sanitaria. La mortalidad relacionada con las altas temperaturas ha aumentado en el 94% de las 990 regiones vigiladas, como consecuencia del calentamiento observado entre 2000 y 2020.
“Los sistemas de salud son la primera línea de defensa para tratar los efectos en la salud física y mental de los fenómenos meteorológicos extremos y de los demás efectos de un clima cambiante. Pero estos sistemas están luchando para hacer frente a la carga de la pandemia de COVID-19, a las interrupciones de la cadena de suministro y a otras dificultades que ponen vidas en peligro, hoy y en el futuro”, explica la profesora Kristie Ebi, profesora del Centro de Salud y Ambiente Mundial de la Universidad de Washington.
Seguridad alimentaria y mal nutrición
Que suban las temperaturas tiene un impacto en los ecosistemas, lo que significa que la agricultura se ve afectada. El aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos amenazan impactan en el rendimiento de las cosechas acortando la temporada de crecimiento de los cultivos en 9,3 días para el maíz, 1,7 días para el arroz y 6 días para el trigo de invierno y primavera, según The Lancet.
Hay pruebas claras de que una acción inmediata aún podría salvar la vida de millones de personas
El calor extremo se asoció con 98 millones más de personas que declararon inseguridad alimentaria de moderada a grave en 103 países en 2020, en comparación con lo que ocurría anualmente entre 1981 y 2010. Un 29% de la superficie de la Tierra se han visto afectada por sequía extrema entre 2012 y 2021. en comparación con el período de 1951-1960, lo que causa inseguridad hídrica y alimentaria.
Demanda de acción
"Estos datos deberían remover de su asiento a los decisores políticos para actuar de manera firme y contundente y conseguir los objetivos del acuerdo del París, poniendo en marcha políticas de adaptación y mitigación dotadas de presupuestos acordes a las necesidades de cada lugar", afirma Irene Bernal responsable de salud global y cambio climático de Salud Por Derecho en reacciones a la publicación de The Lancet. "Vemos que a nivel global los eventos adversos como inundaciones e incendios se recrudecen, las temperaturas siguen subiendo. Se han incrementado en un 68% las muertes provocadas por el calor, agravadas ya de por sí por la propia pandemia. Esto son hechos y los países más desarrollados deben actuar ya. El tiempo de espera se acabó", añade Bernal.
El informe llama a la toma de medidas porque "a pesar de las dificultades, hay pruebas claras de que una acción inmediata aún podría salvar la vida de millones de personas, con un rápido cambio hacia la energía limpia y la eficiencia energética. Una acción climática acelerada aportaría una ola de beneficios, con sistemas sanitarios, alimentarios y energéticos más resilientes”, asegura la Dra. Romanello.
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