El pasado viernes se dio a conocer la noticia de que una niña de 12 años había muerto en Valencia por peritonitis después de haber acudido a urgencias hasta en tres ocasiones sin que se lo diagnosticaran. La pequeña Emma sufrió en los días previos fuertes dolores abdominales, fiebre y diarrea, pero los sanitarios que la atendieron únicamente le realizaron un análisis de orina antes de enviarla de vuelta a casa, explicándole a sus padres que podría tratarse de un virus o de un dolor ovárico asociado a su primera regla. Pero el pasado domingo Emma se desmayó en su casa y entró en parada respiratoria, falleciendo horas después en el Hospital Clínico de Valencia. El caso ha conmocionado a la sociedad española y ha provocado que la familia ya haya anunciado que presentará una querella penal para depurar responsabilidades.
Pero no es la primera vez que sucede algo así en nuestro país. En 2020 un niño de ocho años falleció en Petrer (Alicante), también de peritonitis, después de haber acudido cinco veces a urgencias en tres días. La familia denunció que no se le había realizado "ni una ecografía ni una analítica de sangre", y el caso está siendo estudiado actualmente por una jueza, que ordenó un informe médico del que se extrae que pudo haber "mala praxis".
De momento los sanitarios están siendo cautelosos a la hora de valorar qué puede haber fallado en la atención de Emma, y prefieren esperar a que se conozcan más detalles del caso antes de posicionarse. "Hay que ver cómo fueron realmente las consultas a la niña. Qué se hizo y qué no se hizo para ver los errores, si es que los ha habido. Lo que está claro es que cuando pasa una muerte inesperada como esta hay que analizar todo. No para buscar culpables, sino para que no vuelva a suceder», asegura Pascual Piñera, vicepresidente de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), que detalla que será el propio hospital el que deba reunirse y elaborar un informe, que posteriormente se elevará a dirección.
Mala suerte, falta de formación y dificultades
Sin embargo, el médico apunta que el "desgraciado" final pudo deberse simplemente a una concatenación de hechos fortuitos: "En 2010 un estudio arrojó que el 12% de los pacientes de urgencias tenían efectos adversos, y el 0,5% efectos adversos graves, incluido el fallecimiento. Esto es como las láminas del queso gruyere. Es muy complicado que si se ponen juntas los agujeros queden a la misma altura, pero a veces pasa. Es una situación desagradable y hay que poner medios suficientes para que no se vuelva a repetir".
En base a eso, considera que no es necesario poner el foco en la peritonitis, a pesar de que los dos casos de los últimos años hayan tenido mucha repercusión mediática. "Esta noticia sale cuando es gente joven, porque es más llamativo. Si el paciente hubiera tenido 80 años probablemente no estaría en prensa", asegura.
A pesar de las incógnitas del caso, el propio Piñera apunta la que podría ser una de las claves. Y es que desde SEMES llevan 30 años reclamando al Ministerio una formación "reglada y uniforme" para los profesionales sanitarios de urgencias, que actualmente atienden todo tipo de patologías pero no cuentan con una especialidad médica propia.
"Los médicos de urgencias compartimos nicho con los médicos de familia y medicina interna, que durante su formación no rotan por algunas especialidades como cardiología, otorrinolaringología o cirugía. La gente se autoforma en lo que cree que necesita y en lo que considera que tiene más déficit. Pero hace falta una formación completa porque hay lagunas formativas", señala.
Haciendo una posible reconstrucción de los hechos Piñera recuerda que los pacientes que llegan a urgencias no se clasifican por orden de llegada, sino de gravedad a la hora de ser atendidos. El Nivel 1 es el de mayor prioridad, y el doctor considera que un dolor abdominal como el que presentaba Emma sería catalogado como Nivel 2 o 3, lo que significaría que debería haber recibido asistencia entre los 15 y los 60 minutos. A partir de ahí, los médicos deberían haber realizado un diagnóstico diferencial, que podría haber sido más complicado si la pequeña hubiera tenido la misma afección que tuvo su hermano, una apendicitis retrocecal, tal y cómo su madre avisó mientras la atendían.
"Un dolor así puede ser de mil cosas. La apendicitis en general es una patología que tienes que descartar, pero presenta una clínica muy variada", asegura Piñera, que explica que si la chica realmente tenía una apendicitis retrocecal habría sido necesario que la hubiera atendido alguien "bastante experimentado" porque "anatómicamente estaría en un sitio inusual" al estar "escondida detrás del ciego".
Especialidad en Urgencias
En julio del año pasado el Consejo de Ministros aprobó un Real Decreto para regular la formación de las especialidades en Ciencias de la Salud, y SEMES solicitó de manera formal la creación de la especialidad de Medicina de Urgencias y Emergencias. Desde la sociedad emitieron entonces un comunicado para hacer notar la extrema necesidad de que se creara esta nueva especialidad, que sí que existe en las Fuerzas Armadas españolas desde 2016 y que consideran que permitiría a los urgenciólogos "afrontar con excelencia la atención a los pacientes, sea cual sea su patología y su lugar de residencia".
Además, afirman que esta formación serviría para tres cosas más: aliviar la situación de "absoluta saturación" de las urgencias, equiparar a los sanitarios españoles a sus homólogos de la Unión Europea y asegurar que cada especialidad cuenta con el número de profesionales necesarios, evitando la fuga de talentos y la emigración obligada de médicos para formarse. "Estamos viendo que hay un déficit de médicos de familia y de urgencias. Al compartir nicho laboral no sabemos cuál es la especialidad de cada uno hasta cuarto de carrera. En cambio si lo hubieran elegido en primero sí. Pero así es imposible la planificación del servicio nacional de salud", señala Piñera.
Según explica el doctor, el sistema actual tiene otro problema. Y es que los médicos de urgencias recién llegados nunca pueden quedarse a atender solos, y deben estar siempre acompañados de alguien con más experiencia durante un tiempo indefinido, (hasta que, simplemente, les vean preparados). Algo que genera problemas organizativos, sobre todo en los centros más pequeños, porque hay que "pedir favores y cambios de turnos de guardias y vacaciones" de manera constante.
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