Está en la cultura popular más instalado que en la Medicina, pero cuando cambia el tiempo, a alguien le duelen las articulaciones o la cabeza. Cuántas veces hemos oído decir a un familiar más mayor eso de “va a cambiar el tiempo porque me duelen los huesos”.
¿Es esto normal?, preguntamos a Mar Gómez, física y meteoróloga, que acaba de publicar Meteorosensibles. Cómo el tiempo influye en nuestra salud física y mental (Península). “Depende a quién le preguntes, entre un 30% y el 60% de la población es meteorosensible. Este porcentaje varía según el país y la zona, pero responde a personas que experimentan ciertos síntomas físicos y a su salud mental cuando cambian las condiciones atmosféricas, como la presión, la temperatura, la humedad o el viento”, afirma.
La meteorosensibilidad, para determinadas personas, funciona como un reloj que avisa de cambios inminentes en el tiempo. “Algunas veces, incluso hasta 48 horas antes, pueden empezar a notarlo. Las personas meteorosensibles, bien sea por un cambio de presión que se produzca gradualmente o por cambios en las características eléctricas del aire, anticipan el cambio de tiempo en unas horas o unos días”, sostiene la meteoróloga.
En las urgencias de los hospitales y en los departamentos de Policía tienen muy presentes determinados fenómenos meteorológicos. “Está demostrado que, por ejemplo, ciertos tipos de viento muy característico, que va asociado a un fenómeno atmosférico que se llama el efecto foehn -que es un viento cálido, reseco, racheado, con muy poca humedad y una fuerte ionización positiva- está muy vinculado con estados de ánimo más depresivos, con ansiedad e incluso con la tasa de suicidios”, afirma Gómez. “Obviamente, son personas que están ya predispuestas”.
Las altas temperaturas pueden incrementar la ira, el enfado, la delincuencia y la criminalidad
La física pone de ejemplo el efecto en la criminalidad, “se ha comprobado en diferentes trabajos científicos que las altas temperaturas pueden incrementar la ira, el enfado, la delincuencia y la criminalidad. No es que el calor provoque los crímenes, sino que es un ingrediente añadido a la hora de que personas con esa predisposición puedan cometer este tipo de delitos”, asevera.
Gómez recuerda un estudio que realizó la Comunidad de Madrid al respecto, en el que se analizaba el número de femicidios en los días posteriores a una ola de calor. “Se pudo ver cómo incrementaron las llamadas a los teléfonos de ayuda a los tres días de una ola de calor. Además, hay que añadir que cuando hace muchísimo calor, gran parte de las personas que disponen de aire acondicionado se quedan en casa y eso puede dar lugar a que pasemos más horas en casa. Y que esas personas, esas víctimas, estén más tiempo con las personas que ejercen la violencia doméstica”, explica.
Los grupos de edad avanzada son más meteorosensibles y especialmente con las enfermedades reumáticas
Mar Gómez
Soy meteorosensible, qué puedo hacer
No hay tratamiento contra la meteorosensibilidad, pero saber que la tenemos es un punto de partida. “Es importante conocerse y poder anticiparse ante determinadas situaciones. El conocimiento es poder y conociéndonos vamos a poder paliar algunas preocupaciones que pueden surgir cuando tenemos algunos síntomas de migrañas o de otro tipo. Por supuesto si nunca nos ha pasado y nunca ha tenido relación con el tiempo, hay que acudir al médico”.
Quizá ahora no notas nada cuando cambia el tiempo, pero cuando te hagas mayor, puede que sea más sensible. “Los grupos de edad avanzada son más meteorosensibles y especialmente con las enfermedades reumáticas como la artrosis reumatoide. Sobre todo también cuando llega una borrasca, el cielo está más encapotado, llueve o hace más frío, las personas se quedan más en casa. Eso hace también que las articulaciones estén más rígidas y, por lo tanto, podamos experimentar un aumento en estos síntomas”, explica.
Según Mar Gómez debemos saber que tiene un impacto en nuestra salud física y en nuestra salud mental. Hay personas que con el calor extremo se puedan sentir un poco más apáticas, un poco más decaídas, que les cueste más hacer las cosas. “Porque, además, vamos a descansar menos por la noche por esas temperaturas tropicales o incluso tórridas. El descanso no va a ser el mismo ya que hay una hiperexcitación del cerebro que va a impedir que descansemos y, por lo tanto, que rindamos menos al día siguiente, que tengamos menos paciencia, que seamos menos creativos, etc.”.
No sólo los individuos tienen en cuenta los cambios meteorológicos, hay zonas donde están más expuestas a estos problemas, es el caso de las zonas montañosas del Sur, en los Pirineos, la Cordillera Cantábrica, el efecto fohen es muy característico. “Realmente hay una vinculación con esos vientos cálidos, resecos, con una fuerte ionización positiva; con una concentración muy elevada de este tipo de iones que va muy vinculado con el insomnio, la cefalea, la ansiedad y la depresión. Por esta causa en Ginebra es muy habitual monitorizar ese índice del efecto para avisar a la población, por el impacto que puede llegar a tener”, afirma.
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