Hace doce años Gert-Jan sufrió un accidente que le dejó tetrapléjico. La conexión entre su cerebro y su médula espinal se interrumpió, algo que le impedía mover las piernas y le condenaba a desplazarse en una silla de ruedas de por vida. Hasta ahora. Y es que un equipo de científicos del Lausanne University Hospital de Suiza, liderados por el neurocientífico francés Grégoire Courtine, ha conseguido que pueda ponerse en pie y volver a caminar.
El proceso que los científicos siguieron ha sido descrito en un extenso artículo publicado por la revista Nature. En él se explica como se ha conseguido este hito gracias a la implantación de un "puente digital" en el paciente, al que han llamado BSI (Brain Spine Interface). Además, se detalla que el aparato "mejora la recuperación neurológica", por lo que el paciente podía caminar con muletas incluso cuando el implante estaba apagado. La conclusión del estudio es clara: los hallazgos establecen un nuevo marco para recuperar el control natural del movimiento después de la parálisis.
"Le practicamos a Gert-Jan dos cirugías diferentes. La primera fue en el cerebro, donde le realizamos dos pequeñas craneotomías para poner electrodos que registren la señal cerebral. Y la otra cirugía fue en la parte superior de la médula espinal, el lugar responsable del movimiento de la pierna, donde también pusimos electrodos", explica la neurocirujana Jocelyn Bloch, que también ha participado en el proyecto.
Una vez instalados los implantes activaron el BSI, que consiste en un sistema de estimulación que restablece la conexión entre el cerebro y las regiones de la médula espinal involucradas al caminar, que Gert-Jan tiene dañadas. Esta técnica, explican, "pudo calibrarse en pocos minutos y ha permanecido confiable y estable durante más de un año, incluso en casa sin supervisión". Y añaden que permitió al paciente tener un "control natural" sobre el movimiento de sus piernas para ponerse de pie, caminar, subir escaleras e incluso atravesar terrenos complejos.
Pero no ha sido un proceso rápido ni sencillo. La parte más fácil fue que Gert-Jan aprendiera a manejar sus señales cerebrales, y que el equipo de investigadores supiera cómo correlacionarlas para que estimularan su médula espinal y pudiera caminar. Esto, según detallan, les llevó sólo unas pocas sesiones de trabajo. Pero era sólo el primer paso que tenían que realizar antes de pasar a la parte más complicada, que era el entrenamiento.
Bloch lo detalla: "Se necesitó mucho entrenamiento para recuperar totalmente el peso y la bipedestación del paciente. Fue un trabajo de larga duración. Y lo que observamos, junto con la duración de este entrenamiento, es la reparación digital de la médula espinal. No sólo aprovechaba este puente digital para controlar los músculos que tenía paralizados, sino que también mostró una recuperación de la función neurológica".
El resultado es que Gert-Jan puede volver a caminar. Lo hace con ayuda de un andador o de un bastón, y con evidentes dificultades. Pero ha conseguido reactivar una parte de su cuerpo que pensó que había perdido para siempre. "Ha sido un largo viaje. Lo más sorprendente fue que dos días después de las operaciones pude aprender a controlar mis caderas con los implantes cerebrales en tan sólo 5 o 10 minutos. Pero he estado entrenando años para poder estar de pie tomándome una cerveza. Y eso es algo que creo que la gente no sabe", concluye el propio Gert-Jan.
Un futuro prometedor
Hasta el momento había varias corrientes de trabajo que estudiaban cómo hacer que las personas con parálisis recuperaran su capacidad de movimiento. Algunos enfoques proponían estimular eléctricamente la médula espinal para conseguirlo, pero esto requería del uso de sensores de movimiento. Y los pacientes mostraban una capacidad limitada para adaptar los movimientos de sus piernas a terrenos complejos y cambiantes.
Ahora esta nueva investigación abre un nuevo abanico de prometedoras posibilidades. Y es que el concepto de un puente digital entre el cerebro y la médula espinal, como se ha visto en este caso, podría ser una solución para tratar los trastornos neurológicos que hayan provocados dificultades de movimiento. "Esto podría mejorar el control sobre el tiempo y la amplitud de la actividad muscular y restaurar un control más natural y adaptativo de la bipedestación y la marcha en estos pacientes", concluyen los investigadores.
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