España siempre ha presumido de su comida. Y no sólo por su calidad y variedad, sino también por su salubridad. Una mezcla única en el mundo, que más allá de nuestras tradiciones sólo ha sido posible gracias a que la base de nuestra alimentación era la dieta mediterránea, declarada en 2013 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Pero desde hace tiempo muchos expertos apuntan que nos estamos alejando de nuestras raíces. Que estamos, en definitiva, empezando a comer de otra manera.
No es sólo una sensación. En 2019 un estudio publicado en ScienceDirect ya alertó de que los españoles "se están alejando" de la dieta mediterránea, comiendo tres veces más carne, lácteos y azúcares de lo recomendado, y un tercio menos de frutas, verduras y cereales. Es decir, alimentos más calóricos y menos ricos en fibra y micronutrientes.
Unos cambios en la alimentación que, tal y cómo señalaron los autores del informe, provocan más enfermedades crónicas -como trastornos cardiovasculares o diabetes-, y conducen al sobrepeso, una problemática creciente en todo el mundo. Actualmente en nuestro país un tercio de los niños, niñas y adolescentes tiene exceso de peso, y uno de cada diez presenta obesidad. Y en personas adultas, un 55,8% de la población tiene exceso de peso, y un 18,7% obesidad, según un reciente estudio del Instituto de Salud Carlos III y de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición.
Es fácil ver la correlación. Pero los problemas no acaban ahí. La dieta mediterránea tiene menos impacto ambiental, y en concreto supone un ahorro de agua. Los investigadores han concluido que apostar por este tipo de alimentación reduciría la huella hídrica consuntiva en unos 750 litros/cápita por día. Una cifra que, en un contexto de sequía como el actual, no es nada desdeñable. Y además, la dieta mediterránea tiene mejor eficiencia hidronutricional que la actual. Es decir, que aporta más energía, fibra y nutrientes por litro de agua consumible.
Como se ha visto, todo son desventajas. Pero entonces, ¿por qué está España abandonando la dieta mediterránea?. "Las personas de una cierta edad, de más de 50 o 60 años, sí que la siguen. El problema está en el estilo de vida de los jóvenes, que piensan que tienen poco tiempo para planificar sus menús y quieren cocinar cosas fáciles. Por eso están perdiendo nuestra alimentación típica y comiendo como los anglosajones. No son alimentos saludables, pero son muy cómodos de preparar", resume Ramón Estruch, profesor de la Universidad de Barcelona y coordinador científico de la Fundación Dieta Mediterránea.
En ese sentido, quizás haya influido el hecho de que la mujer se haya incorporado al mercado laboral, mientras que lo habitual en décadas anteriores era que se dedicara por completo a las tareas domésticas, incluida la alimentación. Un cambio que ha sido, a todas luces, positivo, pero que ha provocado que muchas parejas consideren que no tienen tiempo suficiente para dedicárselo a la cocina.
Pero de fondo hay, además, otra cuestión: el precio de los alimentos. Y en especial del aceite de oliva, que es la base de la dieta mediterránea. "Seguro que es algo que influye, y más en épocas de crisis económicas como las que estamos pasando. Pero la dieta mediterránea se basa mucho en productos de proximidad y de temporada, que son sostenibles y baratos. Puede ser que el patrón de alimentación mediterráneo sea más caro que el anglosajón, que se basa en ultraprocesados y fast food. Pero creo que si uno planifica sus menús y sabe comprar la diferencia no es tanta", asegura Estruch, que detalla que en el resto de países mediterráneos se está produciendo un fenómeno similar.
Pero, de acuerdo con el experto, el concepto original de dieta hace referencia más bien al estilo de vida. Y eso engloba la alimentación, pero también la actividad física y los aspectos psicosociales como, por ejemplo, compartir la comida con la familia. Lo último lo mantenemos intacto, desde luego. Y en cuanto al deporte, si bien es verdad que en España hay mucha gente con un estilo de vida sedentario, también es cierto que está de moda hacer ejercicio. Así que estas dos facetas no parecen tan preocupantes como la dieta.
"España lleva cuatro o cinco años siendo el país mas saludable del mundo en el informe que elabora anualmente Bloomberg. Pero o le damos la vuelta a esta situación, o perderemos ese ranking. Porque hay unanimidad en que la dieta mediterránea es la más saludable de todas. Así lo demuestra estudios científicos de todo el mundo, incluido EEUU. Un mundo más occidental no es saludable", asegura Estruch.
Una terapia antienvejecimiento
Los beneficios de este tipo de alimentación están fuera de toda duda. El año pasado, sin ir más lejos, un estudio publicado en la revista International Journal of Molecular Sciences detallaba que "promueve un envejecimiento saludable", aumentando la esperanza de vida al reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con la edad, especialmente de carácter cardiovascular, neurodegenerativo u oncológico.
Y aunque el mismo informe aseguraba que "se necesita más investigación para comprender mejor el mecanismo de acción de la dieta mediterránea sobre el envejecimiento", concluía que en la actualidad ya puede recomendarse como "terapia antienvejecimiento básica" para prevenir la fragilidad y mantener la funcionalidad hasta las últimas etapas de la vida, ya que sus beneficios para la salud humana "presentan pruebas sólidas".
Creta y el origen de la dieta mediterránea
El término se ha pervertido mucho, porque es jugoso. Pero según Estruch los tres alimentos básicos de la dieta mediterránea son el aceite de oliva virgen extra, los cereales -incluidos los cereales, el arroz, el pan o la pasta- y el vino. Aunque éste último requiere, eso sí, de un consumo moderado. Pero además, las frutas y verduras, los frutos secos, las legumbres y el pescado juegan un papel muy importante.
"Se considera que la dieta mediterránea está basada en la alimentación que seguía la gente que vivía alrededor del mar Mediterráneo en los años 60 del siglo pasado, especialmente en la isla de Creta, en Grecia", relata Estruch. "Allí se hizo un estudio y se vio que la mortalidad por infartos de miocardio era mucho más baja que en otros lugares como EEUU o el norte de Europa, a pesar de que éstos eran más ricos. Y empezó a surgir la fama de que la explicación era la dieta y el estilo de vida de la zona", detalla el experto.
Con los años otros muchos estudios de todo el mundo lo confirmaron. La dieta mediterránea es nuestra mejor opción para vivir más, y de manera más saludable. Pero una vez más estamos yendo en la dirección equivocada. "Antes íbamos a casa de la abuela y había comida de mucha calidad, Pero ahora no estamos enseñando bien a las próximas generaciones", concluye Estruch.
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