El tamaño, la forma, la duración de las erecciones o los cuidados diarios necesarios que necesita. Todo en torno al pene siempre suscita muchas dudas, pero en muchas ocasiones es complicado resolverlas por dos cuestiones. La primera, que hay tanta información al respecto -y tan contradictoria- que uno no sabe, al fin y al cabo, de quién fiarse. Y la segunda, aún más grave, es que la vergüenza hace que normalmente la gente tenga miedo, directamente, a preguntar sobre estos temas.

Precisamente por eso la doctora en Medicina y especialista en urología Blanca Madurga acaba de publicar Todo lo que necesitas saber sobre el pene y nunca te atreviste a preguntar (Planeta). El titular es bastante clarificador, porque en poco más de 200 páginas Madurga utiliza sus más de 30 años de experiencia para explicar qué es y cómo funciona el pene y todos los mitos que hay alrededor del 'pene normal', pasando por las enfermedades más habituales que puede sufrir y los consejos para cuidarlo y que envejezca bien. Un manual de vida, cortito y al pie, para todos aquellos que no quisieron levantar la mano en clase y desde entonces tienen muchas preguntas.

Pregunta. Dentro de que todo lo referente a la sexualidad es tabú, ¿les cuesta más hablar de su salud sexual a los hombres o a las mujeres?

Respuesta. Creo que hay más tabú en la masculina, porque las mujeres somos más de contarnos las cosas. Los hombres sois más de contaros los buenos momentos, los malos no tanto porque tenéis miedo o vergüenza de que se rían de vosotros o que os puedan decir cosas como que sois impotentes como un insulto. Por eso creo que vosotros mentís más sobre la sexualidad.

P. Precisamente en el libro usted explica que una de las claves es que los pacientes se abran y cuenten sus problemas cuando acuden a consulta. ¿Esto se consigue en la práctica?

R. Al final acabamos consiguiéndolo, porque cuando un paciente viene a nuestras consultas es que ya lleva mucho tiempo con su problema. Es decir, cuando se atreve a venir es que ha superado su miedo y su vergüenza y está desesperado. Entonces llega un momento en que pide la cita, le vemos y nos cuenta su realidad. A partir de ahí nosotros, con todo el tacto del que somos capaces, le vamos a decir si lo que le pasa es normal o no, si tiene solución y por qué medio pasa. Pero al final el resumen es que se abren porque ya están desesperados.

P. En su experiencia, ¿hemos evolucionado algo en este sentido? ¿A los pacientes les cuesta menos abrirse ahora que antes?

R. Ha habido evolución en algunas cosas. Se habla mucho, mucho de sexo porque los jóvenes consumen mucha pornografía, pero parece que siguen sabiendo exactamente lo mismo del sexo en sí. Pero sí, te diría que sí se abren más, sobre todo con las mujeres. También porque antes llamaba más la atención ver a una mujer en una consulta de urología, y en la actualidad el 70% de las residentes de urología son mujeres. Ya es mucho más habitual.

"Los hombres mienten más sobre sexualidad que las mujeres"

P. ¿Entonces Internet no ha servido para que la gente esté más informada sobre estos temas?

R. Pues no. Internet ha servido para desinformar y para vender cosas a incautos que no sirven absolutamente para nada. Quiero decir, Internet es algo muy bueno, y creo que todos los que trabajamos en cualquier oficio vivimos permanentemente conectados. Por no hablar de nuestra juventud, que está todo el día en redes y demás. Pero le da el mismo espacio a un médico de prestigio que a un vendehumos. Y es más fácil creerse que una crema milagrosa te va a dar 10 centímetros más de pene que al urólogo serio que te dice que tienes que adelgazar, dejar de fumar o no beber tanto alcohol.

P. ¿Están surtiendo efecto las charlas sobre sexualidad en los colegios?

R. Esas charlas deberían partir de los padres. No digo que los colegios no estén capacitados, ni muchísimo menos, pero creo que la confianza en los temas sexuales se tiene que establecer entre padres e hijos. El problema es el consumo de los chicos jóvenes o de los niños, porque muchos son niños de nueve, diez u once años, que consumen porno. Un porno, además, muy duro. En una mente en formación eso es terrible.

Toda la información sobre la sexualidad y sobre el sexo, que es muy bueno y es muy sano, tiene que partir desde los padres hacia los hijos, creando un vínculo de confianza para que puedan consultarles cualquier tipo de problemas desde pequeños. Porque las malas experiencias, si no sabemos reconocerlas y ayudarles con ellas, pueden marcarles.

P. ¿Están cumpliendo bien los padres en esa faceta?

R. Regular. Les da vergüenza hablar de sexo con sus hijos, pero los niños tienen que saber que ellos han nacido de una relación sexual. Tenemos que ayudarles y enseñarles que el sexo es una cosa maravillosa, siempre que sea libre y consentido, y que hay distintas formas de sexualidad. No tenemos que apremiarles por su orientación de género, que la expresen cuando ellos crean que están preparados, pero que tengan la confianza para decírnosla a nosotros. Como madre que soy, creo que es muy importante que nosotros eduquemos a nuestros hijos.

P. En el libro dices que hay un problema de salud pública con el uso de anabolizantes, testosterona y esteroides para ganar músculo en el gimnasio. ¿Desde cuándo están notando esto y qué peligros tiene para la salud sexual masculina?

R. Llevamos mucho tiempo notándolo, pero afortunadamente ahora está descendiendo. Nos dimos cuenta desde el principio, porque veíamos a jóvenes sanos y fuertes que venían con una disfunción eréctil. Y no podía ser otra cosa más que anabolizantes o testosterona exógena. Dejan de segregar su propia testosterona y, cuando dejan de tomar la de fuera por inyecciones o por geles el pene deja de funcionar y empieza la disfunción eréctil, que a veces es severa.

P. Dice que últimamente ha descendido un poco esta problemática. ¿A qué lo vinculan?

R. Estamos haciendo nuestra pequeña labor de divulgación en todo lo que podemos. Y ahora mismo en los gimnasios han cambiado un poquito la mentalidad, y se va más hacia el deporte y salud en lugar de deporte y enfermedad.

P. Vamos con el tema estrella. ¿Qué se considera un micropene, cuál es la media y a partir de qué tamaño es más problemático que otra cosa?

R. Un micropene es un pene inferior a seis centímetros en erección, con el que no se va a poder tener una penetración. La media está entre los 12 y los 15 centímetros, más o menos, siempre hablando en erección. Y si es superior a los 20 centímetros puede ser más doloroso que satisfactorio.

P. Tú dices también que en los últimos años, sobre todo por temas de alimentación, la media del tamaño del pene ha crecido. ¿Es previsible que siga aumentando o esto tiene un tope?

R. Ha crecido entre un centímetro y centímetro y medio en las últimas tres décadas. Y se está achacando básicamente al cambio de alimentación que tenemos ahora, más basada en proteína. Los niños son más altos, la pubertad empieza antes y el desarrollo, lógicamente, va acorde al crecimiento del resto del cuerpo. Pero no sé qué más podríamos cambiar ya en nuestra alimentación.

Luego también hay otra cosa que ha influido, y son los flujos migratorios. Los varones que vienen de países donde tienen penes más largos por su raza se juntan o se van a vivir a países donde hay penes más pequeños. Y al final acaban mezclándose las razas. Pero hablamos siempre de centímetro arriba o abajo, que la gente pasa de centímetros a metros con mucha facilidad con estos temas.

P. Ha habido siempre muchos rumores sobre si puede vincularse el tamaño del pene con el de otras partes del cuerpo. Pero resulta que hay estudios que han demostrado que, en efecto, puede estar relacionado con las dimensiones de la nariz. En ese sentido, ¿hay más partes del cuerpo en las que nos podamos fijar?

R. Ninguna más. Se han hecho estudios para buscar relación entre nariz y pene, pulgar y pene, mano y pene, pie y pene... Y no hay ninguna. O no se ha encontrado estadísticamente hasta ahora.

"Las charlas sobre sexualidad deberían partir de los padres, no de los colegios"

P. Hábleme de toda esa industria que vive aprovechándose de la falta de confianza que los hombres tienen con su pene.

R. Está basada en el miedo, en los tabús. Básicamente puede medirse en función de la desinformación que hay y de las perspectivas y expectativas que tiene el paciente con las películas porno o en ciertas informaciones de Internet. Cuando uno se mira con poco cariño y sin información fiable puede decir 'mira qué pene más pequeño tengo, qué vergüenza, ¿cómo voy a enseñarle esto a alguien?'. Y piensan incluso que no pueden ir al médico porque se va a reír de ellos.

Por eso recurren a Internet, donde hay de todo. Te metes ahí y ves miles y miles de páginas vendiéndote cremas, aparatos, libros... Hay incluso uno que se llama 'el gurú del pene', que dice que tiene técnicas para hacerlo crecer 10 centímetros. A mí como profesional me da muchísimo coraje que se engañe a la gente con temas relacionados con la salud, porque es lo más importante que tenemos y hay que cuidarla y mimarla. Toda esta gente no sabe lo que te está vendiendo. Si te metes en Amazon encuentras cosas que vienen sin ficha técnica, sin haber pasado por Sanidad... Es tremenda la industria que hay. Y más de un incauto y de dos se han dejado el dinero comprando esas cosas.

P. Entiendo que prometerán, sobre todo, más tamaño y mejores erecciones.

R. Sí. Te prometen erecciones como si tuvieras 20 años, y un pene hasta 10 cm más largo. Ya me dirá usted cómo lo consigue. Son tremendas las mentiras que se venden, porque cualquiera puede escribir en Internet. Yo revisé 300 páginas webs para un trabajo, y sólo había dos escritas y dirigidas por urólogos de gran prestigio de nuestro país que decían la verdad.

P. Es interesante también cómo muchas veces nada más entrar en consulta, simplemente por la cara que tienen, ya sabe lo que le vienen a contar.

R. Muchas veces los hombres se sienten culpables y avergonzados. '¿Qué van a pensar de mí?'. Sobre todo tienen miedo de qué podemos pensar los médicos y los profesionales que estamos detrás de la mesa. El lenguaje corporal lo tenemos todos, y es bueno saberlo leer. Una vez me vino un paciente y al verme empezó a protestar porque yo era una mujer. Y le dije 'usted tiene una disfunción eréctil, si quiere siéntese y empezamos a tratar el problema'. Me preguntó que cómo lo había podido saber, y le dije que si hubiese venido por una piedra en el riñón le daría igual que yo fuera hombre o mujer. El lenguaje corporal y verbal es muy didáctico. Tienes que tener un poquito de tacto, que es algo que te da la experiencia y los años, para llevarte al paciente a tu terreno. Porque si lo haces vas a poder empoderarle y hacerle partícipe de su propio tratamiento, y eso es muy importante.

P. Por último, ¿qué consejos básicos le daría a los hombres para que cuiden su pene?

R. Que se lo laven, ni mucho ni poco, pero bien para que les dure mucho su vida sexual. Y luego tener una vida lo más saludable posible, haciendo un deporte acorde con su edad y con una dieta que no tiene que ser estricta, pero sí saludable. Nuestra dieta mediterránea, que es la mejor del mundo, nos permite tomarnos de vez en cuando nuestra copita vino y todas estas cositas. No tenemos por qué vivir a base de lechuga y agua.

A partir de ahí, cuando tengan un problema que no tengan la menor duda en acudir al urólogo o al andrólogo, que estamos ahí para ayudar y podemos hacerlo. Quiero dejar claro también que los hombres mayores tienen derecho al sexo, tengan la edad que tengan. Siempre que tengan ganas, les podemos ayudar.