Este domingo, 28 de julio, se celebra el Día Mundial de las Hepatitis Virales. Una fecha que sirve para destacar que España lidera la eliminación de la hepatitis C, acorde con los objetivos marcados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para 2030. 

Gracias a los esfuerzos coordinados entre el sistema sanitario, las organizaciones de salud pública y los avances en tratamientos, se está cerca de conseguir su eliminación, logrando avances significativos. Alguno de ellos, como señala Fran Franco Álvarez de Luna, portavoz de la SEIMC, “ha sido la incorporación del diagnóstico integral de las hepatitis crónicas en una única extracción analítica; así como las estrategias de diagnóstico en un solo paso para la detección de anticuerpos y ARN del virus de la hepatitis C o el diagnóstico reflejo de la hepatitis Delta en aquellos pacientes con Virus de la Hepatitis B”. Sin embargo, aún queda mucho por hacer, ya que hay otros desafíos persistentes que representan las hepatitis B y D.

Hepatitis C

En la última década, España ha implementado programas efectivos de detección y tratamiento de la hepatitis C, situándose en una posición destacada en todo el mundo. La introducción de antivirales de acción directa ha transformado su tratamiento, permitiendo la cura en la mayoría de los casos. El acceso a estos tratamientos, combinado con campañas de concienciación y cribado, ha sido crucial para reducir la prevalencia de esta enfermedad en la población. 

No obstante, como recuerda el coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE), Javier García-Samaniego, “con 188 muertes cada año en España por causas relacionadas con la hepatitis C, no podemos darnos por satisfechos, son casi el 10% de las muertes en carretera, y, como aquellas, prevenibles y evitables".

Queda camino por recorrer, ya que se estima que el número de personas con hepatitis C activa no diagnosticada en España es de 15.856 y el que tiene hepatitis C activa es de 54.676, siendo un total unas 70.532 personas que se tendrían que diagnosticar, primero, y tratar, después, en nuestro país. A lo que, además, se unen otros retos a los que debemos hacer frente en materia de hepatitis virales.

Hepatitis B y D

A pesar de los éxitos logrados contra la hepatitis C, la VHB sigue siendo un reto importante. La vacunación ha sido efectiva para prevenir nuevas infecciones, pero la gestión de los casos crónicos requiere atención continuada y acceso a tratamientos adecuados.

A ella se suma la hepatitis D, que, aunque menos conocida, es especialmente preocupante por su complejidad. Este virus solo puede infectar a personas que ya lo están con el VHB, lo que agrava la enfermedad y complica su tratamiento. La hepatitis D puede llevar a una evolución más rápida hacia la cirrosis, cáncer de hígado, e incluso la muerte. 

Pero, como señala Franco Álvarez de Luna, desde la SEIMC, “en cuanto a los avances en el tratamiento, recientemente, se ha incorporado al Sistema Nacional de Salud el único tratamiento aprobado en Europa para el manejo de la hepatitis Delta, lo que representa un avance significativo en el tratamiento de la forma más agresiva y grave de las Hepatitis Virales”.

Cribado y diagnóstico temprano

Para abordar de manera efectiva las hepatitis virales, el cribado y el diagnóstico temprano son esenciales. Identificar a los portadores del virus en etapas iniciales permite tratarles antes de que la enfermedad progrese a etapas más graves. Por eso es clave implementar programas de cribado sistemáticos y accesibles, especialmente para grupos de alto riesgo, identificar necesidades y obstáculos para lograr la eliminación de la hepatitis C en los distintos entornos asistenciales y movilizar a todos los agentes involucrados para activar nuevas estrategias. 

Para ello, como recuerda el doctor Manuel Romero, presidente de la AEEH, “el Plan Nacional de Salud Hepática, que se ha presentado recientemente, establece 6 áreas de trabajo, una de ellas la de las hepatitis virales, con la eliminación de la hepatitis C como uno de sus principales objetivos”.

“La hepatitis C es un paradigma en la historia de la medicina. No hay nada que se le parezca porque este virus se descubrió a finales de los años 80 y se convirtió en la principal causa de enfermedad hepática en Occidente, de cirrosis, de indicación de trasplante y de causa de cáncer de hígado. En estos 35 años hemos sido capaces de darle la vuelta a la situación y estamos a punto de eliminar la enfermedad. No hay ningún ejemplo así en ninguna otra área de la medicina”, apunta el doctor Romero.

Cabe destacar que la curación de la hepatitis C ha permitido reducir un 84% los trasplantes de hígado y, en consecuencia, sus múltiples consecuencias para los pacientes, que van “desde el rechazo del órgano o infecciones hasta un cambio de la calidad de vida por cambios de hábitos y uso continuado de medicamentos”, indican desde la FNETH.

Pero quedan los retos de la B y la D, por eso en España se están realizando esfuerzos significativos para mejorar el acceso a pruebas de diagnóstico y fomentar la educación sobre estas enfermedades. La colaboración entre instituciones de salud, comunidades locales y profesionales médicos es vital para asegurar que las personas conozcan su estado de salud y puedan recibir el tratamiento necesario a tiempo.

Así, en el Día Mundial de las Hepatitis Virales, es crucial reconocer los logros alcanzados en la eliminación de la hepatitis C y los desafíos que se deben enfrentar con las B y D. Solo con un enfoque en el cribado y el diagnóstico temprano, y un compromiso continuo con la innovación, se puede avanzar hacia un futuro sin hepatitis virales.