Los frutos secos han pasado de ser ese snack ocasional que tomabas en una reunión con amigos a un alimento indispensable en cualquier dieta equilibrada. Y es que, aunque su pequeño tamaño pueda engañar, están repletos de beneficios para nuestra salud. Comer un puñado diario de frutos secos no solo es delicioso sino que puede ser una de las mejores decisiones para tu bienestar.

Beneficios de los frutos secos

Aunque se habla mucho de las grasas y su relación con el peso, los frutos secos son una de esas excepciones que te hacen dudar de todo lo que creías saber. Sí, son altos en grasa, pero no en cualquier grasa, sino en esas conocidas como "grasas buenas" o "cardiosaludables". Estas grasas son principalmente insaturadas, es decir, las que ayudan a proteger tu corazón y mantener tus niveles de colesterol bajo control.

Además de las grasas saludables, los frutos secos son una fuente increíble de proteínas vegetales, antioxidantes, fibra y vitaminas como la E y las del grupo B. Todo esto se traduce en energía duradera y un impulso al sistema inmunológico.

Qué debemos tener en cuenta

Ahora bien, algo que se suele pasar por alto es que no todos los frutos secos son iguales. Dependiendo de la variedad que elijas, también cambiarán los nutrientes que aportan. Por ejemplo, los pistachos son una excelente fuente de hierro, las nueces destacan por su contenido de omega 3 y las almendras son ricas en calcio. Es decir, hay un fruto seco para cada necesidad y gusto.

Pero cuidado con el tipo de fruto seco que consumes. No todos son igual de saludables cuando se han sometido a ciertos procesos. Los fritos, salados o aquellos que llevan azúcar añadida, aunque pueden ser deliciosos, pierden muchos de sus beneficios y pueden contrarrestar los efectos positivos. La mejor opción siempre será elegir frutos secos crudos o tostados, ya que mantienen su perfil nutricional intacto.

Cómo comer los frutos secos

Uno de los aspectos que puede causar cierta confusión es cuánto es un "puñado" de frutos secos. Lo ideal es no excederse, y una cantidad recomendada suele estar entre los 20 y 30 gramos al día. Si te excedes, podrías estar añadiendo más calorías de las que necesitas sin darte cuenta.

Otra manera genial de incluirlos en tu dieta es llevándolos contigo a todas partes. Hacer pequeños paquetes con la ración diaria te ayudará a no caer en la tentación de consumir más de lo necesario. Además, puedes incorporarlos en tus comidas de muchas formas: desde un yogur con frutos secos para empezar el día, hasta una ensalada o un wok de verduras para darle un toque extra de sabor y nutrientes.

Si te cuesta controlar la cantidad de frutos secos que comes de una sola vez, prueba combinarlos con una pieza de fruta. Esta mezcla no solo hará que te sientas más saciado, sino que además potenciará la absorción de los nutrientes, haciendo que cada bocado cuente más para tu salud.

Incluir frutos secos en tu dieta diaria es una forma sencilla y deliciosa de mejorar tu salud. No se trata de una moda pasajera, sino de un hábito que tu corazón y tu organismo agradecerán a largo plazo. Así que la próxima vez que te sientas con hambre entre comidas, ¡apuesta por un puñado de frutos secos y dale a tu cuerpo el empujón que necesita!