España será un Estado federal, asimétrico, multilateral y polisémico si es necesario. Los tiempos cambian, el 'café para todos' no ha funcionado y Pedro Sánchez considera que hay que explorar nuevas fórmulas para integrar a todos los ciudadanos dentro de este proyecto común, pero excluyente. Conjunto, pero amorfo.
El acuerdo que alcanzaron el PSOE y ERC -votado por los republicanos el viernes- se sustenta en ese espíritu. Frente al Estado de las autonomías tal y como se concibió se opta por un modelo en el que unos tienen el control sobre sus impuestos, mientras los otros reciben después de generar y repartir. Ciudadanos de primera y de segunda. Dadores, dueños del dinero y receptores. Unos por encima de los otros, como las necesidades del PSC sobre todo lo demás.
Varios barones socialistas se han rebelado contra el pacto. Al menos, en apariencia. Este matiz es importante, dado que la hipocresía es un adjetivo que acompaña siempre al sustantivo 'socialista' en nuestros días, así que nunca se sabe si su queja es consecuencia de una pose o fruto de una filosofía que están dispuestos a defender hasta el final (aunque se intuye la verdad).
Sea como sea, quizás han deducido que la adopción de ese sistema -difícil- sustituiría el actual concepto de solidaridad por el de caridad. Es decir, el del reparto en función de las necesidades y los proyectos por el del cuidado de los pobres... porque los castellanos y los extremeños también son hijos de Dios.
Como se explica en el vídeo, llegará la próxima campaña electoral y se les llenará la boca a Sánchez y a los suyos con la necesidad de llenar la 'España vaciada'. Sobra decir que ya nadie, o casi nadie, recordará que hubo un tiempo en el que, para investir a Salvador Illa, se aceptó una concesión que puede resultar perniciosa para estos territorios y contribuir a vaciarlos todavía más.
Porque los trenes de alta velocidad en esta España se llenan cada domingo de provincianos que viajan hacia Madrid y hacia Barcelona, y no al contrario. Cualquier medida que potencie ese fenómeno será positiva a lo mejor para Pedro Sánchez, para Salvador Illa o para el Gobierno autonómico madrileño... o para el catalán. Pero no para el resto.
A este paso, habrá una Nochebuena en la que, como en Plácido, el señor Oriol o la señora Marta tendrán la enorme generosidad de sentar a un extremeño o a un castellano en su mesa. No lo dude usted.
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